Los VÁNDALOS fueron un pueblo germano de Europa
central. Su lengua pertenece a la rama germánica oriental que habitaban las regiones ribereñas
del Báltico, en las actuales Alemania y Polonia sólo se conservan unos pocos fragmentos
de idioma
vándalo.
A principios del siglo v cruzó la Galia y la península Ibérica, se instaló brevemente en el
valle del Guadalquivir,
pasó el estrecho de Gibraltar y, comandado por Genserico,
creó un reino en el norte de África, centrado en la actual Túnez,
que finalmente fue destruido por los bizantinos en 534.
Los lugiones o vándalos ocupaban el
territorio al oeste del Vístula y junto al Oder, hasta el norte de Bohemia. La palabra vándalo parece tener
un doble significado y querría decir «los que cambian» y «los hábiles»,
mientras que su otro nombre, lugios o lugiones, también con doble significado,
querría decir «mentirosos» y «confederados».
Parece ser que al principio las tribus
de los vandulios o vandalios y la de los lugios, junto con las de los silingos, omanos, buros, varinos seguramente
llamados también auarinos, didunos, helvecones, arios ocharinos, manimios, elisios correspondían a pequeños grupos de
origen similar, integrando otra rama del grupo de los hermiones,
que formaron después un gran grupo identificado generalmente como lugiones,
cuyo nombre predominaba para designar a todos los pueblos componentes incluidos
los vándalos. Más tarde, en el siglo ii, acabó prevaleciendo el
nombre de vándalos para el conjunto de pueblos.
La llegada de los godos los obligó a desplazarse hacia el sur
y a asentarse en las riberas del mar Negro,
siendo por tanto vecinos y en ocasiones aliados de los godos. Durante el siglo i, las tribus del grupo de
los lugiones o lugios incluyendo entre ellas a las tribus de la rama de los
vándalos estuvieron en guerra frecuente con los suevos y los cuados,
contando ocasionalmente con la alianza de otras tribus, especialmente los hermunduros. A mediados de
siglo derrocaron a un rey de los suevos, y en el 84 d. C. sometieron
temporalmente a los cuados. Durante parte de este siglo y en el siguiente, se
fusionaron las diversas tribus de lugiones y dieron origen a un grupo
mayor, conocido por vándalos.
En tiempos de las Guerras Marcomanas ya predomina la denominación de
vándalos y aparecen divididos en varios grupos: los silingos,
los lacringos y los victovales, estos últimos gobernados por el linaje de los asdingos astingos o hasdingos, cuyo nombre
evocaba su larga cabellera. Junto a los longobardos,
los lacringos y victovales o victofalios cruzaron el Danubio hacia el año 167 y pidieron
establecerse en Panonia.
Los asdingos o victovales, dirigidos
por Rao y Rapto cuyos nombres son traducidos como «tubo» y «viga», no fueron
admitidos en Panonia donde se habían establecido longobardos y lacringos, por
lo que avanzaron hacia el año 171 en dirección a la parte media de los Cárpatos durante las Guerras Marcomanas, y de
acuerdo con los romanos se instalaron en la frontera septentrional de Dacia. Más tarde se
adueñaron de la Dacia Occidental. Al parecer, los vándalos quedaron divididos
únicamente en asdingos (o victovales) y silingos, desapareciendo, mezclada
entre ambos grupos y con los longobardos, la tribu de los lacringos durante el siglo iii
A partir de 275, los asdingos se
enfrentaron a los godos por la posesión del Banato abandonado por Roma, mientras que los
silingos, seguramente bajo presión de los godos, abandonaron sus asentamientos
en Silesia y emigraron junto a los burgundios para acabar estableciéndose en la zona
del Meno. Sus ataques a Recia fueron rechazados por Probo.
El rey asdingo Wisumarh Visumaro combatió contra los godos procedentes del este al mando de Geberico,
que atacaron sus territorios. Wisumarh murió en lucha contra los godos, y los
integrantes de las tribus de vándalos que no quisieron someterse a los godos,
hubieron de pasar a territorio imperial, instalándose en Panonia, donde también
se asentaron los cuados. A principios del siglo v habían abandonado Panonia como también
los cuados y se unieron a los suevos y alanos para invadir las Galias. En las
primeras luchas del año 406 murió el rey Godegisel Godegisilio.
Pocos años después, los dos grupos vándalos acabaron fusionados.
Llegaron a Hispania en 409, donde se establecen como
federados. Hacia el 425 asolaron y saquearon la ciudad de Carthago Nova,
actual Cartagena, y en el 426 tomaron la ciudad de Hispalis Sevilla con Gunderico al mando.
En la primavera de 429, los vándalos,
liderados por su rey Genserico,
decidieron pasar a África con el fin de hacerse con las mejores zonas agrícolas
del Imperio. Para ello construyeron barcos con los cuales cruzaron el Estrecho
de Gibraltar y llegaron a Tánger y Ceuta quince a veinte mil guerreros.
Luego se desplazaron al este,
haciéndose, tras algunos años de lucha, con el control del África romana y la
ciudad de Cartago que pasó a ser la capital de su reino,
por tanto, las fuentes de producción de la mayor región cerealista del viejo
imperio, que en lo sucesivo tuvo que comprar el grano a los vándalos, además de
soportar sus razias piratas en el Mediterráneo occidental.
Para ello contaban con el gran puerto
de Cartago y con la flota imperial en él apresada. Sobre la base de esta
última, Genserico consiguió apoderarse de bases marítimas de gran valor
estratégico para controlar el comercio marítimo del Mediterráneo occidental:
las Islas
Baleares, Córcega, Cerdeña y Sicilia.
Según Procopio de Cesarea eran más de 80.000 vándalos y alanos,
pero historiadores modernos sostienen que esa cifra es una exageración, 20.000
ó 30.000 personas es lo más probable. Como
en otras partes del Imperio romano, contingentes germanos de unos pocos miles
hábilmente pasaban a controlar poblaciones muy superiores.
En 461, el emperador romano
occidental Mayoriano reunió en la ciudad de Carthago Nova una flota de 45 barcos con la
intención de invadir y recuperar para el Imperio romano el reino vándalo, ya
que su pérdida significaba el corte del flujo del cereal a Italia. La batalla de Cartagena se saldó con una gran derrota de la
armada romana, que fue totalmente destruida y con ella las esperanzas de
recuperar el norte de África para el Imperio.
Sin embargo, el dominio vándalo del
norte de África duraría sólo algo más de un siglo y se caracterizó por un
progresivo debilitamiento militar del ejército vándalo, una gran incapacidad de
sus reyes y aristocracia cortesana para encontrar un modus
vivendi aceptable con los
grupos dirigentes romanos y por la paulatina vida aparte de amplios territorios
del interior, más periféricos y montañeses, donde fueron consolidándose
embriones de Estados bajo el liderazgo de jefes tribales bereberes más o menos romanizados y
cristianizados.
La política de la monarquía vándala
fue fundamentalmente defensiva y de amedrentamiento contra todos sus más
inmediatos enemigos: la propia nobleza bárbara y la aristocracia provincial
romana. Una labor de desatención social y descabezamiento político que a la
fuerza habría de afectar a las mismas estructuras administrativas heredadas del
Imperio, lo que ocasionaría su definitiva ruina. La causa profunda de dicha
ruina no sería otra que la misma base del poder de los reyes vándalos, el
ejército y las exigencias del mismo.
Genserico,
el auténtico fundador del reino vándalo, puso las bases del apogeo del mismo,
pero también las de su futura decadencia. El cénit de su reinado y del poderío
vándalo en África y el Mediterráneo lo constituyó la paz perpetua conseguida
con Constantinopla en el verano del 474, en virtud de la
cual se reconocían su soberanía sobre las provincias norteafricanas, las Baleares, Sicilia, Córcega y Cerdeña.
No obstante, desde los primeros momentos de la invasión, Genserico golpeó a la
importante nobleza senatorial y aristocracia urbana norteafricanas, así como a
sus máximos representantes en estos momentos, el episcopado católico,
procediendo a numerosas confiscaciones de propiedades y entregando algunos de
los bienes eclesiásticos a la rival Iglesia donatista y a la nueva Iglesia
arriana oficial.
Tampoco pudo destruir las bases sociales de la Iglesia católica, que se convirtió así en un
núcleo de permanente oposición política e ideológica al poder vándalo.
Respecto de su propio pueblo,
Genserico realizó en el 442 una sangrienta purga en las filas de la nobleza
vándalo-alana. Como consecuencia de ello, dicha nobleza prácticamente dejó de
existir, destruyéndose así el fortalecimiento de la misma, consecuencia del
asentamiento y reparto de tierras. En su lugar, Genserico trató de poner en pie
una nobleza de servicio adicta a su persona y a su familia. Elemento importante
de dicha nobleza de servicio sería el clero arriano, favorecido con cuantiosas
donaciones y reclutado entre bárbaros y romanos.
Con el fin de eliminar posibles
disensiones en el seno de su familia y linaje por cuestión de la sucesión real,
suprimiendo así también cualquier papel de la nobleza en la misma, Genserico
creó un extraño sistema de sucesión, tal vez a imitación del que pudiera
existir en los principados bereberes, denominado seniorato o «Tanistry», en
virtud del cual la realeza se transmitía primero entre hermanos por orden de
edad y sólo después del fallecimiento del último de éstos se pasaba a una
segunda generación. Los reinados de los sucesores de Genserico no hicieron más
que acentuar las contradicciones internas de la Monarquía, en medio de un
debilitamiento constante del poder central y su falta de sustitución por otra
alternativa.
El reinado de su hijo y sucesor Hunerico,
que gobernó entre 477 y 484, supuso un paso más en la tentativa de fortalecer
el poder real, destruyendo toda jerarquía sociopolítica alternativa.
Su intento de establecer un sistema de
sucesión patrilineal chocó con la oposición de buena parte de la nobleza de
servicio y de su propia familia, con el resultado de sangrientas purgas.
El que dicha oposición buscara apoyo
en la Iglesia católica supuso que Hunerico iniciase en 483
una activa política de represión y persecución de la misma, que culminó en la
reunión en febrero de 484 de una conferencia de obispos arrianos y católicos en
Cartago, en la que el rey ordenó la conversión forzosa al arrianismo. La muerte
de Hunerico en medio de una gran hambruna testimonió el comienzo de una crisis
en el sistema fiscal del reino Vándalo, que habría de serle fatal.
Guntamundo,
cuyo reinado comenzó en 484 y terminó en 496, trataría inútilmente de buscar
buenas relaciones con la antes perseguida Iglesia católica para impedir la
extensión del poder de los principados bereberes, y como legitimación del reino
vándalo frente a un imperio constantinopolitano que con la política religiosa
del emperador Zenón había roto con el Catolicismo occidental.
Sin embargo, el reinado de su hermano
y sucesor Trasamundo,
que reinó entre 496 y 523, sería una síntesis de los dos precedentes, claro
síntoma del fracaso de ambos. A falta de apoyos internos, Trasamundo buscaría
sobre todo alianzas externas con Bizancio y el poderoso Teodorico, matrimoniando con la hermana de
éste, Amalafrida.
La crisis política del final del
reinado del ostrogodo incitó a su sucesor y sobrino Hilderico,
cuyo reinado comenzó en 523 y terminó en 530, a buscar a toda costa el apoyo
del emperador Justiniano I,
para lo que intentó hacer las paces con la Iglesia católica africana, a la que
restituyó sus posesiones. Política ésta que no dejó de crear descontentos entre
la nobleza de servicio.
Aprovechando una derrota militar
frente a grupos bereberes,
esta oposición logró destronarle, asesinarle y nombrar en su lugar a uno de los
suyos, Gelimer,
que gobernó entre 530 y 534. No obstante, un intento de crear una segunda
monarquía vándala carecía de futuro. Falto de apoyos y debilitado militarmente,
el reino vándalo sucumbía ante la fuerza expedicionaria bizantina, de sólo
15.000 hombres, comandada por Belisario.
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