Un ZOMBI en ocasiones escrito erróneamente con
la grafía inglesa zombie es
la representación de un cadáver que de una u otra manera puede resucitar o
volver a la vida. Muchas de las diferentes relaciones que se muestran con uno
de ellos es una figura legendaria propia del culto vudú. Se trata de un muerto resucitado por medios mágicos por un
hechicero para convertirlo en su esclavo. De acuerdo con la creencia, un houngan, bokor o hechicero vudú, sería capaz, mediante un ritual, de resucitar a
un muerto, que quedaría sin embargo sometido en adelante a la voluntad de la
persona que le devuelve a la vida.
Se han
propuesto diferentes palabras y raíces de las cuales el término «zombi», como
derivado del criollo haitiano zonbi, pudo
haber surgido. Hans-W.
Ackermann y Jeanine Gauthier han recabado algunas, proponiendo que es más
factible que, debido a la relación racial, lingüística y cultural, de Haití con África, el término haya derivado de lenguas africanas.
Dentro de la tradición vudú y la tradición oral haitiana el
concepto del «zombi» ha sido de gran importancia cuando se considera la forma
en la que tal concepto participa en la representación del cuerpo, del alma y de
la otredad en el imaginario haitiano.
Etnólogos e historiadores han llegado a la
conclusión de que el zombi haitiano, en su génesis, está íntimamente
relacionado con la esclavitud y la opresión dentro de Haití.
En el año 1697 se dio la primera aparición
significativa del concepto y la palabra zombi, dentro de la novela
autobiográfica de Pierre-Corneille de Blessebois, Le
Zombi du Grand Pérou, ou La comtesse de Cocagne. Dentro de la novela la figura del
zombi resulta muy ambigua y se refiere principalmente a una entidad incorpórea. También en el siglo XIX,
el visitador y ministro residente en Haití Spenser St.
John contaba a sus
amistades británicas cuentos de canibalismo y vudú que incluían la ingesta de
infantes y la exhumación de cadáveres como parte de ciertos rituales.
La relación entre el esclavo y la
figura del zombi ha sido anotada por varios estudiosos del tema; generalmente se comparan
características como los hábitos de comida, la ropa rasgada, la transición
hacia la esclavitud marcada por el bautismo o la asignación de un nuevo nombre, la
pérdida de toda relación con el ser que se era antes de la esclavitud, la
muerte social, ausencia de un rito funeral luego de la muerte y su estatus
sociológico de objeto.
La figura del zombi en Haití también pudo haber surgido como
receptáculo o representación del miedo que causaban la esclavitud y sus
consecuencias dentro de la isla, incluso se le ha relacionado, en su origen,
con el mesmerismo. Se ha argumentado también que el
concepto de zombi proliferó sobre todo a principios del siglo XX,
y principalmente en Norteamérica,
gracias al contexto de explotación y
denigración en Haití,
debido a que productos culturales como el libro The
Magic Island 1929 de William
Seabrook o la película The
White Zombie 1932 de Victor
Halperin pudieron
haber ayudado a justificar en la opinión pública norteamericana la intervención política y militar de
los Estados Unidos de América entre
1915 y 1934 en una isla considerada “barbárica”.
Es importante mencionar también que el
concepto de zombi en Haití está fuertemente anclado a la creencia
del alma dual, y esta forma de concebir el alma
ya estaba presente con diversos matices dentro de algunas religiones africanas en Benín, Camerún, Ghana, Nigeria, Togo, Tanzania,
y Zaire, por ejemplo. Por lo tanto es importante, a la hora
de discutir los orígenes del concepto de zombi', tener en cuenta la
significativa relación que guarda la religión vudú con algunas de las religiones
africanas.
A través de la literatura y los
diarios de viajero, la figura del zombi pasó a ser parte de la cultura
popular mundial, pero
se puede decir que “desde sus primeras apariciones en la literatura, la palabra
zombi ya estaba relacionada con el luto, la muerte y la esclavitud"
Dentro de la religión vudú,
está presente el concepto de alma dual y se encuentra íntimamente ligado
con la figura del zombi. Existen
por lo menos dos tipos de alma según esta tradición: el Gros
Bon Ange gran buen ángel y
el Ti Bon Ange pequeño
buen ángel.
El primer tipo de alma, el Gros
Bon Ange, es un concepto espiritual al que se le atribuye la memoria,
los sentimientos y la personalidad de la persona. Esta alma está en relación directa con
el cuerpo. Algunos estudiosos consideran que, dentro de la religión vudú,
perder el Gros Bon Ange equivale
a perder la vida.
El segundo tipo de alma, el Ti
Bon Ange, es un concepto espiritual que está ligado al cerebro, a la
sangre, a la cabeza y a la conciencia del hombre. Este tipo de alma representa, por un lado,
al zombi incorpóreo y por otro, su ausencia, o robo por parte del hechicero o bokor
explican, dentro del imaginario haitiano, la condición de zombi de una persona zombi
corpóreo. A pesar de las
discusiones acerca de las características y función que ambos tipos de alma
tienen, se ha llegado a aceptar generalmente que es el Ti
bon Ange el que está
directamente relacionado con lo que los creyentes llaman el proceso de zombificación.
Esta división del alma en la religión
vudú es importante para entender el concepto de zombi, particularmente en lo
relativo al Ti Bon Ange, pues es a partir de esa
forma de alma que se desenvuelven los dos tipos de zombi que han sido
estudiados a partir de testimonios: el zombi corpóreo y el incorpóreo, o como
algunos estudiosos los han llamado: “el cuerpo sin alma” y el “alma sin cuerpo”.
Está bien documentado que no hay una
división tajante entre ambos tipos de zombis dentro del pensamiento mágico en Haití;
se puede observar que, dentro de los relatos recogidos por etnólogos, la
distinción entre un zombi y otro no es clara ni definitiva, pues los relatos
pueden describir por ejemplo, a un zombi que camina por la calle, que ha salido
de su tumba, o uno que habita una vasija para ser vendido después y brindar
protección, pero ambos, por ejemplo, dentro del imaginario haitiano, pueden
funcionar como servidumbre doméstica.
De una manera semejante a la figura
del espíritu familiar en el folclore europeo, el zombi como
espíritu o presencia zombi incorpóreo se encuentra en la tradición oral de
Haití principalmente en el periodo pre-revolucionario. En términos generales, se puede
afirmar que, dentro de la tradición oral haitiana, la palabra zombi también se
puede adjudicar a una entidad espiritual, específicamente al Ti
bon Ange. El Ti
bon Ange, una forma de alma del humano según la tradición vudú, sería
capturado por el hechicero Bokor
de diversas formas y para distintos propósitos: existen testimonios que afirman
que el Ti Bon Ange es
capturado antes o después de la muerte y depositado en un cántaro canari. Poseer el Ti
Bon Ange de una persona
resulta muy valioso, pues el hechicero puede venderlo o rentarlo, de la misma
forma que ocurriría con los zombis de carne y hueso. Se dice que, una vez que el bokor posee el alma de alguien ya nadie la
puede tomar.
Puede ocurrir también que se pague a
un bokor y éste ponga
polvos especiales en el camino por el que la víctima vuelve del trabajo, al
pisar estos polvos wangas, el
alma, Ti Bon Ange de la víctima
es robada. Se han recolectado
relatos que afirman que una costurera, por ejemplo, puede "disponer de un
zombi que va en busca de clientes y los atrae como un imán, un estudiante que
tiene dificultades en la escuela puede recibir de sus padres un zombi que entonces
será alojado en la punta de su pluma para ayudarlo en los exámenes".
Un zombi incorpóreo, dentro de la
tradición oral haitiana, puede también usarse para asesinar a alguien, hacer
que alguien caiga enfermo o para destruir cosechas
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