viernes, 2 de enero de 2015

LETANÍAS LAURETANAS



Las LETANÍAS LAURETANAS son las letanías más difundidas como forma de alabanza y de súplica a María, madre de Jesús de Nazaret. Etimológicamente la palabra letanía proviene del vocablo griego litanéia que significa súplica, rogativa u oración de súplica.

Las letanías a los santos se originaron en el siglo VII, y las relativas a María se multiplicaron progresivamente en distintas Iglesias cristianas. El decreto Quoniam multi 1601 del papa Clemente VIII aprobó específicamente las letanías lauretanas, ya testimoniadas por un manuscrito del siglo XII, y que deben su nombre a la advocación de la Virgen de Loreto, cuyo santuario constituyó el ámbito en que se desarrollaron.

Los orígenes de las letanías se remontan a los primeros siglos de la cristiandad. Las letanías eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles, y se rezaban sobre todo en las procesiones. Aunque al principio eran dirigidas sólo a Dios en súplicas se añadieron con el tiempo invocaciones a santos y sobre todo a la Virgen María en intercesiones usadas a partir del siglo VII.

En la liturgia oriental se usaron desde el siglo III. La composición de letanías marianas siguió la línea de las generales y de las de los santos. En éstas se invocaba a María de tres modos: Sancta María, Sancta Dei Genetrix y Sancta Virgo Virginum. A lo cual siguió una serie de reflexiones y elogios de los santos padres orientales que constituyen el germen de las futuras letanías marianas.

El germen halló ambiente en la popularidad del Oficio de la Virgen Santísima que se cantaba en algunos monasterios. Este "Oficio" no era fijo y tenía variaciones según la orden religiosa que lo cantaba; estas variaciones fueron abolidas por Pío V cuando estableció el "Oficio Parvo de la Virgen" reformado. Lo cierto es que entre las variantes que existían habían ciertas letanías que se parecían a las futuras Lauretanas.

Las más antiguas letanías a María propiamente dichas se encuentran en un códice de Maguncia del siglo XII titulado: «Letania de Domina Nostra Dei genenetrice Virgine Maria. Ora valde bona, cotidie pro quacumque tribulatione dicenda est», con alabanzas largas y en cada verso repitiendo el «Sancta Maria».

Las letanías marianas empezaron a multiplicarse en el siglo XV y XVI. Por el año 1500 fueron creadas una serie de letanías en el santuario de LoretoItalia. Hacia 1575 surgen unas nuevas letanías lauretanas conocidas como "modernas" con alabanzas puramente bíblicas, que se hicieron tan populares que las primeras versiones fueron pasadas a segundo plano. Sixto V las aprobó en 1587 e incluso les dio indulgencias. Hacia el siglo XVII la situación se hizo exagerada, en Loreto se tenía una letanía para cada día de la semana y no era el único caso. En 1601, con el decreto Quoniuam multi del 6 de septiembre, el papa Clemente VIII prohibió todas las letanías que existían con excepción de las incluidas en el Misal y el Breviario y también las del santuario de Loreto, aquellas letanías ya eran llamadas como lauretanas. Paulo V, en 1503, ordenó que se cantasen en la basílica romana de Santa María la Mayor en festividades de la Virgen María. Los dominicos, en 1615 ordenaron que se recitasen en todos sus conventos después de sus oraciones de los sábados.

Con el tiempo se han ido añadiendo más títulos a ellas, como:
Pío V: Auxilio de los cristianos por su intercesión en la Batalla de Lepanto.
Clemente XIII: Madre inmaculada a petición del Felipe IV, para los dominios hispánicos el 12 de septiembre de 1767. Fue también concedida por el papa Pío IX al obispo de Malinas en 1846; tras la definición dogmática de 1854, Pío IX lo hizo extensivo a toda la Iglesia.
León XIII: Reina del Santo Rosario, y Madre del Buen Consejo.
Benedicto XV: Reina de la paz.
Pío IX: Reina concebida sin pecado original.
Pío XII en 1951 Reina asunta al cielo.
Pablo VI: Madre de la Iglesia.
Juan Pablo II l: Reina de la Familia.

En la Iglesia católica, después del Concilio Vaticano II surgieron letanías que reflexionaban en torno a los documentos sobre María como la Lumen Gentium o la Marialis Cultus. Un claro ejemplo es el libro publicado en 1981 llamado: "Rito de Coronación de las imágenes de la Virgen María" que propone letanías donde los términos "Señora" y "Reina" abundan, dada la liturgia de tono glorioso donde se recitan.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia
Madre de la Divina Gracia
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre virginal,
Madre sin mancha,
Madre Inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del Buen Consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso de honor,
Vaso insigne de devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del Cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los ángeles,
Reina de los patriarcas,
Reina de los profetas,
Reina de los apóstoles,
Reina de los mártires,
Reina de los confesores,
Reina de las vírgenes,
Reina de todos los santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta al cielo,
Reina del Santísimo Rosario
Reina de la familia,
Reina de la paz,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

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