Diana de Poitiers, duquesa de Valentinois y de
Étampes nacida en Saint-Vallier Drôme,
3 de
septiembre de 1499. Murió en Anet, Eure-et-Loir,
25 de abril
de 1566,
fue una importante figura aristocrática de la Francia del siglo XVI,
además de ser la más notable amante del Rey Enrique II de Francia.
Diana nació en el castillo de Saint-Vallier, en la ciudad de Saint-Vallier,
Drôme, en la región Rhône-Alpes de Francia (aunque algunas biografías sitúan su
nacimiento en Étoile-sur-Rhône, hija de Jean de Poitiers,
conde de Saint-Vallier y vizconde de Estoile, y de Jeanne de Batarnay. A los
seis años se quedó huérfana de madre y pasó el resto de su infancia y su pre
adolescencia como dama del séquito de Ana de
Francia, hija de Luis XI, una mujer fuerte que ocupó la regencia
de Francia durante la minoría de edad de su hermano.
El 16 de abril
de 1515, a la edad de 15 años, es
casada en París
con un hombre 39 años mayor que ella, Luis de Brézé, Gran Senescal de Normandía,
conde de Maulévrier, vizconde de Bec-Crespin y de Marny y señor de Anet, hijo de
Carlota de Valois, que a
su vez era hija ilegítima del Rey Carlos VII de Francia engendrada con su
amante Agnés Sorel. Por tanto, era nieto del Rey Carlos VII y sirvió en la corte de Rey Francisco I.
A pesar de esa gran diferencia de edad, según las crónicas de la época, Diana
lo amó y respetó sinceramente, incluso tras su muerte, ocurrida en 1531, cuando
Diana adoptó para el resto de su vida el negro de luto como color principal de
su vestimenta, añadiendo más adelante el blanco y el gris. Desde ese momento,
su gran interés y astucia en asuntos financieros y jurídicos se hicieron más
que evidentes: una vez viuda, se dispone a administrar los bienes familiares
haciendo crecer su fortuna de una manera considerable, y además, continúa percibiendo
los ingresos que los cargos de su marido le proporcionaban, consiguiendo
incluso ser reafirmada en el título de Gran
Senescala de Normandía.
En 1524, su padre es acusado
de complicidad en la traición del condestable Carlos III de Borbón, hijo de Ana de
Francia. Convertido en el principal chivo expiatorio del asunto, se
enteró de que Francisco I le había perdonado la vida cuando
ya pisaba el patíbulo, gracias a la intervención de su yerno, Luis de Brézé,
que había alertado al Rey del asunto. Después, el padre de Diana terminará sus
días encerrado en la fortaleza de Loches.
Diana fue dama de honor de Claudia de Francia, Reina
Consorte de Francia y Duquesa de Bretaña. Después de la muerte de la Reina, fue
dama de honor de la madre del Rey, Luisa de
Saboya, duquesa de Angulema y de Anjou, y por último, también de Leonor de
Austria, Reina Consorte de Francia.
De su matrimonio con Luis
nacieron dos hijas:
Francisca de Brézé vivió
de 1518 a 1574, condesa de Maulévrier, baronesa de Mauny y de Sérignan. Casada
con Roberto IV de La Marck,
duque de Bouillon y conde de Braine.
Luisa de Brézé vivió de 1521
a 1577, dama de Anet, casada con Claudio de Lorena, duque
de Aumale y marqués de Mayenne.
Hacia 1538
se convirtió en la amante de Enrique II cuando éste era aún el Delfín
de Francia ya casado con la princesa Catalina de Médicis. Se dice que ejerció gran
influencia sobre él, hasta el punto de ser considerada la verdadera soberana.
Su etapa como cortesana le valió el ducado de Valentinois en 1548 además del ducado de
Étampes, que
le arrebató a su enemiga, Ana de Pisseleu, en 1553. Recibió también
preciosos regalos en forma de castillos, como el de Chenonceaux, o magníficas joyas de la
Corona. La enemistad y el odio entre Catalina y Diana fue creciendo hasta que
la muerte del soberano puso punto y final.
Cuando Enrique fue herido de muerte en 1559, Catalina prohibió
terminantemente a Diana visitarle durante sus últimas horas. Además, tras la
muerte de Enrique, sube al trono Francisco II y Diana no tuvo más remedio
que abandonar la corte, retirándose a su castillo de Chaumont-sur-Loire. Le fue prohibido hasta
asistir a los funerales, y fue expulsada inmediatamente de Chenonceau y
obligada a devolver todas las joyas de la corona con las que el Rey le había
obsequiado.
Derrotada por la reina Catalina, Diana se retiró en sus
últimos años a su castillo de Anet, donde murió un par de años más tarde, en 1566, a los 67 años de
edad. Su hija mayor hizo erigir una estatua conmemorativa en su honor en la
iglesia de la villa, que después fue trasladada en 1576 a la capilla del
castillo, lugar donde Diana recibió sepultura. En 1795, durante la Revolución francesa, su tumba fue profanada y
sus restos mortales, junto con los de dos de sus nietas, fueron arrojados a una
fosa común, cerca de la iglesia. Los miembros del Comité Revolucionario se
quedaron con su cabellera, como trofeo, que terminó perdiéndose en la Historia.
Además, su sarcófago fue desmantelado y el plomo de su base fue utilizado para
hacer balas. Más recientemente, de 1959 a 1967,
se restauró por completo la capilla del castillo de Anet, gracias a la
iniciativa de la familia Yturbe, propietaria del mismo. En 2009, los restos mortales
de la duquesa de Valentinois fueron rescatados de la fosa común y colocados en
un nuevo sarcófago en su lugar original.
Como curiosidad cabe mencionar que durante el año 2008, un equipo de
científicos estudiaron los restos mortales de la duquesa de Valentinois y
descubrieron que tenían inexplicablemente una concentración de oro muy alta. En
dichos estudios se baraja el hecho de que Diana, obsesionada por el deseo de la
eterna juventud y el brillo de una belleza sobrenatural que le caracterizó toda
su vida, habría tomado cada día el elixir de la vida,
una solución líquida de oro potable que le habría dado una tez muy
pálida y un halo místico. Según estos informes, resulta entonces muy posible
que Diana terminase falleciendo de anemia debida a una intoxicación grave de
oro líquido.
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