jueves, 30 de mayo de 2013

EL VALOR DE LA HONESTIDAD



Se cuenta que allá por el año 250 A.C. en la China antigua, un príncipe del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley debería de estar casado.
 
Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte, para ver quien sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.
 
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó el comentario sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe.
 
Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó: "Hija mía, ¿Qué vas a hacer allá? todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea de la cabeza. Sé que debes de estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva una locura"
 
Y la hija respondió: "No querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará muy feliz"
 
Por la noche la joven llegó al palacio. Ahí estaban todas las muchachas más bellas, con las más hermosas ropas, con las más finas joyas y con las más determinadas intenciones.
 
Entonces, finalmente, el príncipe anunció: "Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses, será escogida por mí parta esposa y futura emperatriz de China"
 
La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo sean; costumbres, amistades, relaciones. Etc.
 
El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura su semilla, pues sabía que si le bella flor surgía como su amor, no tenía que preocuparse por el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó.
 
La joven intentó todos los métodos que conocía, pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin pasaron los seis meses y nada había brotado.
 
Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar de las circunstancias ella regresaría al palacio a la fecha y hora acordadas, solo para estar cerca del príncipe por unos momentos.
 
En la hora señalada estaba ahí con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores.
 
Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención.
 
Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todas las presentes tuvieron las más inesperadas reacciones, nadie entendía, por qué, él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.
 
Entonces, con calma el príncipe explicó: "Esta joven fue la única que cultivó la flor que la hizo convertirse en emperatriz, me trajo la flor de la HONESTIDAD. Todas las semillas que les entregué eran estériles.
 
 
 


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