Una NEURALGIA es un síntoma provocado por un fallo del sistema nervioso consistente en un trastorno sensitivo o dolor sin que la función motora se vea afectada. Si afecta a
los nervios periféricos, provoca una alteración de la zona inervada
correspondiente al nervio.
La médula
espinal envía dos
ramas nerviosas distintas que inervan el cuerpo: una rama motora y otra
sensitiva, que parten separadamente y que finalmente se unen para dar lugar a
los nervios periféricos mixtos. Éstos se dirigen a los órganos y músculos y sólo en casos raros se dividen de
nuevo en sus porciones originales, como ocurre en el caso del quinto par
craneal. Por ello, la lesión de un nervio periférico provoca tanto trastornos
sensitivos como motores, así como una parálisis que puede conllevar una atrofia
muscular, es decir, la pérdida de masa muscular por déficit de ejercicio.
La causa de la lesión puede ser una inflamación,
una reacción alérgica, una intoxicación,
el alcoholismo crónico,
determinadas enfermedades metabólicas como la diabetes
mellitus, algunos tipos de disfunciones renales, infecciones virales
y déficits vitamínicos. También puede tratarse de una lesión mecánica, como desgarros,
fracturas, lesiones compresivas o heridas de
bala.
El dolor
producido debido a la neuralgia del trigémino se circunscribe al área de
inervación del nervio trigémino, un
nervio craneal: la cara. Produce un dolor paroxístico de tal intensidad que provoca una mueca casi
involuntaria, un tic doloroso. Un aspecto del síntoma es que nunca sobrepasa la
línea media facial, debido a la naturaleza doble del par de nervios trigéminos.
Los paroxismos se pueden experimentar aislados o en salvas durante periodos de días o semanas. El dolor se presenta espontáneamente o desencadenado por
algunos movimientos, como la masticación.
Al tratarse
de un síntoma doloroso, el tratamiento que evite éste es prioritario: los
analgésicos tradicionales, como el paracetamol o
el ácido acetilsalicílico suelen ser efectivos, aunque en combinación con la codeína su eficacia mejora. Puede emplearse algún tipo de
antidepresivo, como la amitriptilina, como adyuvante. Si el síntoma no remite,
se puede inyectar el anestésico en el nervio, o reseccionarlo parcialmente con
radiofrecuencia local, calor, compresión por balón e inyección de químicos.
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