Varios son los factores que pueden
desencadenar estos insufribles estados. Básicamente los expertos marcan su
origen en “endógenos” o “exógenos”. El primero
referido a todo aquello que nace dentro de nosotros y exógeno a lo que tiene un
inicio o fuente fuera de nosotros. La depresión en concreto suele tener en mayor medida ese factor endógeno, aunque con
connotaciones externas que acentúan el proceso. Al igual, pero a la inversa,
ocurre con el estrés. La vida que llevamos cargada de tensiones, las angustias
y frustraciones, nos producen una “aceleración” tal, que “quemamos” nuestra
energía auxiliar de forma descontrolada. Este abuso mina nuestro cuerpo y
nuestra mente hasta caer en una agónica situación vital.
La realidad es que existe una especie de
“puente de conexión” entre uno y otro. No todos respondemos de igual manera
ante similares presiones externas, ni todos somos capaces de afrontar iguales
influjos según nuestra personal naturaleza. Por lo tanto, las vivencias
obtenidas no son las deseadas. Nuestra mente y nuestro cuerpo no se hallan para
nada “aislados” del entorno. Ser conscientes de ello y buscar el
equilibrio por medio de técnicas adecuadas que facilitan el autocontrol, son de
vital importancia para lograr un ‘estado personal de bienestar’ que facilitará
nuestra felicidad y la obtención de los anhelados fines.
La
‘depresión’ puede darse a cualquier edad. El hecho de sentirse triste, melancólico,
abatido o derrumbado no perdona edades ni sexo. Todos, a lo largo de la vida,
pasamos por alguna que otra situación similar. Períodos cortos que se suelen
superar por las propias circunstancias o por que les “ponemos valor” para
enfrentarlas. Lo peligroso es cuando, ante la falta de recursos psíquicos y
emocionales propios, dicha depresión se transforma en “crónica”. Se comienza
con una “baja autoestima”, dificultades en conciliar el sueño o un exceso de
él, cansancio y falta de energía, dificultad de concentración, ánimo irritable,
sentimiento de inutilidad y odio hacia sí mismo, sensación de abandono y
desesperanza que, pueden derivar en repetitivos pensamientos de muerte y
suicidio. Elementos todos que propician también una total disminución de la actividad sexual.
Son varios los
factores que pueden potenciar esta insufrible dolencia. Algunos científicos
hacen hincapié en la trasmisión genética de dicho mal y en los comportamientos
adquiridos en el ambiente familiar. Sea como fuere, es bien sabido que
situaciones estresantes e infelices de la vida, alcoholismo, drogas,
maltrato, abusos, alteración del tiroides, ruptura de relaciones, pérdida del
trabajo, soledad y aislamiento social, muerte de un amigo o familiar, divorcios
y enfermedades cancerosas, son crueles potenciadores de las patologías
depresivas.
Si
bien médicos y científicos recomiendan cuidados personales como el dormir bien,
una equilibrada alimentación, evitar el alcohol y las drogas así como el
ejercicio físico, recalcan la importancia de la meditación y de los métodos de
relajación. De lo que se desprende que, en nuestra ‘Mente’ podemos encontrar una “herramienta” de
curación muy positiva y radical. En este sentido, la ‘Hipnosis Clínica’ tiene
mucho que decir y lo viene haciendo en los países más adelantados desde hace
años, con certeros resultados que, sin ser una terapia “agresiva” ya que no
utiliza medicación alguna y no tiene ningún tipo de daño colateral, va a la
‘fuente’ del problema creando los “antídotos” necesarios para salir de la
situación depresiva. Si picáis en la Sección Categorías Hipnosis y luego en el título
‘Hipnosis la Nueva Medicina’, podréis leer una amplia explicación de sus
posibilidades así como de sus fundamentos e historia.
En mayor o menor
medida a todos nos afectan las distintas Fases Lunares. Pero el ser “lunático”
por naturaleza tiene sus consecuencias y se fundamenta en la Fase de la Luna
con la cual hemos nacido. Las fases son cuatro, Luna Nueva, Creciente, Llena
y Luna Menguante. Según la que hubiéramos tenido al nacer nos aportará un
carácter distinto. Con la Luna Nueva, la que no se ve en el Cielo,
tenderemos en la vida más hacia la introspección e incluso a la depresión. Si
ha sido Creciente adoptaremos una actitud más batalladora con respecto a los
obstáculos que se nos presenten. Si fue Luna Llena, corremos el riego de
exagerar nuestro gasto de energía tanto psíquica como física. Y si fue
Menguante nos mostraremos más cautos y meditativos en nuestro actuar. Por
supuesto que existen otros factores particulares que acrecentarán o minimizarán
dichas influencias, pero son de estricto estudio personal en cada individuo.
Básicamente “el lunático” sufre cambios bruscos de carácter o humor. Son
personas que tienen el carácter muy variable y que pueden llegar a sufrir estados
de “locura transitoria”.
En estos casos, tanto
la Hipnosis Clínica como la meditación, son herramientas terapéuticas que, bien
sea aplicada de forma directa o como complemento a un tratamiento médico,
pueden ayudar en gran medida a la solución de la dolencia. Como todo en esta
vida, está en la decisión propia el buscar remedio a un mal actual, al que no
se le debe dejar que nos hunda en un “pozo sin fondo”.
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