El PIE
GRANDE o yeti es una criatura mitológica de aspecto simiesco que habitaría los bosques,
principalmente en la región del noroeste del Pacífico en América del Norte. El término sasquatch procede de la versión en inglés de la
palabra del idioma halkomelem sásq’ets.
La comunidad científica dice que las pruebas existentes no son
lo suficientemente convincentes y generalmente las consideran como el resultado
de mitología, folklore o identificación errónea, más que de
un animal verdadero, debido a la carencia de evidencia física y los grandes
números de ejemplares que serían necesarios para mantener una población que
pueda reproducirse. Muchos
profesionales y académicos afirman que los estudios adicionales son una pérdida
de tiempo, pero los partidarios de su existencia piensan que la evidencia
actual puede ser escasa y que ha de evaluarse objetivamente a medida que se
vaya presentando. Unos pocos científicos, como Jane Goodall, Grover Krantz y Jeffrey Meldrum, han
expresado interés y cierta creencia en la criatura. Otros, incluyendo una subcultura activa, compuesta generalmente por
aficionados, continúan investigando y actualmente consideran la existencia del sasquatch como posible descendiente del Gigantopithecus.
Los testigos indican características
no siempre similares, pero la descripción más habitual es la de una gran
criatura simiesca bípeda, normalmente de una altura de 1.83m a 2.13m de
aproximadamente 160kg con amplios hombros y estructura robusta. La cabeza es
pequeña, puntiaguda y baja; en ocasiones, se habla de una cresta en la parte
superior del cráneo. Los ojos se describen generalmente como pequeños y ocultos
bajo una frente pronunciada. A excepción de la cara, manos y pies, una fina
capa de pelo cubre su cuerpo, de color normalmente marrón o negro, aunque
tiende a ser rojizo, arenisco o con brillos plateados.
Las enormes huellas,
similares a un pie humano, le dieron su nombre. El ecologista Robert
Michael Pyle las describe
así: “Las huellas normalmente miden de 38 a 45 centímetros de largo. Tienen
cinco dedos, un músculo doble y un arco 18 ó 21 cm. de ancho.
Los sonidos que emite se describen
como similares a agudos chillidos o silbidos o gruñidos graves, al igual que el yeti, por lo que algunos criptozoólogos sostienen que podría ser una especie
emparentada con el yeti, la cual quizá llegó a América a través del Estrecho de Bering durante la última glaciación,
tal y como hicieron los ancestros de los pueblos nativos americanos y diversas
especies de animales. También se cree que podría estar relacionado con la
mítica criatura llamada wendigo.
La mayoría de los avistamientos son
nocturnos, lo cual hace pensar que se trata de una criatura nocturna.
Algunos testigos mencionan algo que Pyle denomina como “brillo rojizo ocular”,
similar al brillo de algunos animales nocturnos. Normalmente se avistan
individuos solitarios, raramente en pares o grupos familiares y son más comunes
los avistamientos de machos que los de hembras.
No se han encontrado restos físicos de
ningún ejemplar, cadáveres, huesos, piel, pelos, excrementos u otros rastros físicos que no hayan
sido identificados como de otro animal conocido. Los únicos rastros de que se
dispone es de huellas de pisadas muchas de ellas son claramente falsas o se ha
encontrado incluso los moldes con que se hicieron, alguna foto borrosa y
lejana, una película de autenticidad muy cuestionada, y las observaciones de
los testigos.
Los defensores de la existencia del
animal alegan que habita en zonas remotas, huyen del hombre a pesar de los miles
de avistamientos reportados entierran o esconden a sus muertos, y otras
opiniones similares. Los detractores alegan que con miles de avistamientos, la
población debía ser bastante numerosa como para no haber encontrado ningún
rastro físico, apoyado por que ni siquiera existen fósiles de alguna especie
que haya podido generar a este ser.
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