miércoles, 5 de junio de 2013

LA PROTECCIÓN DE DIOS



Un Misionero estaba colaborando como médico de un pequeño hospital en el África. Muchas veces, el tenía que transportarse en su bicicleta a través de la jungla hacia el  poblado mas cercano, para conseguir implementos de su trabajo, medicamentos y dinero que le era enviado desde los Estados Unidos.
El viaje duraba dos días, así que tenía que acampar una noche. El ya había hecho este recorrido varias veces sin ningún contratiempo.
En uno de sus viajes, antes del anochecer del primer día encontró a dos hombres que peleaban fuertemente. Uno de ellos estaba seriamente herido y el otro huyó, por lo que acudió a atenderle y acompañarle a donde este vivía y dejar algunas indicaciones a su familia. Semanas después en su siguiente viaje y al llegar a la ciudad, se le acercó aquel hombre que había atendido, y este le dijo: "Yo sé que usted cuando regresa, lleva consigo medicinas que necesita y dinero. El día que usted me atendió de mis heridas, algunos amigos y yo le seguimos hacia la jungla por la noche, así cuando usted acampara y estuviera dormido, teníamos planeado matarle y tomar el dinero las medicinas. Cuando íbamos a atacarle, vimos que la tienda de campaña estaba rodeada por 16 guardias armados. Nosotros éramos 4 y vimos que era imposible llevar a cabo nuestro plan así que decidimos retirarnos".
Escuchando el misionero le dijo al hombre riendo: "Eso es imposible. Yo puedo asegurarle que siempre viajo solo y nadie me acompaña en mis viajes". El hombre le  corrigió e insistió en lo que vio.
"No Señor, yo no fui el único hombre que vio a los guardias. Mis amigos también los vieron y todos contamos el mismo número de guardias. Estábamos asustados.
Fue por eso que le dejamos y desistimos en atacarle. Cuando  regresábamos yo me separé de ellos y fue entonces que después uno de ellos me siguió y me atacó como castigo por haberlos hecho perder su tiempo y no haber conseguido nada, ya que yo había planeado todo. Fue entonces que después usted me encontró y vio huir al que me golpeó y vino en mi ayuda. Esperó que usted me pueda perdonar."

Varios meses después, el misionero asistió a una celebración dominical en una iglesia en Michigan donde el les contó acerca de sus experiencias en el África, incluyendo la historia de los 16 guardias que estuvieron con el mientras acampaba y les dijo: Recuerdo bien ese día por que era el cuarto aniversario de haber llegado al África. Uno de los asistentes de la comunidad, se paró e interrumpió al misionero y le dijo algo que dejó a todos los asistentes atónitos. "Nosotros estuvimos ahí con usted en espíritu para ayudarle. En esa noche en el África, era de día aquí. Yo llegué a la iglesia para recoger algunos materiales que necesitábamos para un viaje que teníamos que hacer, al poner las cosas en mi camioneta, yo sentí que la presencia de Dios estaba a mi lado diciéndome que orara por usted. La urgencia fue tan grande que llame a algunos hombres de la iglesia para que oráramos por usted por protección.
Esto lo hicimos en el salón donde tenemos las fotografías de todos nuestros misioneros, no sabía cual era el peligro que usted pasaba, pero en la fotografía venia impreso el día que usted fue enviado al África años atrás, un día antes de su aniversario. Nosotros estuvimos ahí con usted en oración protegiéndolo y ellos están aquí para atestiguarlo. Inmediatamente después, este hombre le pidió a todos los que habían orando por él ese día, que se pusieran de pie. Uno a uno lo hizo, lo que llamó la atención del misionero. Este empezó a contarlos y el número exacto fue de 16 hombres. Toda la comunidad quedó enmudecida por un largo rato

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