La CALINA o CALIMA, es
un fenómeno meteorológico consistente en la presencia en la atmósfera de
partículas muy pequeñas de polvo, cenizas, arcilla o arena en
suspensión.
Su origen está en las partículas de
vapor de agua con partículas de sales procedentes de las aguas marinas y, en muchos casos, por el humo y
cenizas de los incendios. También puede deberse a las tormentas de arena,
fenómeno frecuente en los países del Mediterráneo, en las Islas Canarias y
otras zonas.
En el caso de las tormentas de arena,
las partículas tienen unas dimensiones muy heterogéneas, precipitándose las de
mayor tamaño no muy lejos de la fuente y continuando las más finas a grandes
distancias transportadas por el viento Siroco hasta las Islas Canarias.
Ocasionalmente remanentes de estas tormentas alcanzan América del Norte, en la
región del Caribe y este de los Estados Unidos, llegando con los anticiclones
veraniegos y por los vientos alisios. Puerto Rico y las Antillas menores son
los más afectados por estas tormentas cada verano.
En muchos
casos, aunque afortunadamente en disminución, se debe a la emisión de
contaminantes domésticos en las zonas urbanas, como puede inferirse de las
abundantes chimeneas de una calle principal de la ciudad de Cardiff, en Gales, Reino Unido.
Como efecto
inmediato y en función de su densidad, produce una disminución en mayor o menor
medida de la visibilidad y la aparición de molestias en ojos, nariz y garganta.
Si es persistente o abundante, al cabo de unos días suelen aparecer otros
síntomas como bronco espasmos, crisis respiratorias y asma. Su desaparición está condicionada por los cambios en la
presión atmosférica, que puede dar origen al viento o a la lluvia.
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