Un BUCANERO en origen un habitante de la parte
occidental de la isla de La Española, actual Haití y República Dominicana, que
se dedicaba a cazar vacas y cerdos salvajes para bucanear, es decir, ahumar
la carne y venderla a los navíos que navegaban por las aguas del mar Caribe.
Durante el siglo XVI se establecieron en la parte
occidental de la isla, que había sido abandonada por los españoles, aventureros
europeos, particularmente franceses,
en su mayoría procedentes de Normandía,
que copiaron de los amerindios arawaks
la técnica de conservación de la carne y se dedicaron a preparar la piel de los
animales cazados para venderla a los europeos de paso.
Cuando las autoridades españolas invadieron la isla por no pagar
impuestos a España, exterminaron a los animales en que se basaba el comercio de
los bucaneros, y las autoridades francesas, que gobernaban la Tortuga, dictaron
leyes en su contra. Muchos de ellos se establecieron en la isla de la Tortuga sumándose a los filibusteros,
para dedicarse a la piratería,
sobre todo contra los españoles.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII el término, alternado con el de filibustero, pasó a ser sinónimo de pirata. Sin
embargo, mientras los piratas solían limitar sus actividades al mar, los
bucaneros no desdeñaban las actividades en tierra firme ni dedicarse al
pillaje.
El monopolio del comercio que imponía España a sus
colonias hacía que los productos manufacturados que necesitaban o los
suntuarios fueran más caros, pues el monopolio del comercio hacía que lo no
producido en la península y fuera importado, tuviera que hacer primero el viaje
a la península y pagar impuestos, y luego el viaje a América y pagar impuestos.
Otras razones de la debilidad manufacturera era el atraso en que se había
quedado la sociedad española en donde había semicolapsado la clase burguesa basada en el comercio y la manufactura
de productos, con una enorme carga impositiva y con una grave crisis desde 1575, mientras que despegaba
imparable en otras partes de Europa. España estaba inmersa en las guerras
europeas en defensa de sus territorios e intereses y la mayor parte de las
riquezas que venían de América iban a parar a los comerciantes que suministraban los productos para
mantener los inmensos ejércitos que Felipe II tenía
guerreando por todo el viejo continente especialmente en Europa. Ese dinero fue
creando una sociedad rica, que comerciaba y producía, en otros países europeos
como Holanda e Inglaterra.
El precio de las mercancías en las
colonias empujaba a sus habitantes a no hacer ascos a la violación que suponía
el adquirirlos fuera del monopolio del comercio español que estaba representado
por la Casa de Contratación. A la
vez que los precios de los mismos se elevaban enormemente hasta llegar al punto
que tenían que cambiar cosas de extremo valor. Esta situación era propicia para
que barcos cargados de productos manufacturados se acercaran a las costas
americanas. En aquel tiempo las más habitadas eran las de la isla de La
Española, donde estaba la capital de las nuevas tierras descubiertas y la
autoridad representada por la Audiencia de Santo Domingo,
y vendieran los mismos a buen precio, a la vez que compraban los productos
tropicales que se producían, como el azúcar, y los cueros que se precisaban en
el viejo continente.
Cuando un barco cargado de productos
manufacturados se acercaba a las costas de la Española, en especial a la costa
de su parte occidental, corría la voz por todos los poblados y rápidamente
acudían sus habitantes, cargados con sus mercancías, a realizar los trueques
con los del barco.
Los cueros eran los productos más
solicitados por los contrabandistas. El contrabando llegó a tal extremo que
existían almacenes en puntos estratégicos, cerca de la costa, para los
productos de intercambio. Hacia finales del siglo XVI el comercio al margen del monopolio
legal era ejercido por holandeses, ingleses y franceses. Mientras que en Europa
los católicos españoles estaban en guerra contra los protestantes,
en tierras americanas los españoles tenían relaciones comerciales con ellos. A
tal punto llegó el contrabando que en1600 se
recogieron más de trescientas Biblias luteranas entre los habitantes del oeste de la
isla.
El episodio de las Biblias luteranas
fue el que provocó la reacción del ultra católico gobierno de la metrópoli
española. Felipe III tomó la determinación, para acabar con
el contrabando,
de que se abandonara aquella parte de la isla. Aunque los holandeses, que
tenían un cuantioso comercio los habitantes de esa parte de la isla,
prometieron prestar respaldo a las negativas de evacuación, y en muchos puntos
de la tierra a desalojar sus habitantes se rebelaron a la orden, estos no
recibieron ayuda alguna de Holanda y al final la parte occidental de la isla La Española fue abandonada por sus habitantes.
Hacia el año 1606 un tercio de la isla estaba desierto.
Mucho ganado quedó vagando por los campos y con el paso del tiempo la población
del mismo aumentó desmedidamente.
En la isla
de San Cristóbal hoy conocida por su nombre anglificado: Saint Kits, se habían asentado varios colonos franceses e
ingleses. Después de varios años de convivencia, más o menos pacífica, entre
los habitantes de las dos nacionalidades, en 1629 una
armada española al mando del almirante Fadrique de Toledo atacó la isla de San Cristóbal, desalojando a los
colonos. Los franceses lograron huir en varios barcos y, después de pasar por
varias islas vecinas, llegaron a la parte despoblada de La Española, en donde
encontraron, además de unas buenas tierras de labranza, un gran número de
animales sin dueño y en estado salvaje. Este encuentro y asentamiento dio
nacimiento de la sociedad bucanera y filibustera.
Una parte de los llegados de San
Cristóbal se dedicaron a la agricultura, los llamados «habitantes» mientras que
otra parte de ellos se dedicaron a la caza de los animales que vagaban por los campos
de la isla, esos son los bucaneros.
Los bucaneros cazaban las reses y
ahumaban su carne que vendían junto con el cuero obtenido a todo aquel que los
quisiera comprar. No tenían ningún código ni ley escrita como sí tenían los
filibusteros solo se regían por los hábitos o costumbres. Entre los bucaneros
no había esclavos, aunque se instituyó la figura del «comprometido» que era una
persona que se había "vendido" por un tiempo determinado, normalmente
3 años a uno de los bucaneros. Lo normal era tener un comprometido que ayudara
al bucanero a trabajar. El comprometido vivía en un régimen de semiesclavitud,
parecido al de los indios en las encomiendas. Vivían sin leyes ni autoridad.
La plaza de comercio de los bucaneros
era la isla de la Tortuga, situada a 2 leguas de la costa de La Española con un puerto natural muy fácil de
defender y una costa difícil de conquistar. La Tortuga también fue la plaza
fuerte de aquellos que se dedicaron a la piratería, es decir de los
filibusteros. En ella coincidían las dos sociedades, y cuando la de los bucaneros
desapareció se estableció, con más fuerza, la de los piratas.
La Tortuga sufrió varios ataques y
conquistas por parte de las tropas españolas ubicadas en la parte oriental de
La Española, pero sus habitantes, en su mayoría franceses siguieron residiendo
en ella y en lo que ellos llamaban «Tierra Grande», los terrenos de la isla La
Española.
Francia designó al capitán Le Vasseur como gobernador de la Tortuga. Este
fomentó el filibusterismos que le permitía vivir en un lujo deslumbrante, no en
vano recibía una parte de lo que entraba en la isla. En 1653 el gobernador Le Vasseur fue asesinado
por uno de sus hijos adoptivos y se nombró gobernado a De Fontenay. Poco
después, en enero de 1654, la isla fue recuperada por los españoles que después
de dejar una guarnición, en la misma, la retiraron dejándola libre de nuevo.
Enseguida fue conquistada por los franceses que, después de varios episodios de
ataques y permisos con Inglaterra, consiguieron poner a Du Rausset como
gobernador de la isla.
Du Rausset coqueteó con los ingleses
para ganarse su confianza y ese coqueteo llevó al gobierno de Francia a
detenerle y encarcelarle. Du Rausset vendió los derechos sobre la Tortuga a la
compañía estatal francesa «Compañía Francesa de las Indias Occidentales», esto
fue el 15 de
noviembre de 1665. El gobierno de la
isla fue encargado a Bertrand de Ogerón que marcaría el fin de la sociedad de
los bucaneros.
Bertrand de Ogerón se marcó como
objetivo ampliar el control francés al territorio de la isla de La Española, a
Tierra Grande. La sociedad de los bucaneros no reconocía autoridad alguna por
lo cual era un obstáculo para los planes del gobernado de Tortuga. La toma de
poder de Ogerón fue el 6 de junio de 1665 el día 20 del mismo mes comunicaba
a Francia que;
Los
bucaneros viven como salvajes, sin reconocer a nadie y sin aceptar jefes entre
sí, haciendo mil fechorías
Esta información que achacaba a los bucaneros mil
fechorías estaba destinada
al desprestigio de los mismos. En la misma comunicación le pedía al rey
francés, Luis XIV que expulsara de la isla de La
Española a todos lo bucaneros y que prohibiera cualquier comercio con ellos. En
el escrito dejaba clara la intención que esos habitantes pasaran a integrar la
población de la Tortuga y por ende, el número de filibusteros.
Las órdenes de evacuación de los
bucaneros cayeron en saco roto. En 1670 hay noticias de que se mantenía el
comercio con los bucaneros y los "habitantes" campesinos con barcos
holandeses y que hubo rebeliones de los bucaneros contra la autoridad de la
Tortuga.
Los impedimentos puestos desde la
Tortuga junto al agotamiento de los animales que cazaban, debido a dos causas
principales, una la propia sobre caza de los bucaneros y la otra la
organización por parte de los españoles de las llamadas cincuentenas,
grupos de cincuenta hombres a caballo armados de lanzas dedicado a matar el
ganado errante de la isla con la finalidad de la expulsión de los franceses,
que aparte de los bucaneros iban, poco a poco, colonizando la parte abandonada
por los españoles de la isla. Esta parte sería más tarde Haití.
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