Petra es un importante enclave arqueológico en Jordania, y la capital del antiguo reino nabateo. El nombre de Petra proviene del griego que significa piedra, y su nombre es perfectamente
idóneo; no se trata de una ciudad construida con piedra sino, literalmente,
excavada y esculpida en la piedra.
El asentamiento de Petra se localiza en un valle
angosto, al este del valle de la Aravá que se
extiende desde el mar Muerto hasta
el Golfo de Aqaba. Los restos más célebres de
Petra son sin duda sus construcciones labradas en la misma roca del valle hemispeos, en particular, los edificios conocidos
como el Khazneh, el Tesoro y el
Deir, el Monasterio.
Fundada en la antigüedad hacia el final de siglo VII a.
C. por los edomitas, fue ocupada en el siglo VI a. C.
por los nabateos que la hicieron prosperar gracias
a su situación en la ruta de las caravanas que llevaban el incienso, las especias y otros productos de lujo entre Egipto, Siria, Arabia y el sur del Mediterráneo.
Hacia el siglo VIII, el cambio de las rutas comerciales y
los terremotos sufridos, condujeron al abandono de la ciudad por sus
habitantes. Cayó en el olvido en la era moderna, y el lugar fue redescubierto
para el mundo occidental por el explorador suizo Johann Ludwig
Burckhardt en 1812.
Numerosos edificios cuyas fachadas están directamente
esculpidas en la roca, forman un conjunto monumental único que a partir del 6
de diciembre de 1985, está inscrito en la Lista del
Patrimonio Mundial de la Unesco. La zona que rodea el lugar es
también, desde 1993, Parque Nacional
arqueológico.
Petra se encuentra a mitad de camino entre el Golfo de Aqaba y el Mar Muerto a una altitud de 800 a 1396
metros sobre el nivel del mar en un valle de la región montañosa de Edom,
al este del valle del Arabah. Hoy, Petra está
alrededor de 200 km al sur de la capital jordana Ammán, aproximadamente a 3 horas en coche.
La situación de Petra, escondida o más exactamente:
construida en gran parte en la misma roca, como si de una escultura se tratase,
está por eso mismo embutida entre rocas abruptas y empinadas, entre los
pasadizos o pequeños cañones excavados por la erosión del agua a través de
miles de años. Dispone de un suministro seguro de agua, lo que hace que sea un
lugar propicio para el desarrollo de una próspera ciudad. El lugar es accesible
sólo por un estrecho sendero de montaña por el noroeste, o al este a través de
un cañón de aproximadamente 1,5 km de longitud y hasta 200 metros de altura, el
Siq,
el acceso principal, que en su lugar más estrecho, mide apenas dos metros de
ancho.
La presencia de agua y la seguridad proporcionada por el
emplazamiento de Petra hizo de ella una parada natural en la intersección de
varias rutas de caravanas que conectaban Egipto, Siria y Arabia con el sur del Mediterráneo,
cargadas sobre todo con productos de lujo especias y seda
de la India, de marfil de África, perlas
del Mar Rojo e incienso del sur de Arabia. La resina de
"Árbol del incienso" Boswellia era codiciada en todo el
mundo antiguo como una ofrenda religiosa especialmente valiosa, y también como
medicamento.
La actividad comercial generada por las caravanas y las
tasas percibidas producían importantes beneficios para los nabateos. Como
resultado, la ciudad albergó desde el siglo V a. de C. un importante mercado
hasta el siglo tercero.
Petra es una ciudad troglodita situada en medio de
acantilados rocosos, rocas y piedras se ven por todas partes. El lugar está
compuesto de arenisca, una roca detrítica formada a partir de la
agregación y cementación o diagénesis de los granos de arena.
Es, por lo tanto, una roca coherente y dura.
Petra está situada en una región con una fuerte sismicidad: se encuentra donde la Placa Arábiga se separa de la Placa África. La sismicidad del sitio se ve
reforzada por la proximidad del Gran Valle del Rift.
En los años 363, 419, 551 y 747, varios terremotos dañaron la ciudad y sus
monumentos.
La capa freática
de agua salada
existente debajo de Petra ascendió y produjo el deterioro de la base de muchos
monumentos.
Alrededor de Petra, se pueden encontrar rocas que
contienen sílice, que los nabateos fueron capaces de
extraer en las canteras para fabricar hormigón resistente al agua.
Estas características geológicas permitieron a los
habitantes de Petra poder ocultarse y protegerse de los ataques externos.
La historia de Petra es larga, su valle
era muy estimado por su fácil defensa. Sin embargo, sus primeros habitantes
fueron nómadas, no hay huellas físicas de las
viviendas más que a partir de la época nabatea, ya que esta civilización
construyó y vivió allí durante mucho tiempo. Tras el período bizantino, el
lugar es prácticamente abandonado, por lo que hay pocas fuentes que evoquen ese
momento, lo que hace difícil reconstruir la historia de la ciudad durante un
largo período. Tras el redescubrimiento de la ciudad por Jean Louis Burckhardt
en 1812, se ha encontrado en los escritos de la antigüedad muchas fuentes que
evocan la historia de Petra.
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