La OVEJA es un mamífero cuadrúpedo
ungulado doméstico,
usado como ganado.
Como todos los rumiantes,
las ovejas son artiodáctilos,
o animales con pezuñas. A pesar de que el término «oveja» se aplica a muchas
especies del género Ovis, por lo general hace referencia a la subespecie
doméstica de Ovis
orientalis.
Posiblemente
desciendan del muflón salvaje de Europa y Asia, y fueron uno
de los primeros animales en ser domesticados para fines agrícolas,
criadas principalmente por su lana, carne y leche. La lana de oveja es la fibra animal más
utilizada y por lo general se recoge mediante esquila. Su carne recibe el nombre de carne de
cordero cuando es de
un animal joven y de ovino mayor o carnero cuando proviene de animales de más
de un año. También se crían como organismo
modelo para la
investigación científica.
La cría de
ovejas se practica en
casi todo el mundo y ha sido fundamental para muchas civilizaciones. En 2014 la FAO reflejaba la existencia de más de 1200
millones de cabezas en todo el mundo, con China como
mayor productor, con más de 200 millones (un 1.7 % del total), seguida por Australia con 72 y la India con 63 millones de cabezas.
Como animal
clave en la historia de la ganadería,
las ovejas están profundamente arraigadas en la cultura humana y aparecen
representadas tanto en el lenguaje moderno como en la simbología. Como ganado,
se asocian generalmente con imágenes pastoriles y arcadianas.
Aparecen
en muchos mitos —como el del vellocino de
oro— y en las grandes religiones, especialmente en las abrahámicas. Tanto en los ritos religiosos antiguos como en los
modernos, se han utilizado como animales de sacrificio.
Linneo clasificó a las ovejas domésticas en
1758 en la especie Ovis aries. Aunque posteriormente se
demostró que las ovejas domésticas actuales y su antepasado silvestre: el muflón
oriental (Ovis orientalis) pertenecían a una
misma especie y debía asignárseles un único nombre científico, la Comisión
Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó en 2003 en la opinión 2027 que las ovejas, al igual que otras 17
especies domésticas, debían nombrarse como su variedad salvaje, Ovis
orientalis, para evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los
silvestres, fueran nombrados como subespecies de sus descendientes. Por lo
tanto el nombre específico que prevalece para las ovejas y muflones es Ovis
orientalis, quedando el término aries como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica (aun cuando generalmente en casos como
este se aplicaría el "principio de prioridad" que establece que debe
permanecer como nombre específico el primero en haber sido registrado, siendo aries el más antiguo).
Las tres
palabras que componen su nombre científico provienen del latín: ovis,
oveja; orientalis, procedente de Oriente; y aries
-ĕtis, literalmente 'carnero'.
Su nombre común,
oveja, proviene del latín ovicŭla, diminutivo de ovis,
al igual que el adjetivo referido a este ganado: ovino. El sustantivo femenino oveja se
utiliza para referirse tanto a la hembra como en genérico para ambos géneros de
la especie, y carnero (del latín [agnus] carnarius '[cordero] de carne') para
el macho, aunque en ocasiones para referirse también a la especie.
El léxico en
español relativo a la especie y a su ganadería es muy extenso, con numerosas
variantes dependiendo del país, la región o incluso a nivel local. El Diccionario de la lengua española recoge muchos términos, tanto comunes
a la ganadería en general como específicos de esta especie, como badana (piel curtida de oveja o carnero), borrego (cordero de uno o dos años), borro (cordero que pasa de un año y no llega
a dos), ciclán (borrego o primal cuyos testículos
están en el vientre y no salen al exterior), cordero (para referirse a las crías), morionda (hembra en celo), mardano (carnero padre), ovejo (en algunos países sudamericanos,
oveja macho), marueco/morueco (carnero padre o utilizado para la
reproducción), pécora (res de ganado lanar), primala (oveja que tiene más de un año y no
llega a dos), ternasco (en Aragón,
cordero que aún no ha pastado), vedija (mechón de lana o pelo enredado), vellón (lana de oveja esquilada) o zalea (cuero curtido que conserva la lana),
por ejemplo.
Linneo clasificó a las ovejas domésticas en
1758 en la especie Ovis aries. Aunque posteriormente se
demostró que las ovejas domésticas actuales y su antepasado silvestre: el muflón
oriental (Ovis orientalis) pertenecían a una
misma especie y debía asignárseles un único nombre científico, la Comisión
Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó en 2003 en la opinión 2027 que las ovejas, al igual que otras 17
especies domésticas, debían nombrarse como su variedad salvaje, Ovis
orientalis, para evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los
silvestres, fueran nombrados como subespecies de sus descendientes. Por lo
tanto el nombre específico que prevalece para las ovejas y muflones es Ovis
orientalis, quedando el término aries como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica (aun cuando generalmente en casos como
este se aplicaría el "principio de prioridad" que establece que debe
permanecer como nombre específico el primero en haber sido registrado, siendo aries el más antiguo).
Las tres
palabras que componen su nombre científico provienen del latín: ovis,
oveja; orientalis, procedente de Oriente; y aries
-ĕtis, literalmente 'carnero'.
Su nombre común,
oveja, proviene del latín ovicŭla, diminutivo de ovis,
al igual que el adjetivo referido a este ganado: ovino. El sustantivo femenino oveja se
utiliza para referirse tanto a la hembra como en genérico para ambos géneros de
la especie, y carnero (del latín [agnus] carnarius '[cordero] de carne') para
el macho, aunque en ocasiones para referirse también a la especie.
El léxico en
español relativo a la especie y a su ganadería es muy extenso, con numerosas
variantes dependiendo del país, la región o incluso a nivel local. El Diccionario de la lengua española recoge muchos términos, tanto comunes
a la ganadería en general como específicos de esta especie, como badana (piel curtida de oveja o carnero), borrego (cordero de uno o dos años), borro (cordero que pasa de un año y no llega
a dos), ciclán (borrego o primal cuyos testículos
están en el vientre y no salen al exterior), cordero (para referirse a las crías), morionda (hembra en celo), mardano (carnero padre), ovejo (en algunos países sudamericanos,
oveja macho), marueco/morueco (carnero padre o utilizado para la
reproducción), pécora (res de ganado lanar), primala (oveja que tiene más de un año y no
llega a dos), ternasco (en Aragón,
cordero que aún no ha pastado), vedija (mechón de lana o pelo enredado), vellón (lana de oveja esquilada) o zalea (cuero curtido que conserva la lana),
por ejemplo.
Las ovejas
son unos rumiantes de tamaño
relativamente pequeño, generalmente con un pelo rizado que recibe el nombre de lana y
a menudo con cuernos laterales
en forma de espiral. Las ovejas domésticas se diferencian de sus antepasados y
sus parientes salvajes en varios aspectos, habiéndose convertido en una especie neoténica como
resultado de la crianza selectiva realizada por los seres humanos. Algunas razas primitivas todavía
conservan algunas de las características de sus parientes salvajes, como las
colas cortas. Según la raza, las ovejas pueden no tener cuernos, tenerlos ambos
sexos, o solo los machos. La mayoría de las razas con cuernos tienen solo un
par, pero algunas pueden tener varios.
Otra
característica distintiva de las ovejas domésticas respecto a los ovinos
salvajes es su gran variedad de coloración. Las ovejas salvajes por lo general
solo se encuentran en tonos marrones y con variaciones extremadamente
limitadas. En cambio la gama de coloración en las domésticas va desde un blanco
puro hasta un marrón chocolate oscuro e incluso a manchas. La selección por parte de los humanos
en favor de la lana blanca, que puede teñirse fácilmente, se realizó en los
inicios de su domesticación y como la lana blanca es un rasgo dominante se extendió rápidamente. A pesar de
ello, muchas razas modernas son de colores distintos al blanco, e incluso
pueden aparecer como un rasgo recesivo en rebaños blancos. Si bien la lana blanca es conveniente
para los grandes mercados comerciales, hay un nicho de
mercado para la de
color, sobre todo para hilado artesanal. La naturaleza de la lana varía
dependiendo de las razas, desde densa y muy ondulada, a larga y fina, con
variaciones de tipo y calidad incluso entre miembros de la misma manada.
Su altura y
peso varían dependiendo de la raza. El ritmo de crecimiento y su peso adulto es
un rasgo hereditario y a menudo se seleccionan en la cría.19 Las hembras suelen pesar entre 45 y
100 kg y los machos entre 45 y 160 kg.20 Su dentición temporaria o de leche
está formada por 20 dientes y la de adulto por 32. La adulta está formada por 12 molares,
12 premolares y 8 dientes frontales, pero hay cierto desacuerdo en cuanto a si
son 8 incisivos o 6 incisivos y 2 caninos con forma de incisivos, con lo que su fórmula dentaria sería o Al
igual que otros rumiantes, sus dientes frontales se encuentran en el maxilar
inferior y muerden contra una formación cartilaginosa sin dientes en el maxilar
superior denominada rodete dentario, que utilizan para arrancar vegetales
mientras los dientes traseros los muelen antes de tragar. Hay una gran
separación entre los dientes frontales y los premolares. Durante el proceso de
cambio de dentición de leche a permanente es posible determinar la edad de una
oveja a partir de sus dientes frontales, pues aproximadamente cada año le nacen
un par de incisivos, hasta los cuatro o cuatro años y medio, cuando ya
completan su dentición. A medida
que envejecen sus dientes frontales comienzan a desgastarse, lo que dificulta
su alimentación y repercute en su salud y productividad. Por esta razón, el
declive de las ovejas domésticas que pastan en prados suele comenzar a partir de los cuatro
años, con una esperanza de vida media de entre diez y doce años, aunque algunas
pueden llegar a vivir hasta veinte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario