El FLEMÁTICO no es
muy fácil de identificar, pues es un temperamento que, debido a su manera tan
peculiar de ser, pasa a veces inadvertido entre los demás. No es
extrovertido, como el sanguíneo; tampoco tan cariñoso, como el melancólico; ni
agresivo o impulsivo, como el colérico.
El flemático posee un
temperamento pasivo, que podría considerarse un tanto neutral, entre los demás; representando
un punto balanceado de los anteriores, por lo que suele ser una persona muy equilibrada.
Este temperamento es un
poco difícil de comprender y vive su propio mundo independiente, sin importarle mucho con los
demás. Tampoco se preocupa por
sobresalir; más bien, evita hacerlo. Él solo cumple lo suyo y se
conforma con ello. Después que sienta que lo haya hecho bien, eso es suficiente
para él y no le importa más nada. En la antigüedad se les llamó así pensando que
en éstos la flema era el componente predominante de los humores de
su cuerpo.
A simple vista, un flemático no nos parecerá una
persona muy interesante que digamos. Su carácter introvertido, más bien tímido y un tanto retraído y apocado,
muchas veces es mal interpretado; siendo éstos mal etiquetados
y relegados.
La gente puede llegar a considerarlos como
indiferentes, amargados e incluso, presumidos; sin que necesariamente eso
sea cierto.
Quizás sea el flemático
quien mejor se amolda a congeniar con los otros temperamentos; claro está, siempre y
cuando los demás le den su lugar y le acepten y respeten tal
como es.
A veces, pareciera que a ellos les hace felices ser
así, casi como ermitaños. En realidad, los flemáticos han aprendido a disfrutar del convivir consigo mismos. Para
ellos, estar solos, no significa necesariamente sentirse solitarios, pues se
ocupan y entretienen en actividades que pueden desarrollar sin la compañía de
otros.
Es que no suele ser el flemático quien dé el primer
paso para acercarse a los demás. Aunque, cuando se acercan a él, suele
mostrarse receptivo.
Todo lo anterior puede ser contrarrestado
concediéndoles un poco de sincero aprecio, interés y atención; ya que de por sí
mismo, el flemático no se animará a integrarse a un grupo, a menos que se le
invite y muy insistentemente a hacerlo. Y no es porque les guste hacerse de
rogar, sino porque necesitan ser
estimulados a participar, siendo que se les hace difícil socializar.
Más bien, es sumamente reservado, inexpresivo y hasta un tanto apático y de
poco ánimo. Otra razón más que les dificulta relacionarse con las demás
personas. A la vez, son bastante selectivos acerca de las personas con las
cuales se relacionan íntimamente.
A un flemático casi nunca le veremos enojado; es
muy difícil exasperarlo y hacerle perder los estribos. Cuando un flemático
"explota" si es que llega a hacerlo es porque ya fue demasiado para
él y seguramente, para cualquiera.
Ello les hace pensar demasiado y vacilar antes de
tomar una decisión; y aún después de tomarla, quedan dudosos de que esa haya sido
la mejor elección.
Es difícil enrolar a un flemático en una causa que
él no considere apropiada. Y si llega a simpatizar con dicha causa, no siempre
mostrará entusiasmo por respaldarla. Por otro lado, los flemáticos no son
movidos fácilmente de sus convicciones personales, debido a que son sumamente analíticos y todo lo cuestionan
dentro de sí.
Les cuesta mucho terminar
lo que empiezan. A veces
pueden tener todas las intenciones del mundo de lograr un objetivo, pero
carecen de la fuerza de voluntad y entereza para llevarlo hasta su fin. Cuando
miran retrospectívamente se dan cuenta de que tienen muchos proyectos a la vez,
pero todos trabajados solo hasta medio camino. Por eso, los flemáticos
necesitan mucho estímulo e insistencia para llegar a culminar lo que emprenden.
En ocasiones, sorprenden a los demás, pues aunque
habitualmente son lentos para reaccionar, hay momentos en que demuestran tener
“sangre fría” y actúan hábilmente, de acuerdo a lo necesario en determinada
situación. Pero esto lo harán solo y si realmente es estrictamente
necesario y no hay nadie más que tome el control de una situación. Pero si
luego de la crisis, se levanta otra persona para retomar la dirección, el
flemático se apartará discretamente a un lado y seguirá con su estilo de
“invisibilidad” y "neutralidad".
Es que cuando
otros temperamentos se desmoronan, el flemático se mantiene firme y puede tomar
la dirección de una situación, pues tiene la capacidad de mantener el
control en condiciones extremas y prolongadas. Y esto, porque es muy paciente, analítico y centrado;
además de que no se deja llevar fácilmente por sus emociones. Nunca se afanará
por disputar una posición de mando. Si otro toma el control, al flemático no le
molesta; más bien, así lo prefiere.
Como él mismo necesita
ser estimulado y a veces, dirigido, le cuesta un poco ser guía e inspiración de
otros. Aún
así, su mente centrada y su carácter, nada impulsivo, lo ayuda en la elección
de alternativas, aunque tarde un poco en la toma de decisiones.
El problema es que como no actúa con prontitud y
decisión, el grupo que lidera no sentirá que tiene un cabecilla que sepa
dirigirlos. Entonces, sus subordinados marcharán en desorden, sin rumbo claro
ni objetivos específicos. Peor aún, si el flemático se descuida, se levantará
alguien de allí mismo que quiera auto instituirse como líder en su lugar. En
posiciones de liderazgo el flemático no se afectará mucho por el “qué dirán” de
lo que haga, pues no le importa mucho lo que piensen los demás.
Aunque los flemáticos evitan la
confrontación de tener que hablar en público, y pese a que no son muy
dados a conversar tan aménamente, que digamos, generalmente tienen habilidad verbal para disertar y para
hacerse entender. Mostrarán facilidad de palabra cuando se trata de
argumentar y litigar, si es que se les hace necesario; apoyándose en la
razón y el buen juicio. Como son buenos para escuchar y analizar, así como nada prontos para
hablar, escrutan primero la situación que está frente a sus ojos, para solo
entonces responder con toda la lógica debida al caso.
Como cantante, tendría que dar la cara frente y
tratar con un público cosa que evitará a toda costa. Mas, como músico, puede un
poco “esconderse tras bastidores”.
Aún así, hay excelentes cantantes y ministros de
alabanza que son predominantemente flemáticos, solo que generalmente éstos
tienen como temperamento secundario un temperamento más extrovertido, como el
sanguíneo. O también aquellos que son secundariamente coléricos, compensan con
este último temperamento la pasividad innata de los flemáticos. Y qué decir de
los flemáticos con temperamento secundariamente melancólico: en éstos, la
sensibilidad y expresividad propia de los melancólicos los hace salir un poco
de su "caparazón" y les permite ministrar bellamente en la adoración
a Dios.
El flemático también tiene otros puntos buenos.
Al contrario del melancólico que es demasiado sensible y todo se lo toma a
pecho, los flemáticos, al ser
personas apáticas, no se afectan tan profundamente por las circunstancias, pues
todo “se les resbala”. Esto los libra de muchos complejos y sinsabores. Además,
como diferencia diametral con el colérico, los flemáticos son sumamente pacientes y no se enojan con facilidad. Al
ser más centrados y no perder fácilmente el control, pueden tomar decisiones de una manera más
sensata, sabia y objetiva; aunque su carácter indeciso les hace pensar
demasiado y tardar en inclinarse finalmente por una determinación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario