La ARÍSTOCRACIA es un concepto político cuya acepción
más inmediata se refiere a aquellas personas en cuyo nombre recae el poder
político y económico de un país, transmutado por derecho hereditario.
A la clase
de los aristócratas se les llama también «los nobles» o «la nobleza». En los países europeos, por ejemplo, los aristócratas o nobles son los reyes, príncipes, duques, condes, barones, o los que traen causa por nobleza marcadamente militar como adelantados, almirantes, marqueses pero
también, en ocasiones, algunos emperadores. En tiempos pasados la Antigua Roma tuvo
a los patricios como clase aristocrática y en otros países, como Japón, los nobles del pasado fueron primero los daimyō de
alto rango y más tarde los kazoku, en
la India eran
los chatrías, etc.
Una segunda
acepción del término «aristocracia» considera que este no se refiere a quienes
ya gobiernan de facto por
haber heredado un título de nobleza sino que se refiere a quienes deberían gobernar
por ser los más capacitados para ello, sin importar el que sean o no los
portadores de un título hereditario. Siguiendo el mismo principio puede
considerarse también que el alto nivel de la posición social, por ejemplo un alto
nivel económico, sea también un criterio para identificar a las personas que
deben gobernar; otros criterios tradicionalmente relacionados con esta segunda
acepción de la aristocracia son la plutocracia gobierno de los ricos o la democracia gobierno
del pueblo.
Muchos
pensadores del mundo antiguo como Platón o Cicerón veían
en la república aristocrática al mejor sistema de gobierno para
el hombre. Tal poder sería liderado por una elite intelectual
y basada en sus conocimientos y estudios, separándose así del vulgo y de la
masa inculta. A este sistema se le llama sofocracia.
La aristocracia existía en la Antigua
Atenas, con anterioridad al periodo de las guerras
persas del siglo
V a. C., y en Esparta,
prácticamente durante toda su historia. Lo mismo ocurrió en la Antigua Roma durante el periodo de la República romana, desde el siglo VI
hasta el I a. C.
Durante el periodo Heian 794-1185, Japón era una aristocracia de hecho,
con unos cuantos miembros de la alta nobleza
la mayoría de un solo clan, el Fujiwara
gobernando en nombre de emperadores títeres.
Platón y Aristóteles emplearon la palabra en su sentido
original. Para Platón, «los mejores» eran los filósofos,
buscadores de la verdad y de un claro sistema ético.
Aristóteles, distinguió la aristocracia de la monarquía,
gobierno de uno solo, y de la democracia,
gobierno del pueblo.
En la teoría aristotélica,
los pocos ejercen el poder en beneficio del todo. Cuando no lo hacen así, la
aristocracia se convierte en oligarquía,
gobierno de facción. Más allá de su sentido originario, para griegos y romanos las aristocracias fueron clases
sociales bien definidas, que ejercían el poder o se empeñaban en manejarlo
detrás de la escena.
Durante la Edad Media europea no existió una verdadera aristocracia,
puesto que, aunque el poder político se hallara en manos de unos pocos, cada
señor feudal era dueño absoluto de su propio
dominio. En Inglaterra el gobierno vigente desde la subida al
trono de la casa de
Hannover en 1714 y a lo largo del siglo XIX,
aunque de naturaleza parlamentaria, era en realidad una aristocracia, pues tanto el rey como el Parlamento eran
controlados por unas pocas familias. Tras el proceso de emancipación de América
Latina, en algunos de los nuevos países surgidos del mismo, se
dieron algunas inclinaciones hacia formas de gobierno aristocrático, que no
prosperaron.
Esto significa que desde la Edad Antigua se identifica al término como un
estrato social elevado y minoritario. En la Alta Edad
Media, las monarquías no
daban lugar al crecimiento de las aristocracias. En la medida en que se
desarrollaron las cortes, los títulos nobiliarios habilitaron a nuevos aristócratas
que influían decisivamente en la política de los reinos.
En la práctica, históricamente casos significativos de aristocracia se dieron
en Venecia y Polonia,
ya que generalmente el poder lo ejercieron los reyes o, en la era contemporánea, los
representantes del pueblo.
En la actualidad, el término
aristocracia se usa en un sentido más genérico en diferentes contextos para
referirse a un grupo reducido y selecto considerado superior en diversas
categorías, como por ejemplo, la aristocracia de linaje, de riqueza o
intelectual. De hecho, el término define un régimen político en el que el poder está en manos de las clases altas de la sociedad.
Con el mismo nombre, se designa a los nobles, y se
usa «aristocracia» como sinónimo de nobleza.
Sin embargo, hoy en día se designan
como aristocracia a la nobleza y a las clases altas,
por tradición o linaje, en cualquier sociedad. En un sentido más amplio, el
término se usa para hablar de grupos selectos y excluyentes en diversos
ambientes o contextos por ejemplo, la «aristocracia financiera», la
«aristocracia del saber», incluso la «aristocracia proletaria», por los
trabajadores mejor remunerados.
La aristocracia de nuestro siglo XXI se encuentra presente en todos los
países constitucionalmente nacidos. Un ejemplo claro, son las casas reales
europeas, hoy no reinantes, como los Bonaparte y los Orleans franceses, los
Hohenzollern alemanes, los Habsburgo austríacos y los Saboya italianos, todos
ellos emparentados entre sí y con las monarquías reinantes de Europa, por
cuestiones de parentesco. Todas estas familias, cuentan con miembros, que si
bien, no están en el trono, tienen una notable presencia en el mundo político,
financiero, cultural y social, aunque sea pequeñas, pero notables. En Latinoamérica,
podemos contar con Luis de Orleans-Braganza, jefe de la Casa
Imperial de Brasil; en otros países de la región no se reconocen los títulos
aristocráticos, como en Argentina,
que bien podría ser los descendientes de Manuel
Belgrano y de José de San Martín.
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