JASÓN es un héroe de la mitología griega.
Según las diferentes versiones, su
madre fue Alcimede,
hija de Fílaco, o bien Polimede, tía de Odiseo, aunque
también son mencionadas Polimela, Eteoclímene, Polifeme o Teogneta.
Su padre fue Esón,
hijo de Creteo y rey de Yolco hasta que su medio hermano, Pelias, lo
destronó. Según otro relato, Esón confió el reino a su hermano Pelias, hasta
que Jasón alcanzase la mayoría de edad.
Pelias, tío de Jasón, tras consultar
sobre su futuro, fue advertido por el oráculo de que tuviera cuidado con un hombre
calzado con una sola sandalia, porque pondría en peligro su trono.
Jasón fue educado por el centauro Quirón hasta que se convirtió en adulto.
Cuando cumplió los veinte años, se dirigió a Yolco dispuesto a recuperar el
trono que por herencia le pertenecía. Vestía de manera extraña, cubierto con
una piel de pantera, con una lanza en cada mano y con el pie izquierdo
descalzo, según algunos porque había perdido una sandalia cruzando un río y
había ayudado a Hera a cruzarlo, representada como una anciana, y esta más
tarde se lo agradeció. Con esta indumentaria se presentó en la plaza pública de
Yolco en el momento en que su tío Pelias se disponía a celebrar un sacrificio.
Pelias no lo reconoció, pero sintió miedo por el extranjero descalzo. Jasón
permaneció con su padre Esón cinco días y al sexto se presentó a Pelias y le
reclamó el trono que legítimamente le pertenecía. Pelias decidió alejarlo de su
tierra enviándolo a una difícil misión: viajar hasta la Cólquida (al pie del Cáucaso),
y traer de allí el vellocino de oro, la piel de un carnero fabuloso que había
salvado la vida a Frixo, antepasado de
Pelias, y lo había trasladado a la Cólquida. Allí Frixo ofreció en sacrificio a Zeus este carnero y luego regaló la piel
del animal, que era de oro, al rey Eetes. Éste lo consagró a
Ares y lo depositó en un árbol custodiado por una serpiente que nunca dormía.
Según otra versión, el propio Jasón, inspirado por Hera, se habría impuesto la
realización de la prueba. Y es que, al presentarse ante Pelias, éste advirtió su
pie descalzo y, comprendiendo el peligro que le anunciaba el oráculo, le
preguntó qué castigo impondría a un individuo que conspirase contra su rey.
Jasón contestó que lo enviaría a buscar el vellocino de
oro, respuesta que se volvió contra él.
Pelias, tío de Jasón, tras consultar
sobre su futuro, fue advertido por el oráculo de que tuviera cuidado con un hombre
calzado con una sola sandalia, porque pondría en peligro su trono.
Jasón fue educado por el centauro Quirón hasta que se convirtió en adulto.
Cuando cumplió los veinte años, se dirigió a Yolco dispuesto a recuperar el
trono que por herencia le pertenecía. Vestía de manera extraña, cubierto con
una piel de pantera, con una lanza en cada mano y con el pie izquierdo
descalzo, según algunos porque había perdido una sandalia cruzando un río y
había ayudado a Hera a cruzarlo, representada como una anciana, y esta más
tarde se lo agradeció. Con esta indumentaria se presentó en la plaza pública de
Yolco en el momento en que su tío Pelias se disponía a celebrar un sacrificio.
Pelias no lo reconoció, pero sintió miedo por el extranjero descalzo. Jasón
permaneció con su padre Esón cinco días y al sexto se presentó a Pelias y le
reclamó el trono que legítimamente le pertenecía. Pelias decidió alejarlo de su
tierra enviándolo a una difícil misión: viajar hasta la Cólquida al pie del Cáucaso,
y traer de allí el vellocino de oro, la piel de un carnero fabuloso que había
salvado la vida a Frixo, antepasado de
Pelias, y lo había trasladado a la Cólquida. Allí Frixo ofreció en sacrificio a Zeus este carnero y luego regaló la piel
del animal, que era de oro, al rey Eetes. Éste lo consagró a
Ares y lo depositó en un árbol custodiado por una serpiente que nunca dormía.
Según otra versión, el propio Jasón, inspirado por Hera, se habría impuesto la
realización de la prueba. Y es que, al presentarse ante Pelias, éste advirtió
su pie descalzo y, comprendiendo el peligro que le anunciaba el oráculo, le
preguntó qué castigo impondría a un individuo que conspirase contra su rey.
Jasón contestó que lo enviaría a buscar el vellocino de
oro, respuesta que se volvió contra él.
Superado este obstáculo, llegaron a la
Cólquida. Jasón anunció a su rey, Eetes, su propósito. Éste
le dijo que le dejaría llevarse el vellocino de
oro si antes conseguía
uncir a los dos toros que lo custodiaban, arar un campo con ellos, arrojar
sobre los surcos unos dientes que había entregado Atenea al rey y luego vencer a la serpiente
que nunca dormía y que permanecía al pie del árbol donde se hallaba el
vellocino. Medea, la hija del rey
Eetes, que era hechicera, se enamoró apasionadamente de Jasón y ayudó a éste a
llevar a buen término su hazaña previo compromiso de Jasón de llevarla consigo
a Yolco, poniendo en práctica su brujería.
Dio a Jasón una pócima mágica para que
no le hicieran daño los toros monstruosos. Habiendo conseguido uncir a los
toros, lanzó los dientes sobre los surcos hechos en la tierra. De ellos
brotaron cientos de hombres armados, llamados Espartos,
que se lanzaron contra el héroe, pero éste, siguiendo las instrucciones de
Medea, arrojó una piedra entre ellos y los ejércitos se enfrentaron entre sí.
Luego, Medea provocó un terrible sueño a la serpiente, Jasón se apoderó de la
preciada piel y huyó con sus hombres, con Medea y con el hermano de ésta, Apsirto,
en su embarcación.
Los hombres
de Eetes persiguieron a la nave y Medea mató a su hermano, que era un niño, lo
despedazó y lo arrojó al mar. El rey Eetes recogió los restos de su hijo y
perdió de vista a los Argonautas. En
otra versión, Apsirto no era niño, sino un hombre adulto que fue enviado por
Eetes al mando de un grupo de colcos armados en persecución de los Argonautas. Los alcanzó
en el Mar Adriático, en la corte de Alcínoo en Istria. Allí Alcínoo se ofreció como juez y dijo en secreto a su
esposa Arete que
decidiría entregar a Medea de vuelta con los colcos si era virgen pero en caso
contrario se la daría a Jasón. Arete informó a Jasón de ello y la noche
anterior al juicio desvirgó a Medea, por lo que al día siguiente, fue entregada
a su esposo. Apsirto no se conformó y continuó persiguiendo a los Argonautas
hasta una isla en la que Jasón estaba realizando sacrificios y fue donde Jasón
mató a Apsirto. A veces se
considera que la muerte de Apsirto fue fruto de una conspiración en la que
intervino también Medea.
Durante el
viaje de regreso, los Argonautas debieron sortear diversos peligros además de
la persecución de los colcos: tempestades, el asedio de las Sirenas, el ataque de los monstruos Escila y Caribdis o el ataque del gigante Talos. Finalmente llegaron a Yolco. Allí Jasón entregó el
vellocino a Pelias y tramó su muerte con ayuda de Medea. Ella convenció a las
hijas de Pelias de que podría devolver la juventud a su padre si lo partieran
en trozos y lo cocieran. Así lo hicieron y provocaron la muerte del rey. Acasto, hijo de Pelias, expulsó a Jasón y a Medea de Yolco.
Entonces
Jasón y Medea huyeron a Corinto, donde vivieron felices durante diez años. Tuvieron dos
hijos. Pero más tarde Jasón repudió a su mujer para casarse con Glauca, hija de Creonte, el rey de Corinto. Medea, para vengarse, acabó con la vida
de Glauca y con la de los hijos que había tenido con Jasón, Mérmero y Feres.
Tras esto,
Jasón regresó a Yolco en una expedición de castigo junto con Peleo y
los Dióscuros contra
el rey Acasto y su esposa. Saquearon la ciudad y Jasón o su hijo Tésalo ocuparon el trono. Hay diversas versiones sobre su
muerte: se decía que se había suicidado a causa de la tragedia causada por
Medea pero también existía la tradición de que había muerto al caerle encima un
trozo de madera podrida de la nave Argo.
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