El HENOTEÍSMO o monolatría
es la creencia religiosa según la cual se reconoce la
existencia de varios dioses, pero sólo uno de
ellos es suficientemente digno de adoración por parte del fiel.
Históricamente, el henoteísmo ha
aparecido en pueblos politeístas que, por ciertas circunstancias de
carácter espiritual, han alcanzado el monoteísmo. De esta manera el henoteísta
no es un politeísta ni un monoteísta en sentido estricto. El henoteísmo
comparte con el politeísmo la creencia en varios dioses, aunque no los
considera tan dignos de veneración como el dios propio del henoteísta. Y
comparte con el monoteísmo la creencia de que sólo un único dios es merecedor
de adoración, aunque no niega frontalmente la existencia de otros dioses.
En las antiguas creencias, los dioses
eran territoriales, es decir, su poder cubría un territorio determinado, así
como el de los reyes sobre la Tierra. El concepto de un único dios que con su
poder alcanza a todo el universo es muy posterior, de la época de los profetas,
quienes denostaron a los otros dioses como ídolos que "tienen ojos y no
ven, tienen boca y no comen". En ese período, el primitivo henoteísmo
hebreo se transformó en el riguroso monoteísmo judío actual.
Entre muchos de los nombres que
aparecen en el Antiguo Testamento para nominar al dios hebreo se encuentra el
nombre Elohim. Este nombre es una palabra plural, que si bien puede referirse a
“dioses”, también tiene una forma singular, Eloha. Es de notar que ambas
palabras son utilizadas tanto en referencia a dioses paganos como a un solo
dios pagano, sin discriminar su uso para el dios hebreo al mismo tiempo.
También, los actuales egiptólogos,
consideran henoteísmo el culto a Atón en el Antiguo Egipto, posible precedente
del henoteísmo judío.
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