lunes, 16 de enero de 2017

OVEJA



La OVEJA es un mamífero cuadrúpedo ungulado doméstico, usado como ganado. Como todos los rumiantes, las ovejas son artiodáctilos, o animales con pezuñas. A pesar de que el término «oveja» se aplica a muchas especies del género Ovis, por lo general hace referencia a la subespecie doméstica de Ovis orientalis.
Posiblemente desciendan del muflón salvaje de Europa y Asia, y fueron uno de los primeros animales en ser domesticados para fines agrícolas, criadas principalmente por su lana, carne y leche. La lana de oveja es la fibra animal más utilizada y por lo general se recoge mediante esquila. Su carne recibe el nombre de carne de cordero cuando es de un animal joven y de ovino mayor o carnero cuando proviene de animales de más de un año. También se crían como organismo modelo para la investigación científica.
La cría de ovejas se practica en casi todo el mundo y ha sido fundamental para muchas civilizaciones. En 2014 la FAO reflejaba la existencia de más de 1200 millones de cabezas en todo el mundo, con China como mayor productor, con más de 200 millones (un 1.7 % del total), seguida por Australia con 72 y la India con 63 millones de cabezas.
Como animal clave en la historia de la ganadería, las ovejas están profundamente arraigadas en la cultura humana y aparecen representadas tanto en el lenguaje moderno como en la simbología. Como ganado, se asocian generalmente con imágenes pastoriles y arcadianas.
Aparecen en muchos mitos —como el del vellocino de oro— y en las grandes religiones, especialmente en las abrahámicas. Tanto en los ritos religiosos antiguos como en los modernos, se han utilizado como animales de sacrificio.
Linneo clasificó a las ovejas domésticas en 1758 en la especie Ovis aries. Aunque posteriormente se demostró que las ovejas domésticas actuales y su antepasado silvestre: el muflón oriental (Ovis orientalis) pertenecían a una misma especie y debía asignárseles un único nombre científico, la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó en 2003 en la opinión 2027 que las ovejas, al igual que otras 17 especies domésticas, debían nombrarse como su variedad salvaje, Ovis orientalis, para evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los silvestres, fueran nombrados como subespecies de sus descendientes. Por lo tanto el nombre específico que prevalece para las ovejas y muflones es Ovis orientalis, quedando el término aries como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica (aun cuando generalmente en casos como este se aplicaría el "principio de prioridad" que establece que debe permanecer como nombre específico el primero en haber sido registrado, siendo aries el más antiguo).
Las tres palabras que componen su nombre científico provienen del latín: ovis, oveja; orientalis, procedente de Oriente; y aries -ĕtis, literalmente 'carnero'.
Su nombre común, oveja, proviene del latín ovicŭla, diminutivo de ovis, al igual que el adjetivo referido a este ganado: ovino. El sustantivo femenino oveja se utiliza para referirse tanto a la hembra como en genérico para ambos géneros de la especie, y carnero (del latín [agnus] carnarius '[cordero] de carne') para el macho, aunque en ocasiones para referirse también a la especie.
El léxico en español relativo a la especie y a su ganadería es muy extenso, con numerosas variantes dependiendo del país, la región o incluso a nivel local. El Diccionario de la lengua española recoge muchos términos, tanto comunes a la ganadería en general como específicos de esta especie, como badana (piel curtida de oveja o carnero), borrego (cordero de uno o dos años), borro (cordero que pasa de un año y no llega a dos), ciclán (borrego o primal cuyos testículos están en el vientre y no salen al exterior), cordero (para referirse a las crías), morionda (hembra en celo), mardano (carnero padre), ovejo (en algunos países sudamericanos, oveja macho), marueco/morueco (carnero padre o utilizado para la reproducción), pécora (res de ganado lanar), primala (oveja que tiene más de un año y no llega a dos), ternasco (en Aragón, cordero que aún no ha pastado), vedija (mechón de lana o pelo enredado), vellón (lana de oveja esquilada) o zalea (cuero curtido que conserva la lana), por ejemplo.
Linneo clasificó a las ovejas domésticas en 1758 en la especie Ovis aries. Aunque posteriormente se demostró que las ovejas domésticas actuales y su antepasado silvestre: el muflón oriental (Ovis orientalis) pertenecían a una misma especie y debía asignárseles un único nombre científico, la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó en 2003 en la opinión 2027 que las ovejas, al igual que otras 17 especies domésticas, debían nombrarse como su variedad salvaje, Ovis orientalis, para evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los silvestres, fueran nombrados como subespecies de sus descendientes. Por lo tanto el nombre específico que prevalece para las ovejas y muflones es Ovis orientalis, quedando el término aries como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica (aun cuando generalmente en casos como este se aplicaría el "principio de prioridad" que establece que debe permanecer como nombre específico el primero en haber sido registrado, siendo aries el más antiguo).
Las tres palabras que componen su nombre científico provienen del latín: ovis, oveja; orientalis, procedente de Oriente; y aries -ĕtis, literalmente 'carnero'.
Su nombre común, oveja, proviene del latín ovicŭla, diminutivo de ovis, al igual que el adjetivo referido a este ganado: ovino. El sustantivo femenino oveja se utiliza para referirse tanto a la hembra como en genérico para ambos géneros de la especie, y carnero (del latín [agnus] carnarius '[cordero] de carne') para el macho, aunque en ocasiones para referirse también a la especie.
El léxico en español relativo a la especie y a su ganadería es muy extenso, con numerosas variantes dependiendo del país, la región o incluso a nivel local. El Diccionario de la lengua española recoge muchos términos, tanto comunes a la ganadería en general como específicos de esta especie, como badana (piel curtida de oveja o carnero), borrego (cordero de uno o dos años), borro (cordero que pasa de un año y no llega a dos), ciclán (borrego o primal cuyos testículos están en el vientre y no salen al exterior), cordero (para referirse a las crías), morionda (hembra en celo), mardano (carnero padre), ovejo (en algunos países sudamericanos, oveja macho), marueco/morueco (carnero padre o utilizado para la reproducción), pécora (res de ganado lanar), primala (oveja que tiene más de un año y no llega a dos), ternasco (en Aragón, cordero que aún no ha pastado), vedija (mechón de lana o pelo enredado), vellón (lana de oveja esquilada) o zalea (cuero curtido que conserva la lana), por ejemplo.
Las ovejas son unos rumiantes de tamaño relativamente pequeño, generalmente con un pelo rizado que recibe el nombre de lana y a menudo con cuernos laterales en forma de espiral. Las ovejas domésticas se diferencian de sus antepasados y sus parientes salvajes en varios aspectos, habiéndose convertido en una especie neoténica como resultado de la crianza selectiva realizada por los seres humanos. Algunas razas primitivas todavía conservan algunas de las características de sus parientes salvajes, como las colas cortas. Según la raza, las ovejas pueden no tener cuernos, tenerlos ambos sexos, o solo los machos. La mayoría de las razas con cuernos tienen solo un par, pero algunas pueden tener varios.
Otra característica distintiva de las ovejas domésticas respecto a los ovinos salvajes es su gran variedad de coloración. Las ovejas salvajes por lo general solo se encuentran en tonos marrones y con variaciones extremadamente limitadas. En cambio la gama de coloración en las domésticas va desde un blanco puro hasta un marrón chocolate oscuro e incluso a manchas. La selección por parte de los humanos en favor de la lana blanca, que puede teñirse fácilmente, se realizó en los inicios de su domesticación y como la lana blanca es un rasgo dominante se extendió rápidamente. A pesar de ello, muchas razas modernas son de colores distintos al blanco, e incluso pueden aparecer como un rasgo recesivo en rebaños blancos. Si bien la lana blanca es conveniente para los grandes mercados comerciales, hay un nicho de mercado para la de color, sobre todo para hilado artesanal. La naturaleza de la lana varía dependiendo de las razas, desde densa y muy ondulada, a larga y fina, con variaciones de tipo y calidad incluso entre miembros de la misma manada.
Su altura y peso varían dependiendo de la raza. El ritmo de crecimiento y su peso adulto es un rasgo hereditario y a menudo se seleccionan en la cría.19 Las hembras suelen pesar entre 45 y 100 kg y los machos entre 45 y 160 kg.20 Su dentición temporaria o de leche está formada por 20 dientes y la de adulto por 32. La adulta está formada por 12 molares, 12 premolares y 8 dientes frontales, pero hay cierto desacuerdo en cuanto a si son 8 incisivos o 6 incisivos y 2 caninos con forma de incisivos, con lo que su fórmula dentaria sería {\displaystyle {\tfrac {0.0.3.3}{4.0.3.3}}} o {\displaystyle {\tfrac {0.0.3.3}{3.1.3.3}}}Al igual que otros rumiantes, sus dientes frontales se encuentran en el maxilar inferior y muerden contra una formación cartilaginosa sin dientes en el maxilar superior denominada rodete dentario, que utilizan para arrancar vegetales mientras los dientes traseros los muelen antes de tragar. Hay una gran separación entre los dientes frontales y los premolares. Durante el proceso de cambio de dentición de leche a permanente es posible determinar la edad de una oveja a partir de sus dientes frontales, pues aproximadamente cada año le nacen un par de incisivos, hasta los cuatro o cuatro años y medio, cuando ya completan su dentición. A medida que envejecen sus dientes frontales comienzan a desgastarse, lo que dificulta su alimentación y repercute en su salud y productividad. Por esta razón, el declive de las ovejas domésticas que pastan en prados suele comenzar a partir de los cuatro años, con una esperanza de vida media de entre diez y doce años, aunque algunas pueden llegar a vivir hasta veinte.

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