Un CHARLATÁN es una persona que practica algún tipo de estafa con el fin de conseguir beneficio económico o alguna otra ventaja mediante el engaño o la superchería.
Todo charlatán debe tener alguna habilidad especial; la
más común es el don de la palabra, mediante la que logra embaucar a su
audiencia, por lo general inculta en la temática que el charlatán postula. Otra
de las más comunes es la prestidigitación movimiento rápido de las manos,
mediante la cual hacían los cambios oportunos de productos que entregaban,
recibían o devolvían. A menudo los poseedores de la primera habilidad
mencionada se asociaban con los de ésta, para mejor llevar a cabo sus estafas.
En lenguaje más coloquial, se llama también charlatán a aquel que habla
excesivamente y, más específicamente y en sentido peyorativo, cuando además
habla de algo que no conoce o no entiende.
La charlatanería suele confundirse no erróneamente con el
esoterismo
o el ocultismo,
pues a menudo los charlatanes se presentan como astrólogos,
adivinos,
numerólogos,
médicos,
curanderos,
líderes espirituales y vendedores de remedios milagrosos
y en general maestros
de cualquier ciencia
de la época. Prácticas que dependen de la ingenuidad de la gente.
Esta confusión se debe también a la clandestinidad o secreto
en el que el charlatán debe mantener sus procedimientos para evitar que otras
personas ajenas a su práctica se percaten del fraude. De este modo, la
charlatanería no permite la apertura a críticas, puesto que su cuestionamiento
y análisis demostrarían que se trata de prácticas fraudulentas.
La palabra proviene del término
francés charlatán,
usado para referirse a un tipo de vendedor de medicinas que anunciaba su
presencia mediante música y un pequeño espectáculo en directo. El más conocido
de los charlatanes parisinos era Tabarín, quien tenía un escenario montado
en la Place Dauphin de París en 1618, y cuya Comedia del
arte y farsas inspiraron a Molière.
Etimológicamente, puede provenir originalmente del italiano
ciarlare, charlar; o de Cerretano, un originario de Cerreto, pueblo aparentemente famoso por su
producción de curanderos.
Uno de los ejemplos más completos de charlatán en la ópera es el personaje
de Dulcamara, de El elixir de
amor, de Gaetano
Donizetti.
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