La PACIENCIA es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún
bien.
Según la tradición
filosófica, podría ser definida como:
"La
constancia valerosa que se opone al mal, y a pesar de lo que sufra el hombre no se deja dominar por él"
Dicha palabra proviene del latín pati, que significa sufrir. De hecho el
participio patiens se introdujo al castellano como paciente, en los hospitales
o "el que sufre".
Aristóteles en sus Éticas alude a esta virtud como:
"El
equilibrio entre emociones extremas o punto medio: metriopatía. Con ella se
consigue sobreponerse a las emociones fuertes generadas por las desgracias o
aflicciones. Para ello es necesario un entrenamiento práctico ante el asedio de
los dolores y tristezas de la vida, una poliorcética,
que fue desarrollada por filosofías posteriores, en particular el Estoicismo.
El Cristianismo,
posteriormente, tiene a esta virtud personificada en la vida de personajes
bíblicos como Job o el mismo Jesucristo.
Esta virtud no cardinal aunque
puede ser parte de la cardinal Fortaleza posee un vicio antitético en el pecado
capital de la Ira.
La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de
quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza
y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar
con calma a que las cosas sucedan, ya que
piensan que las cosas que no dependan estrictamente de uno, se les debe otorgar
tiempo.
En la religión cristiana, la paciencia
es una de las virtudes más valiosas de la vida. El aumento de la paciencia es
considerado como la obra del Espíritu Santo en el cristiano que ha aceptado el
regalo de la salvación. Mientras que la paciencia no es una de las tres
virtudes teológicas bíblicas tradicionales ni una de las virtudes cardinales
tradicionales, es parte del fruto del Espíritu Santo, según el Apóstol Pablo en
su Epístola a los Gálatas.
En la Biblia cristiana, la paciencia es mencionada
en varias secciones.
El libro de Proverbios señala que "A través de la paciencia
de un gobernante puede ser persuadido, y una lengua suave puede romper un hueso";
Eclesiastés 7:8 señala que "El fin de un asunto es mejor que su comienzo,
y la paciencia es mejor que el orgullo", y 1 Tesalonicenses dice que
debemos " sean pacientes con todos vemos que nadie vuelve mal por mal,
sino que siempre buscan lo que es bueno para ellos y para todos".
En la Epístola de Santiago, la Biblia exhorta a
los cristianos a ser pacientes, y "ver cómo el labrador espera el precioso
fruto de la tierra, hasta que reciba a principios y finales de las
lluvias".
En Gálatas,
la paciencia se muestra como parte del "Fruto del Espíritu": "el
amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y
dominio de sí mismo contra tales cosas no hay ley".
En Timoteo,
la Biblia dice que "Jesús pudo mostrar su infinita como un ejemplo para
los que habrían de creer en él para vida eterna".
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