En México durante el siglo XVII y XIX se
construyó este tipo de centro comercial en diversas ciudades. Su importancia
radicó en la clase de productos que ahí se comercializaban: sedas, telas, zapatos, perlas, especias,
entre muchos otros productos finos, llegados de Manila, puerto
donde confluían mercaderías de diversas partes del Lejano Oriente.
El parián separaba a los compradores
comunes de los compradores ricos. A diferencia de los portales, el parián se
construía como un edificio cerrado, conformado por calles internas y locales
para la venta.
En todos los casos su construcción
estuvo vinculada a la época colonial y a la concentración de riqueza en ese
momento. Su construcción se efectuó en centros mineros o ciudades comerciales
importantes.
El 8 de junio de 1692, durante el Motín del Maíz, tanto los
cajones del mercado que se instalaba sobre la plancha de la Plaza de Armas, hoy Zócalo, como el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y el Palacio Real fueron incendiados por una turba
enardecida.
El 17 de agosto de 1695 el virrey Gaspar de la Cerda y Mendoza, Conde de
Gelves, inició la construcción de lo que sería el elegante Parián,
sobre el Zócalo.
Albergó los
comercios más importantes de la ciudad, por la enorme variedad de finos
productos que allí se expendían, pero fue saqueado en el Motín de la Acordada en
1828, lo que junto con la suspensión de los viajes de la Nao de China a
raíz de las luchas de Independencia, marcó su decadencia, al grado de que la Marquesa de Calderón de la Barca, esposa de Ángel Calderón de la Barca, el primer embajador de España en México,
escribió sobre los bellos atardeceres en la Plaza Mayor, que tenían un defecto: -“El tener una pila de tiendas llamadas El
Parián..”-
Actualmente,
de los varios Parianes que existieron en Jalisco, subsisten el de Ojuelos que se remonta al siglo XIX, y otros más, como el de Tlaquepaque, son conocidos por la música de mariachi en vivo y por venta de comida tradicional.
Los
parianes de San Agustín en Guadalajara y
el de Zapopan desaparecieron; el primero, que se encontraba adjunto
al teatro Degollado, se incendió en 1909, y el segundo fue demolido
hacia 1970. También existen distribuidos en diferentes localidades del país,
tal como el de Nochistlán, Zacatecas.
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