sábado, 8 de abril de 2017

DIANA LA CAZADORA



DIANA LA CAZADORA, es una diosa itálica identificada con la Artemisa griega. Pero no hay que confundirlas cronológicamente. Etimológicamente, el nombre Diana significa “del día” o “divina”. Diosa de la caza, la luna y el parto es una de las doce grandes divinidades del panteón romano.

Hija de Júpiter y de Latona. Siendo testigo de los dolores del parto de su madre, concibió tal aversión hacia el matrimonio que pidió y obtuvo de su padre la gracia de guardar perpetua virginidad, como su hermana Minerva. Por esta razón estas dos diosas recibieron del oráculo de Apolo el nombre de «vírgenes blancas».

Hermana gemela de Apolo -Febo, el dios sol, Diana es la deidad de la luna, en una extraña convivencia con la diosa griega Selene o Febe, a quien llegó a suplantar, y con Hécate, la diosa de las sombras lunares y de los abismos infernales.

Diana se transforma en Hécate durante la fase de luna menguante. Y de Hécate a Proserpina en los infiernos. De aquí que Diana fuese también denominada diosa triple, triple Hécate o Trivia romana diosa de las encrucijadas o de los tres caminos Catulo escribió un poema a Diana en la que ella tiene más de un alias: Latonia, Lucina, Iuno, Trivia, Luna. También formaba una trinidad con otras dos deidades romanas: Egeria, la ninfa acuática, su sirviente y ayudante comadrona, y Virbio, el dios de los bosques.

Diana ocupa un lugar especial, como diosa de la caza. Homero se refiere a ella como la diosa con flecha o tirador de la flecha. Su arco es de oro. Es curioso que su hermano Apolo tenga un arco de plata. Entregada a este ejercicio varonil, acabó por volverse insensible a las inclinaciones de su sexo. Ninguno de los pretendientes que intentaron su amor lo lograron. Pero al mismo tiempo era la protectora de los animales salvajes y de la naturaleza. En Roma se convirtió en la protectora de los esclavos fugitivos, y por consiguiente “cazados”. Posteriormente en la Edad Media, Diana era adorada como la diosa de los pobres, los oprimidos y los perseguidos por la Iglesia Católica identificada por esta, como la diosa de las brujas.

Diana era grave, severa, cruel e incluso vengativa. Prevalecía sin piedad contra todos los que se ganaban su resentimiento: no vacilaba en destruir sus cosechas, devastar sus manadas, sembrar epidemias a su alrededor, humillarles e incluso matar a sus hijos. Así, exigió el sacrificio de Ifigenia, aunque en el momento clave fue sustituida por un ciervo. A instancias de Latona se unió a Apolo para matar con sus flechas a todos los hijos de la infeliz Níobe, que había presumido de su más numerosa prole. Trataba a sus ninfas con el mismo rigor, si olvidaban su deber: transformó a Calisto en osa y la expulsó de su cortejo por quedar embarazada.

También fue la perdición del pastor Acteón, que la vio bañándose desnuda junto a sus ninfas, por lo que Diana lo transformó en venado e hizo que sus propios perros de caza lo devorasen. En otra ocasión, en un acceso de celos, taladró con sus flechas e hizo fallecer cruelmente a Orión. Se enamoró, aunque sólo platónicamente, del pastor Endimión, a quien besaba cuando dormía tan suavemente que no se despertaba.

Diana suele aparecer armada con un arco, de figura atlética y esbelta, con el pelo recogido hacia atrás la cabeza y vistiendo ropa sencilla como para subrayar la naturaleza dinámica; con vestimenta de cazadora, lleva una túnica corta y botas de caza; también aparece como una joven desnuda, a veces rodeada de jóvenes ninfas, otras de animales jóvenes, una cierva dorada o perros de caza. La diadema, un tocado de cuernos en forma de media luna creciente es un atributo importante de la diosa.

La guardiana de las montañas y reina de los bosques por ser la diosa de la naturaleza, tenía sus santuarios cerca de manantiales, y también en montañas, ríos, costas y cabos. Gobernadora del campo se dice que, en la campiña, sus animales salvajes y domesticados vivían juntos en una paz perfecta. Diana fue asociada a las criaturas del mundo de las hadas, tanto que ha dado origen al termino sardo de Cerdeña jana, al toscano giada, al austriaco xana o al rumano zina, todas palabras traducibles por “hada”, incluidas las xanas y fadas del norte de la península Ibérica.

Su figura y culto debieron ser muy importantes en la Península Ibérica, tanto que era la primera divinidad femenina del Panteón Hispano- romano. Da nombre a la ciudad de la cosa levantina Artemisión /Dianón (de Diana) /Denia y al promontorio en el que se hallaba su templo en Ampurias: Artemisión Hemoroscopión, hoy cabo de Sant Martí (diosa de la navegación). También presente en el pueblo ampordanés (Girona) de nombre Diana. Y en Gallifa, donde actualmente se vincula con la virgen de la ecología y se pueden contemplar dos esculturas de esta diosa, una moderna y otra antigua, procedente de Éfeso.

En los cultos mediterráneos, existen una serie de diosas cuyas características están muy próximas a la diosa Diana. Diferentes representaciones de la diosa parecen relacionarse con un culto primitivo de tradiciones egipcias, asiáticas mixtas relacionadas con la adoración de la diosa Neith. La diosa celta Artio también se equipara en la romana interpretación de Diana. Todas estas divinidades tienen características que las asocian a la Ártemis griega, de la que es deudora la Diana romana.

Los bosques de robles le eran dedicados. Las plantas sagradas eran el laurel, el olivo, el cedro y el mirto. Sus animales domesticados fueron especialmente el ciervo y el perro, y también la cabra, el gallo, la perdiz. Entre los salvajes, destacan el oso, el más querido, el león, el jabalí y el lobo.

El 13 de agosto empezaba el festival de la diosa Diana, la divina cazadora y fecunda deidad lunar, protectora de las amazonas, y más tarde, de las brujas. Por ser el día más caluroso del año se representaba a la diosa con una antorcha en su mano derecha. En esta noche los festejos se realizaban en un bosque. Las vestales portaban el fuego sagrado y las ninfas bendecían las aguas. También era la señora de la fecundidad, las mujeres favorecidas por la diosa adornadas guirnaldas iban a su santuario pidiendo su protección para obtener un buen parto, mientras los hombres era purificados de la culpa de haber matado animales salvajes (criaturas de la diosa). Según el libro “El Hombre en busca de Dios” los devotos construían un improvisado templo en el que dejan toda la noche sus lamparillas encendidas y tortas de miel en forma de luna, sobre la cual se ponían velas. De ahí nuestro pastel de cumpleaños.

El 15 de Agosto es el día final del festival de la virgen Diana. La juventud era purificada con el agua y se celebraba un festín consistente en vino, cabrito, tortas humeadas sobre ramas de manzano repletas de frutas preparadas y consagradas a Diana según un preciso ritual. Las sacerdotisas de la diosa eran iniciadas en su culto con ritos misteriosos y crueles, como los latigazos hasta sangrar. Estas se emborrachaban durante la celebración de sus misterios con bebidas y pociones que favorecían las visiones del mundo ultraterrenal de Hécate, una de las personificaciones de Diana. Los habitantes de la Taurida (hoy Crimea), que veneraban a Diana como divinidad predilecta, cuidaban de complacerla degollando sobre sus altares a todos los extranjeros que alguna tempestad arrojaba a sus costas.

Cuando el cristianismo sale de Jerusalén y comienza a expandirse por otras naciones se encuentra con la siguiente realidad religiosa: En Alejandría se adoraba a la diosa Isis y a su hijo divino; en Éfeso se adoraba a la virgen Diana de los Efesios (Artemisa); en Roma se adoraba a Juno, la reina de los cielos.

La adoración de Diana se menciona en la Biblia. En los Hechos de los Apóstoles, los hombres de Éfeso que se sentían amenazados por la predicación de San Pablo del cristianismo, se amotinaron en su defensa, gritando “¡Grande es Diana de los efesios!” (Hechos 19:28, Nueva Biblia Inglés). Después de que el secretario de la ciudad calmó a la multitud, dijo: “Los hombres de Éfeso, ¿qué persona es aquel que no sepa que la ciudad de los efesios es la guardiana (tutora) del templo de la gran Diana y de su imagen que cayó del cielo?” (Hechos 19:36). Curiosamente en Éfeso, centro religioso de la Artemisa, fue donde la Iglesia Católica oficializó el culto a María en el año 431 en el Concilio de Éfeso.

Con la fusión entre cristianismo y paganismo, en tiempos de Teodosio, emperador romano, que obligó a todo el Imperio a ser cristiano, los devotos de la diosa se hicieron cristianos por temor ante la amenaza de ser asesinados; aunque continuaron venerando a la virgen dentro del cristianismo.

Evidencias históricas prueban que a la diosa Diana (Artemisa) se le adoraba a través de rosarios, esto por las canicas que aparecen en su imagen. Con el cristianismo de obligado culto, en lugar de rezarle a la virgen Diana de los Efesios se le reza a la virgen María; en lugar de repetir todos los títulos de la diosa, los devotos repiten muchos de esos títulos refiriéndose a María (letanías).
En ese Concilio se oficializa a María con el título que se le daba a la Diosa Isis: la Madre de Dios. De hecho, muchos de los títulos, que se le aplican a María en las letanías eran nombres dedicados a diosas paganas. Los adoradores semitas de Ishtar / Astarté la llamaban “Virgen Sagrada”, “Virgen Madre”. y “Reina de los Cielos”. La Blanca Paloma era Afrodita. A María se le comenzó a llamar virgen porque así se le llamaba a Diana de los Efesios.

La Iglesia Católica heredó de la virgen Diana, el gran día de su fiesta (15 de agosto) por ello ese día la Iglesia Católica celebra la Asunción de María y la adoración que por la diosa había. María absorbe el resultado de una serie de cultos matriarcales que, también históricamente hablando, se pierden en el tiempo.

Diana era una diosa dual. Ctónica como Hecate y celestial como Artemisa. En la época moderna Diana en sus múltiples características, en especial como Hécate, la faceta más siniestra de la diosa, se ha hecho popular en las religiones neopaganas de inspiración feminista y la wicca gracias en gran parte a su asociación como diosa a la brujería. Adorada durante muchos siglos, sus ritos aun sobreviven en el paganismo actual.

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