Los AMARANTOS,
son un género de hierbas pertenecientes a la familia Amarantácea.
Ampliamente distribuido por la mayor parte de las regiones templadas y
tropicales. Varias de ellas se cultivan como verduras, cereales o plantas
ornamentales. Como ejemplo
de su distribución y hábitat véase la descripción de la especie Amaranthus caudatus. Aunque persiste algo de confusión sobre su
exacta taxonomía, comprende 386 especies descritas y de estas, solo 103 aceptadas
Los miembros de este género comparten
muchas características y usos con los miembros del género Celosía,
estrechamente emparentado.
El amaranto es muy resistente a los
climas fríos y secos, incluso crece en suelos pobres y húmedos en zonas muy
tropicales y con lluvias muy frecuentes aprox. 980 mm. Además tiene un alto
nivel alimenticio, lo cual lo hace una excelente alternativa para regiones con
dificultades para la siembra de otro tipo de cereales.
China es uno de los mayores productores de
amaranto. Las hojas de esta planta son muy parecidas a las de las espinacas.
Es tradicional su uso en recetas
culinarias de Asia, América y África
Una historia parecida se dio con la
especie usada por los Incas y culturas anteriores. En la zona andina, la kiwicha o Amaranthus caudatus aparece en tumbas de más de cuatro mil
años de antigüedad, demostrándose su domesticación hace milenios.
El amaranto fue una planta de alta
consideración en los pueblos precolombinos. Las muestras arqueológicas del
grano de amaranto o Amaranthus cruentus, hallados en Tehuacán, Puebla, indican
que probablemente se originó en América Central y del Sur. La producción del
grano estuvo en su máximo apogeo durante los periodos maya y azteca en
Centroamérica. Los mayas quizás fueron los primeros en usar el amaranto,
"xtes", como cultivo de alto rendimiento, apreciando especialmente su
valor alimenticio. Los aztecas lo conocían como “huautli” y lo ligaban con sus
ritos religiosos. Y los Incas lo denominaron “kiwicha” pequeño gigante y lo
respetaban principalmente por sus poderes curativos. En la época prehispánica
los amarantos se sembraban junto con otras plantas en las chinampas, ya que era
alimento de familias completas y la consumían todos los estratos sociales.
El amaranto era, por lo tanto, un
alimento de gran consumo y altamente apreciado. A la vez, los indígenas le
atribuían propiedades vigorizantes, afrodisíacas y hasta esotéricas,
considerándolo una semilla sagrada, la cual utilizaban en los rituales de sus
ceremonias religiosas politeístas. Era parte de las ofrendas que se entregaban
a los dioses, a los gobernantes y a los muertos en las tumbas. En ocasiones
especiales, el amaranto, molido o tostado, se mezclaba con miel de maguey y la
pasta resultante se utilizaba para modelar figurillas de animales, guerreros,
elementos de la naturaleza o de la vida cotidiana y, por supuesto, deidades
como el Dios de la guerra, Huitzilopochtli. Al finalizar la ceremonia de culto,
las figurillas eran cortadas y repartidas entre los asistentes, quienes las
comían.
Como se sabe, los conquistadores
decidieron imponer su visión religiosa a toda costa, condenando y destruyendo
todo elemento reminiscente de los ritos paganos indígenas. Esto determinó que
el amaranto resultara “satanizado” y su cultivo, posesión y consumo quedaran
totalmente prohibidos en tiempos de la colonia. Esta situación prevaleció
durante siglos y la consecuencia fue la desaparición tácita del amaranto.
Una teoría bastante popular afirma que
el origen de la palabra Caracas proviene del nombre de esta planta, el
amaranto, tal cual lo pronunciaban desde épocas prehispánicas los habitantes de
la zona conocida por el mismo nombre: el valle de Caracas. Ellos llamaban a
esta planta "caraca".
Una especie de la familia del amaranto
es el huauzontle,
de gran importancia en el México Prehispánico,
y que sobrevive ahora en un platillo tradicional igualmente llamado huauzontles.
Se trata de un guisado de las ramas con frutos, cubiertos con una capa de huevo
y harina llamada en México "capeado", cocinados en caldillo de
jitomate.
En México se usa el amaranto para
fabricar atole y alegrías, que son semillas de
amaranto reventadas mezcladas con miel o piloncillo
para formar una barra de sabor dulce.
Igualmente, la variedad kiwicha es muy usada en países andinos Perú,
Bolivia, etc. como un alimento básico, junto a otros cereales de la misma
familia tales como la quinua y la kañiwa o cañihua, altamente alimenticios.
El amaranto en México tiene uso en la
medicina tradicional; por ejemplo, los pueblos del norte del país lo utilizan
para la cura de la tuberculosis, ictericia y problemas cardiacos. Estos usos
medicinales provienen desde la época prehispánica pues se elaboraban tamales de
esta planta con maíz o atole para la cura de las bubas, también para la
ictericia, lo cual se sigue practicando en algunos pueblos. En el aspecto
ritual, en el Valle de Metztitlán se le relaciona con la muerte y por su
colorido se coloca en las ofrendas de Día de Muertos. En Chihuahua y Veracruz
las hojas se comen a manera de quelites, y en Durango se realizan jabones a
base del tallo. En el resto del país se utiliza como colorante y como forraje
para los animales o como plantas ornamentales.
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