BIAFRA fue el nombre que tomó la región sudoriental de Nigeria al proclamar su independencia de
este país e instituirse como una república el 30 de mayo de 1967. Subsistió como Estado independiente hasta el 15 de enero de 1970, tras la capitulación oficial de las fuerzas biafreñas el
día 12 de enero. En el momento de su constitución, el Estado
biafreño ocupaba unos 76.400 km² y
estaba habitado por unos 13 millones de personas, la mitad de ellos de etnia igbo también conocidos como igbos e iboleses. Recibió
su nombre de la bahía de Biafra, que Nigeria renombraría tras el conflicto con los separatistas con
el nombre de bahía de Bonny.
En enero de 1966 hubo un intento de golpe de
Estado en Nigeria,
comandado por oficiales de etnia ibo, que resultó cruento y breve. En mayo y septiembre del mismo año, grupos de emigrantes
ibos fueron objeto de matanzas en masa en el norte del país. La mayor parte de
los 8 millones de ibos nigerianos vivían en lo que por aquel entonces era
conocido como la Región Oriental de Nigeria,
que tenía como gobernador militar al teniente
coronel Chukwuemeka Odumegwu Ojukwu, de etnia ibo.
Fue él quien declaró la independencia del territorio, localizando su capital en
la ciudad de Enugu. Mientras, sus
tropas comenzaron a confiscar recursos federales del Estado nigeriano, tales
como los vehículos postales de circulación interna del país.
Biafra fue reconocido únicamente por
cinco países: Gabón,
Haití, Costa de
Marfil, Tanzania y Zambia.
Otras naciones la apoyaron de otras maneras, sin reconocerla oficialmente, como Francia, Portugal, Rodesia o Sudáfrica,
que ayudaron con asistencia militar y financiera. Por su parte, Israel le suministró las armas capturadas en
la Guerra de los Seis Días. Sin embargo, el
apoyo clandestino sudafricano con la política del apartheid
y portugués disuadió a más Estados africanos, que de otro modo podrían haber
respaldado su causa.
Inicialmente, Nigeria respondió con un bloqueo económico, pero el 6 de julio de 1967 comenzó a llevar tropas a la zona.
Tras algunos éxitos iniciales por parte de la nueva República, tales como la
ocupación de la región del medio oeste nigeriano en julio y agosto,
las tropas nigerianas invadieron suelo biafreño e iniciaron una guerra de
exterminio en la que llevaron la iniciativa y reconquistaron progresivamente el
territorio, mientras las fuerzas locales se limitaban a contraatacar. El avance
nigeriano obligó a que la capital biafreña fuera transferida de Enugu a Aba,
hacia finales de año a Umuahia y
finalmente a Owerri,
en 1969, donde se rendirían.
Antes de 1970, Biafra había quedado
arrasada por la guerra y necesitaba alimentos urgentemente. En medio del
hundimiento económico y militar, Ojukwu huyó del país y el resto del territorio
de la República fue reincorporado a Nigeria.
Se cree que el conflicto cobró la vida
de entre 800.000 y 1 millón de personas, aunque algunas fuentes hablan de
millón y medio. La mayoría de estas víctimas cayeron por la hambruna y las enfermedades. El hecho de que pudiera sostenerse la
guerra durante tres años, dado el nivel de subdesarrollo de ambos
contendientes, sólo fue posible gracias a la internacionalización del conflicto
y a la posterior intervención de las grandes potencias mundiales en apoyo de
una u otra facción.
La propia secesión fue alentada en
gran medida por intereses extranjeros en territorio biafreño, centrados en su
riqueza mineral, principalmente de petróleo.
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