viernes, 2 de agosto de 2013

LA NOCHE DE LOS CUCHILLOS LARGOS



La Noche de los cuchillos largo u Operación Colibrí fue una purga que tuvo lugar en Alemania entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934, cuando el régimen nazi llevó a cabo una serie de asesinatos políticos. Se puede incluir dentro del marco de actos que realizó el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán para apoderarse de todas las estructuras del Estado alemán. Muchos de los que fueron asesinados esos días pertenecían a las Sturmabteilung SA, una organización paramilitar nazi. Adolf Hitler se opuso a las SA y a su líder, Ernst Röhm, porque el dirigente alemán percibía la independencia de las SA y la inclinación de sus miembros hacia la violencia callejera como una amenaza contra su poder. Hitler, además, quería el apoyo de los jefes de la Reichswehr, la organización militar oficial de Alemania, que temían y despreciaban a las SA y, en particular, la ambición de Röhm para que las SA absorbieran a la Reichswehr bajo su liderazgo. Finalmente, Hitler usó la purga para atacar o eliminar a los críticos con su régimen, especialmente contra aquellos que eran leales al vicecanciller Franz von Papen, y para vengarse de sus antiguos enemigos.

Murieron al menos 85 personas durante la purga, aunque el número total de fallecidos pudo ascender a cientos, y más de mil oponentes del régimen fueron arrestados. La mayor parte de los asesinatos los llevaron a cabo las Schutzstaffel SS, un cuerpo de élite nazi, y la Gestapo acrónimo de Geheime Staats polizei, «Policía Secreta del Estado», la policía secreta del régimen. La purga reforzó y consolidó el apoyo de la Reichswehr a Hitler, aportando fundamentos jurídicos al régimen, ya que las cortes alemanas rápidamente dejaron a un lado cientos de años de prohibición de ejecuciones extrajudiciales para demostrar su lealtad al régimen.

Antes de la ejecución, quienes la planearon se referían a ella como «Colibrí» en alemán, Kolibri, ya que esta era la contraseña que se usaría para enviar a los escuadrones de ejecución el día elegido. Parece ser que el nombre en clave de la operación fue elegido arbitrariamente. La frase «Noche de los cuchillos largos» en alemán es anterior a esta masacre y se refiere en general a cualquier acto de venganza. Su origen podría estar en la matanza de los hombres de Vortigern por los mercenarios anglos, sajones y juntos del mito del rey Arturo, que recibió el mismo nombre. Actualmente, los alemanes aún usan el término Röhm-Putsch golpe de Röhm para describir este suceso. Este es el nombre que usaron durante el régimen nazi para indicar que los asesinados tenían que ser necesariamente eliminados para evitar un golpe de Estado. Muchos autores alemanes suelen entrecomillar este nombre o nombrarlo como el así llamado «Röhm-Putsch».

El presidente Paul von Hindenburg nombró a Hitler canciller el 30 de enero de 1933. A lo largo de los meses siguientes, durante la llamada Gleichschaltung «Sincronización» en alemán, Hitler logró prohibir todos los partidos políticos rivales de Alemania, y en el verano de ese mismo año, el país se había convertido en un Estado unipartidista bajo el control del partido único, el Partido Nazi. Sin embargo, pese a la rápida consolidación de su autoridad política, Hitler no ejercía el poder absoluto. Como canciller, no lideraba el ejército, que estaba subordinado a Hindenburg, un respetado mariscal que se encontraba débil y senil. Aunque muchos militares estaban impresionados por las promesas de Hitler sobre un ejército mayor y mejor y una política exterior más agresiva, el ejército se mantuvo independiente durante los primeros años del régimen nazi.

Aproximadamente a las cuatro y media de la mañana del 30 de junio de 1934, Hitler y su entorno volaron a Múnich. Desde el aeropuerto se trasladaron al Ministerio del Interior de Baviera, donde se reunieron con los líderes de las SA responsables de los disturbios que se habían producido la noche anterior. Enfurecido, Hitler arrancó las charreteras de la camisa de Obergruppenführer de Schneidhuber, el jefe de la policía de Múnich, por haber fallado en su misión de mantener el orden en la ciudad. Schneidhuber fue ejecutado el día siguiente. Mientras los «camisas pardas» eran conducidos a la cárcel, Hitler reunió a numerosos miembros de las SS y de la policía y fue al Hotel Hanselbauer actual Lederer am See, en Bad Wiessee, donde Röhm y sus seguidores estaban esperando.

En Bad Wiessee, Hitler en persona arrestó a Röhm y otros altos cargos de las SA. Según Erich Kempka, uno de los hombres presentes en la redada, Hitler encontró a Röhm con dos detectives portando sendas pistolas con los seguros quitados, y las SS encontraron al líder de las SA de Breslau, Edmund Heines, en la cama con un soldado de las SA de 18 años. Goebbels hizo hincapié en estos datos en la propaganda posterior para justificar la purga como un golpe a la inmoralidad. Tanto Heines como su compañero fueron asesinados en la habitación en la que fueron descubiertos por orden directa de Hitler. Mientras tanto, las SS arrestaban a un gran número de jefes de las SA cuando bajaban del tren que habían tomado para acudir a la reunión con Röhm. El comandante de las SA en Berlín, Karl Ernst, fue ejecutado por participar en la supuesta conspiración, aunque en ese momento se encontraba pasando la luna de miel.

El hecho de que no hubiese existido en ningún momento ningún plan de Röhm para derrocar al régimen, no evitó que Hitler denunciase a los líderes de las SA. Al volver a la sede del partido en Múnich, Hitler se dirigió a la gente allí congregada. Consumido por la rabia, Hitler denunció «La peor traición de la historia». El canciller contó a la muchedumbre que «los sujetos indisciplinados y desobedientes y los elementos asociales y enfermos serían inhabilitados». El gentío, que incluía a numerosos miembros de las SA que habían conseguido escapar de las detenciones, aplaudieron estas palabras. Hess, presente entre la multitud, incluso se ofreció voluntario para disparar él mismo a los traidores. Goebbels, quien había estado con Hitler en Bad Wiessee, puso en marcha la última fase del plan. Cuando volvió a Berlín, telefoneó a Göring y le dijo la palabra clave, Kolibri, para ordenar la salida de los escuadrones de ejecución en busca de sus víctimas desprevenidas.

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