La palabra FOGÓN, hoguera, hogar o anafre se
refiere al sitio donde se enciende fuego generalmente
con leña en una vivienda y que solía estar ubicado en el espacio común que
hacía las veces de cocina, comedor y estancia. Proviene del vocablo latino focāris, derivado de focus fuego. En algunas regiones de España se denomina lar o llar. Por extensión, se llama hogar a la casa, el lugar donde se
vive, porque se consideraba punto central de ella el lugar donde se encendía el
fuego.
Históricamente
el fogón ha tenido un uso multifuncional: como fuente de calor, calefacción, en los inviernos, para la cocción y preparación
de alimentos, como medio de conservación, mediante el secado y ahumado de algunos alimentos embutidos, quesos, etc. e incluso como ayuda para labrar ciertos materiales
mediante el calor.
Salvo en culturas muy antiguas, el
hogar se completa con una salida de humos o humero más tarde se adoptaría la
palabra francesa chimenea
que es un conducto que lleva los humos al exterior, con una especie de embudo
grande, campana, que recogía esos humos hacia el humero.
La palabra chimenea viene de chemin,
camino referido al de los humos en francés, que también se da en otros idiomas de: kamin,
it: camino. Aunque se refiere específicamente al humero, este nombre
también se ha adoptado a menudo para denominar el conjunto de hogar y humero,
especialmente cuando se trata de hogares de fuego para calefacción exclusivamente, lo que es una
contracción de la antigua expresión chimenea-hogar,
que efectivamente se refería al conjunto y no solamente al humero. Puede
deberse también a la importancia que se dio al invento de un conducto para
evacuar los humos. También se utiliza la expresión chimenea francesa, cuando es especialmente decorativa.
Aunque raramente existe, es muy
conveniente la construcción de una ventosa, conducto encargado de llevar el
aire directamente al hogar, sin pasar por el local, con lo que se evitaría el
enfriamiento del mismo y las incómodas corrientes de aire que genera el tiro.
Las ventosas puede obtener el aire del exterior directamente o de un sótano, lo
que puede ser también útil para proporcionar una adecuada ventilación al mismo.
En el hogar tiene que haber
diversos aperos que facilitan el manejo del fuego, es muy normal que estén
reunidos en una especie de recogedor vertical, los instrumentos son:
Fuelle, muy necesario para soplar aire que
avive la combustión de las brasas.
Atizador, para partir y distribuir las
brasas y los troncos.
Pinzas.
Recogedor, palita metálica para recoger las
cenizas.
Cubo metálico para depositar las cenizas tras
retirarlas del hogar.
Modernamente se ha generalizado
la utilización de aspiradores de cenizas para retirar estas del hogar. Estas
aspiradoras constan de un tubo metálico para la aspiración y un cubo para el
depósito de las mismas y un filtro para la salida del aire sin permitir la
salida de las cenizas. Pueden ser autónomos con un motor propio o depender de
un aspirador externo para crear la corriente de aire.
Las llamadas chimeneas-hogar de calefacción utilizan generalmente combustible
natural, como leña o pellas de
madera, para generar el calor necesario para calentar una estancia o
incluso una vivienda entera. Las chimeneas tradicionales también resultan muy
decorativas, aportando un estilo desde rústico tradicional hasta moderno o
vanguardista, según el modelo de chimenea instalado. Y es que más allá de la
tradicional de combustión de leña abierta, el mercado de las chimeneas y las
estufas se ha desarrollado sobremanera y ofrece una gran variedad de
instalaciones y diseños que se adaptan perfectamente a las necesidades de las
personas que apuestan por una forma diferente de calentar su hogar.
Su gran inconveniente, especialmente
desde el punto de vista ecológico y monetario, es que su rendimiento es muy
pequeño, entre el 10% y el 15%; por lo que sus emisiones de CO2 por unidad de energía útil conseguida
son muy superiores a las de cualquier otro sistema, más moderno, en el que, con
la misma cantidad de combustible se obtiene un mínimo del 50% o más, por lo que
no es aconsejable su uso más que como elemento decorativo en ocasiones
determinadas.
Hay dos modos básicos de hacer el
fuego: fuego vivo, con leños de cierto tamaño y fuego
latente, o de brasas, con las brasas casi
enterradas bajo ceniza. En el primer caso se consume más deprisa el combustible
que en el segundo.
En ambos casos el calor de calefacción
se difunde por radiación, de modo que calienta solamente el lado de las
personas enfrentado al hogar o, en menor medida, los paramentos del local.
Para que se produzca la combustión se requiere aire y además del necesario para la
reacción de combustión, debe utilizarse más aire también para ayudar a evacuar
los humos que produce. El aire debe de entrar desde el exterior, frío, por lo
que constantemente está enfriando el ambiente donde está encendido el fuego, en
mucha menor medida cuando se trata de fuego de brasas, porque requiere mucha
menor cantidad de aire para la combustión y para evacuar los humos.
Por estas razones el rendimiento
energético de este sistema de calefacción es muy pequeño, del orden del 10...
20%.
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