La AGORAFOBIA es un trastorno de ansiedad que consiste en el miedo a las situaciones cuya evitación es
difícil o embarazosa, o donde no se puede recibir ayuda en caso de sufrir una
crisis de pánico.
Un ataque de pánico o crisis de ansiedad consiste en un
cuadro clínico caracterizado por el aumento de la frecuencia y presión
sanguínea, la respiración agitada, sudor, sensación de ahogo, mareo, temblores
y despersonalización.
La
agorafobia es miedo al miedo. Los agorafóbicos temen las situaciones que puedan
generarles sensaciones de ansiedad, miedo a la propia activación fisiológica y
a los pensamientos sobre las consecuencias de experimentarlas, como la idea de
morir.
De acuerdo con la etimología de la
palabra, la agorafobia está especialmente relacionada con el temor intenso a
los espacios abiertos o públicos en los que pueden presentarse aglomeraciones.
La palabra procede de los términos griegos "ágora",
"plaza",
y "phobos",
"miedo".
La agorafobia está estrechamente
relacionada con el trastorno de pánico, y no es raro que ambos
trastornos sean como mórbidos.
Entre los miedos que experimenta el agorafóbico están el miedo a vivir una
crisis, a desmayarse, a sufrir un infarto, a perder el control, a hacer el
ridículo, etc.
El trastorno se genera por alguna
experiencia negativa por parte de la persona, quien al evitar las situaciones
parecidas está desarrollando un mecanismo de aprendizaje que hace permanecer el
problema. Entre los factores de riesgo se pueden incluir episodios relacionados
con intensos niveles de pánico o experimentar eventos estresantes, incluido el
abuso sexual o físico durante la infancia. El tratamiento cognitivo-conductual
de la agorafobia es el más exitoso entre los utilizados y se basa en someter al
paciente a una exposición gradual a las situaciones que típicamente le provocan
la ansiedad.
La agorafobia suele incluir o
desarrollar en la persona afectada otras fobias más específicas, tales como
estar o quedarse solo/a anuptafobia, fobia a los
lugares cerrados claustrofobia, a las alturas acrofobia,
al agua hidrofobia,
a estar rodeado de gente enoclofobia, a las enfermedades
hipocondría,
al día o a la noche nictofobia, al tiempo/clima cronofobia e incluso al sexo erotofobia.
El agorafóbico tiende a evitar
situaciones potencialmente ansiógenas, como lo pueden ser salir de casa, usar
transportes públicos, ir de compras, comer en restaurantes, entrar al cine,
hacer deporte, viajar, estar en lugares públicos o áreas amplias, etc. Estas
situaciones pueden representar un grave problema en la vida del agorafóbico,
pudiendo llevar a la persona afectada a casi no salir de su casa con el fin de
tratar de evitar la gran cantidad de ansiedad causada por el pánico.
Este trastorno tiene un mayor
porcentaje de pacientes mujeres que hombres. Entre un 1% y un 5% de la
población española ha desarrollado un episodio psicológico relacionado con la
agorafobia durante su vida.
Al igual que otras fobias, el tratamiento más habitual es de tipo conductual o cognitivo-conductual.
La gran
mayoría de las personas agorafóbicas experimentan una serie de emociones
desencadenadas por la respuesta de ansiedad al ser sometidas o expuestas al estímulo causante. El
afectado siente intensas sensaciones fisiológicas que aparecen súbitamente o
como venidas de la nada, aumentando gradualmente y apareciendo una tras otra o
varias combinaciones a la vez, según la persona entre en un estado emocional
agudo.
Cada persona experimenta toda una
serie de respuestas fisiológicas en cada uno de sus ataques de pánico, y lo que
hace es buscar ayuda de la manera posible e inmediata para salir de tal
situación, para disminuir o cortar las emociones y que a su vez le mantenga a
salvo.
No obstante con los síntomas, a todo
esto aparecen automáticamente "pensamientos negativos o
catastróficos" que por obvias razones, hace que aumente la respuesta
fisiológica, convirtiendo su ansiedad en un verdadero pánico, volviendo así un
caos la estabilidad emocional del afectado, ya que se siente extremadamente
fuera de control y asegura que su estado físico-emocional no terminará y
culminará en algo catastrófico morir posiblemente.
Es importante resaltar que los
pensamientos negativos o catastróficos aparecen automáticamente y como venidos
de la nada, aún cuando la persona se esfuerce en no tenerlos, lo que a su vez
aumenta la respuesta fisiológica. Dependiendo de la sensación más aguda que se
experimente, es el pensamiento que su sistema nervioso autónomo cerebro dará;
donde frecuentemente aparece el miedo
Para que suceda un infarto o accidente
cardíaco, se necesitan características muy específicas, como: lesiones graves
en el corazón o arterias circundantes, exceso de ácidos grasos en la sangre,
sobrepeso, vida sedentaria, consumo excesivo de alcohol, tabaco u otras drogas,
antecedentes genéticos, edad avanzada. Debe quedar claro que el estrés por sí solo no causa accidentes
cardíacos, aunque se esté en el peor de los ataques de pánico y reuniendo
algunas de las características antes mencionadas la posibilidad es muy baja.
Lo que sucede en realidad es que
aparece una subida brusca en la frecuencia cardíaca para enviar más oxígeno a
los tejidos y músculos del cuerpo, ya que nuestro organismo se prepara para
correr o luchar. Por lo tanto, más que provocar un accidente cardíaco, lo que
hace las subidas bruscas en la frecuencia cardíaca es fortalecer el corazón.
Así, la próxima vez que se note esta sensación se debe pensar que se ha
iniciado un entrenamiento de nuestro corazón.
Lo primero a resaltar es que la
ansiedad, pero sobre todo el pánico, solo aparece en ciertas condiciones,
provocado por situaciones, estímulos ambientales o corporales muy específicos;
siendo que las principales situaciones que existen en una persona agorafóbica
son las siguientes:
Ataque de pánico en una situación
agorafóbica. Este es
un ataque de modo previsible provocado por el estímulo externo lugar, ya que la
persona ha tenido ataques en la misma situación y cree que hay muchas
posibilidades de sufrirlo nuevamente, lo cual hace que aumente su temor, y al
final termina teniendo el ataque. Generalmente la persona estimula su miedo
inconscientemente, sugestionándose al momento de estar en tal situación, por la
que se ve obligado a huir del lugar.
Ataque de pánico previsible en una
situación segura.
Este ataque surge a raíz de estar muy activado emocionalmente, ya sea por
alegría, estrés, tristeza, enfado o preocupación, sin importar si se está en
una situación donde la persona se sienta segura. El miedo aumenta al sentir que
no se puede tener un control repentino para cortar las emociones y regresar a
la normalidad.
Ataque de pánico imprevisible en una
situación segura. En
este caso, el pánico sucede cuando la persona se encuentra en un sitio
catalogado por ella misma como “seguro” o de “anti pánico” y su estímulo
disparador es interno. De pronto y sin previo aviso el cuerpo toma ciertas
funciones fisiológicas o cambios corporales vitales que hacen que la persona
los malinterprete con pensamientos catastróficos auto vigilancia, produciendo
una gran cantidad de ansiedad y al final termina con el ataque. Estos cambios
se producen ya sea por el ambiente calor/frío, por esfuerzo físico o ejercicio,
digestión, cansancio o enfermedad.
Ataque de pánico por anticipación. Aquí la persona asegura que sufrirá un
ataque si es expuesta al estímulo disparador de ansiedad, lo cual hace que
sufra el ataque aún sin antes haber sido expuesta al estímulo. Esto sucede
debido a que la persona siente ansiedad momentos antes de su exposición, por lo
que se anticipa a ella momentos antes de enfrentarse, su ansiedad es tal, que
culmina en lo que intenta evitar, pánico.
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