La CREMACIÓN es la práctica de deshacer un cuerpo humano muerto, quemándolo,
lo que frecuentemente tiene lugar en un sitio denominado crematorio. El origen
del término "cremación" se remonta al antiguo Egipto, donde era
habitual untar el rostro de los fallecidos con cremas.
Junto con el entierro,
la cremación es una alternativa cada vez más popular para la disposición final
de un cadáver.
Las primeras cremaciones conocidas sucedieron
en la zona del litoral mediterráneo en
el Neolítico,
pero declinó durante el establecimiento de la cultura semita en esa área cerca del tercer
milenio a. C.
La cremación fue ampliamente observada
como una práctica bárbara en el Antiguo Oriente Próximo, que se usaba
solamente por necesidad en tiempos de plagas. Los babilonios, de acuerdo a Heródoto, embalsamaban a sus muertos y los persas zoroástricos castigaban con la pena capital a todo
aquel que intentaba la cremación, con una especial regulación para la
purificación del fuego profano.
En Europa, hay
huellas de cremaciones que datan de los principios de la Edad del
Bronce 2000
años a. C. en la llanura panónica y a lo largo del Danubio medio. La costumbre llegó a ser dominante
a través de la Edad del Bronce con la Cultura de los Campos de Urnas (1300 a. C.).
En la Edad del
Hierro, la inhumación vino a ser nuevamente más común, pero la cremación
persistió en la cultura de Villanova y en otros lugares. Homero acota
sobre los funerales de Patroclo,
describiendo su cremación y su posterior inhumación en un túmulo
similar a los de la cultura de los campos de urnas,
siendo calificada como la más temprana descripción de los ritos de cremación.
Las primeras cremaciones pudieron
haber estado conectadas a las ideas de inmolación con fuego, tal como Taranis,
dios del paganismo céltico.
La religión hinduista es notable por no sólo permitirla sino
prescribirla. La cremación en la India es atestiguada ya en la cultura del
Cementerio H 1900 a. C.,
considerada como la etapa formativa de la civilización védica. El Rig-veda en el mándala
10.15.14 contiene referencias sobre el antyesti, sacrificios fúnebres, donde se invoca a los antepasados cremados y no cremados.
La cremación fue común, pero no
universal, tanto en la Grecia
como en Roma.
En Roma, la inhumación fue considerada el rito más arcaico según Marco Tulio Cicerón, De
Leg., 2, 22), y el gens Corneliano, uno de los más cultos en Roma
—con la sola excepción de Sila—, nunca permitieron la quema de sus
muertos.
El cristianismo reprobó la cremación influido por los
principios del judaísmo,
y en un intento de abolir los rituales paganos grecorromanos.
Hacia el siglo
V d. C., la práctica de la cremación había desaparecido de
Europa.
La cremación en vida fue usada como
parte del castigo a los herejes,
y esto no solo incluía arder vivo en la hoguera. Por ejemplo, en 1428 la Iglesia Católica desenterró el cadáver del traductor
inglés John Wyclif
1320-1384 y lo cremó. Sus cenizas
fueron esparcidas en un río como una forma explícita de castigo póstumo, por
negar la doctrina católica de la transubstanciación.
La cremación retributiva con base en
las acciones en vida continuó en los tiempos modernos. Por ejemplo, después de
la Segunda Guerra Mundial, los cuerpos de 12
hombres convictos por los crímenes contra la humanidad en los Juicios de Núremberg, no fueron regresados
a sus familiares, sino cremados, y depositados en una locación secreta, como
parte específica de un proceso legal encaminado a negar el uso de dicha
locación como cualquier suerte de memorial.
En Japón, sin embargo, una
construcción en memoria de los criminales de guerra ejecutados, quienes también
fueron cremados, fue permitido erigirla para confinar sus restos.
El movimiento moderno de cremación
comenzó en 1873, con la presentación de una cámara de cremación hecha por el
profesor paduano Brunetti en una exposición en Viena. En Gran Bretaña,
el movimiento contó con el apoyo del cirujano de la reina Victoria, sir Henry Thompson, quien junto
con sus colegas fundaron la Sociedad de Cremación de Inglaterra en 1874. El
primero en Estados Unidos fue construido en 1874 por Julius LeMoyne en Pensilvania.
La segunda cremación en EE. UU. fue la de Charles F. Winslow, verificada
en Salt Lake
City Utah en julio de 1877. Los
primeros crematorios en Europa fueron construidos en 1878 en Gotha Alemania y en Woking Inglaterra. La primera cremación en
Gran Bretaña tuvo lugar el 26 de marzo de 1886 ocho años después de la construcción
del crematorio en Woking.
La cremación fue declarada legal en
Inglaterra y Gales, cuando el doctor William Price fue procesado por cremar a
su hijo. La legislación formal siguió después con la autorización del Acta de
Cremación de 1902 dicha Acta no tuvo extensión legal en Irlanda lo cual supuso
requerimientos procesales antes de que una cremación pudiese ocurrir y
restringir su practica a lugares autorizados. Algunas iglesias protestantes
comenzaron a aceptar la cremación, bajo la premisa racional del ser: «Dios puede
resucitar a un difunto de un tazón de cenizas tan fácilmente como puede
resucitar a uno de un tazón de polvo». La Enciclopedia Católica criticó estos
esfuerzos, refiriéndose a ellos como «movimiento siniestro» y asociándolo con
la francmasonería
aunque dijera que «en la práctica de la cremación no hay nada directamente
opuesto a cualquier dogma de la Iglesia». En 1963 el papa Pablo VI levantó la prohibición de la
cremación, y en 1966 permitió a los sacerdotes católicos la posibilidad de
oficiar en ceremonias de cremación.
El proceso de la cremación tiene lugar
en el llamado crematorio. Consiste de uno o más hornos y utillaje para el manejo de las
cenizas. Un horno de cremación es un horno industrial capaz de alcanzar altas
temperaturas de aproximadamente 870 a 980 °C, con modificaciones
especiales para asegurar la eficiente desintegración del cuerpo. Una de esas
modificaciones consiste en dirigir las llamas al torso del cuerpo, en donde
reside la principal masa corporal.
El crematorio puede formar parte de
una capilla o una agencia funeraria, o también puede ser de una construcción
independiente o un servicio provisto por un cementerio.
Los hornos usan un número diverso de
fuentes combustibles, tales como el gas natural o el propano.
Los modernos hornos crematorios incluyen sistemas de control que monitorizan
las condiciones bajo las cuales la cremación tiene lugar. El operador puede
efectuar los ajustes necesarios para proveer una combustión más eficiente, así
como de asegurarse de que la contaminación ambiental que ocurra sea mínima.
Un horno crematorio está diseñado para
quemar un solo cuerpo a la vez. Quemar más de un cuerpo simultáneamente es una
práctica ilegal en muchos países.
La cámara donde el cuerpo es colocado
es llamada retorta,
y está construida con ladrillos refractarios que ayudan a retener el calor. Estos
ladrillos requieren ser reemplazados cada 5 años debido a que la continua
expansión y contracción causada por el ciclo de temperaturas suele
fracturarlos.
Los modernos crematorios suelen ser
controlados por un ordenador o computadora y están dotados de sistemas de
seguridad y candados para que su uso sea legal y seguro. Por ejemplo, la puerta
no puede abrirse hasta que el horno ha alcanzado su temperatura óptima, el
ataúd se introduce en la retorta lo más rápido posible para evitar la pérdida
de calor, a través de la parte superior de la puerta. El ataúd también puede
ser introducido velozmente mediante una banda transportadora, o una rampa
inclinada que puede permitir su introducción dentro del horno quemador.
En los crematorios se permite a los
familiares ver la introducción del ataúd dentro del horno y a veces esto se
hace por razones religiosas, por ejemplo la cultura hindú; sin embargo, a pesar
del respeto con el que el difunto es tratado, esto es fundamentalmente un
proceso industrial, y no es recomendable para las personas sensibles o débiles
de corazón.
Los crematorios tienen un tamaño
estándar, un gran número de ciudades disponen de hornos de mayor dimensión
capaces de manejar difuntos con una masa corporal de hasta 200 kg. Sin
embargo, las personas con obesidad mórbida son preferentemente sepultadas en
lugar de ser destinadas a la cámara crematoria.
Un cuerpo destinado a ser incinerado
primero es colocado en un contenedor para cremación, el cual puede ser una caja
de cartón corrugado o un ataúd de madera. La mayoría de los fabricantes de
ataúdes proporcionan una línea de ellos destinada especialmente a la cremación.
Otra opción es una caja de cartón que queda dentro de un armazón de madera,
diseñado para parecerse a un ataúd tradicional. Después del funeral y antes de
la cremación, la caja interior es retirada del armazón de madera, permitiendo
la reutilización del armazón en otro funeral.
Algunas funerarias pueden ofrecer
también alquiler de ataúdes tradicionales, usados sólo durante los servicios
fúnebres, y después el cuerpo es transferido a otro contenedor destinado a la
incineración. Los ataúdes en alquiler, suelen ser diseñados con camas y líneas
movibles y reemplazables al final de cada uso.
En Australia,
el difunto es incinerado dentro de un ataúd suministrado por la funeraria. Los
ataúdes reutilizables o de cartón son desconocidos. Si el costo es un asunto
problemático, se pone a disposición una línea de ataúdes de madera
aglomerada, conocida en el mercado como «ataúd económico». Los
asideros si son solicitados son de plástico aprobado para su uso en la incineración.
Pueden ir desde madera aglomerada sin acabado o cubierto con tela de terciopelo
si es solicitado, hasta madera salida. La mayoría prefiere la madera aglomerada
chapada.
Las cremaciones pueden ser servicio
único sin ninguna ceremonia religiosa dentro de la capilla del crematorio aunque
hubiese habido alguno ni precedido por algún otro. El servicio único permite
planificar las cremaciones, para hacer un mejor uso de los hornos, debiendo
mantener el cuerpo durante la noche dentro de un refrigerador. Como resultado,
los honorarios aplicables son más bajos. Servicio único es referido a menudo
como "El servicio occidental de capilla".
La caja que contiene el cuerpo es
colocada en la retorta e incinerada a la temperatura de 760 a 1150 °C.
Durante el proceso, una gran parte del cuerpo especialmente los órganos y otros
tejidos suaves son vaporizados y oxidados debido al calor y los gases son
descargados en el sistema de escape. El proceso completo toma al menos dos
horas.
Todo lo que queda después de que la
cremación concluye son fragmentos secos de hueso en su mayor parte fosfatos de
calcio y minerales secundarios y las cenizas. Estos
representan aproximadamente el 3,5 % del peso del cuerpo original total 2,5%
en niños, aunque hay variaciones debidas a la consistencia del cuerpo. Debido a
que el tamaño de los fragmentos de hueso secos están estrechamente conectados a
la masa esquelética, su tamaño varía de persona a persona. El cráneo de la
persona conserva su forma y parte de su densidad.
La joyería, tal como relojes de
pulsera, anillos y pendientes, son ordinariamente retirados del cuerpo y
devueltos a los familiares. El único artículo no natural que requiere ser
retirado previamente es el marcapasos, ya que éste podría estallar y dañar la retorta del
horno. En el Reino Unido y seguramente en otros países es obligatorio para la
funeraria el retirar el marcapasos antes de entregar el cuerpo al crematorio, y
firmar una declaración que indique que cualquier marcapasos ha sido retirado.
Después de que la incineración del cadáver ha concluido, los fragmentos de
hueso son retirados de la retorta, y el operador utiliza un pulverizador,
llamado "cremulador" en donde los procesa hasta que adquieren la
consistencia de granos de arena esto en función de la eficiencia del cremulador;
en cuanto al cráneo, en algunos casos como su dimensión no le permite pasar por
el orificio del cremulador, es golpeado y aplastado con un instrumento similar
a un rodillo, pero de mayor tamaño, el cual se desliza sobre el cráneo
carbonizado hasta pulverizarlo y convertirlo también en polvo cenizas; esta
operación incluso ha sido filmada y exhibida en televisión. Los pulverizadores
generalmente hacen uso de alguna clase de mecanismo giratorio, para pulverizar
los huesos, tales como los molinos de bolas en los modelos más viejos.
En Japón y Taiwán,
los huesos no son pulverizados a menos de que los familiares lo soliciten
previamente, y son recolectados por la familia en una ceremonia funeraria.
Ésta es una de las razones por las
cuales los restos incinerados son llamados "cenizas". Éstas son
colocadas en un contenedor, que puede ser una sencilla caja de cartón o una
urna extravagante. Una consecuencia inevitable de la cremación es que un
residuo diminuto de la persona se queda en la cámara después de la cremación y
se combina con las cremaciones subsiguientes.
No todo lo que queda es hueso, algunas
veces se extrae joyería perdida, ornatos del ataúd, amalgamas dentales, e
injertos quirúrgicos como prótesis de cadera en titanio, los cuales a la
inspección son retirados para evitar algún daño al pulverizador. Los pedacitos
metálicos muy pequeños son retirados y enterrados en el suelo común y
consagrados a un área alejada del cementerio.
Las cenizas son devueltas dentro de un
contenedor de plástico o cartón envueltas en un pequeño saco de terciopelo. Un
certificado oficial de cremación acompaña a los restos.
Éstos pueden ser confinados en una
urna, o espolvoreados en un sitio especial, una montaña, en el mar o sepultados
en un camposanto. Adicionalmente hay servicios especiales, los cuales se
encargan de dispersar las cenizas en una variedad de formas y lugares. Algunos
ejemplos son, el uso de un globo de helio, acompañado de fuegos pirotécnicos,
disiparlas a través de escopetas especiales, o esparcirlas desde un avión.
Algunos sugieren el envío de las cenizas al espacio interestelar, y otros el
convertirlas en diamante,
por un proceso para la fabricación de diamantes sintéticos puesto que las
cenizas consisten principalmente en carbono. También pueden mezclarse en una
urna especial con cemento y formar parte de algún relieve artificial.
Las cenizas pueden ser dispersadas en
parques nacionales en Estados Unidos a través de un permiso especial. También
pueden esparcirse en una propiedad privada, previo consentimiento del dueño.
Una porción del incinerado puede ser conservada dentro de un medallón
especialmente diseñado para tal efecto, conocido como colgante de recuerdo. La
disposición final depende de la voluntad final del difunto, así como sus
creencias religiosas. Algunas religiones permiten que el incinerado sea
esparcido o sea mantenido en casa. Algunas como la católica insisten en
sepultar o enterrar los restos.
El hinduismo obliga al familiar
masculino más cercano hijo, esposo, padre del difunto el sumergir las cenizas
en el río sagrado del Ganges,
preferentemente en la ciudad sagrada de Haridwar, India. Los restos cremados
pueden también ser sepultados, en caso de que se tratara de una persona bien
conocida.
En Japón y Taiwán las cenizas y
fragmentos de hueso son entregados a la familia y se usan en un ritual
funerario antes de ser sepultados.
Las cenizas son devueltas dentro de un
contenedor de plástico o cartón envueltas en un pequeño saco de terciopelo. Un
certificado oficial de cremación acompaña a los restos.
Éstos pueden ser confinados en una urna,
o espolvoreados en un sitio especial, una montaña, en el mar o sepultados en un
camposanto. Adicionalmente hay servicios especiales, los cuales se encargan de
dispersar las cenizas en una variedad de formas y lugares. Algunos ejemplos
son, el uso de un globo de helio, acompañado de fuegos pirotécnicos, disiparlas
a través de escopetas especiales, o esparcirlas desde un avión. Algunos
sugieren el envío de las cenizas al espacio interestelar, y otros el
convertirlas en diamante,
por un proceso para la fabricación de diamantes sintéticos puesto que las
cenizas consisten principalmente en carbono. También pueden mezclarse en una
urna especial con cemento y formar parte de algún relieve artificial.
Algunas personas prefieren la
incineración por razones personales al resultarles más atractiva que el entierro
tradicional. A éstas les resulta muy desagradable la idea de un largo y lento
proceso de descomposición (Putrefacción del cadáver,
prefiriendo la alternativa de la incineración, puesto que se destruyen los restos
inmediatamente. En otras culturas como las de Latinoamérica, la cremación no es
muy utilizada, aunque algunos las prefieren, pues en estos países suelen
enterrar los cadáveres y luego de dos años tiempo prudencial en que se ha
descompuesto el cadáver y ha quedado el esqueleto completamente
"limpio" se procede a la exhumación del mismo para proceder a colocar los
restos en un osario.
Otras personas ven la inhumación
tradicional como una innecesaria complicación de su proceso funerario, por lo
que prefieren la sencillez de la cremación.
Otras personas prefieren la cremación
por un simple 'miedo al cajón'. Piensan que es posible un error que permita su
entierro en vida. Se han presentado casos excepcionales en los que por
enfermedad u otras causas el corazón ralentiza e incluso detiene
momentáneamente su actividad, además de los casos de catalepsia
que estuvieron muy en boga en la literatura del siglo XIX. Estas personas temen
recuperar la consciencia cuando se hallan enterradas en su cajón y no poder
salir; prefieren, de haber quedado vivas, morir quemadas que vivir enterradas.
La cremación puede resultar más
económica que los servicios de sepultura tradicionales, especialmente si se
elige la cremación directa, en la cual el cuerpo es incinerado con la mayor
brevedad según las disposiciones legales. No obstante, el coste total variará
en función del servicio deseado por el difunto y sus familiares. Por ejemplo,
la cremación puede tener lugar después de un servicio funerario completo, o del
tipo de contenedor elegido.
La cremación hace posible esparcir las
cenizas sobre un área determinada, eliminando la costosa necesidad de ocupar un
espacio dentro de un sepulcro o cripta. No obstante, algunas religiones como la
católica sugieren el sepulcro o tumba como destino final de las cenizas, lo que
añade un costo. El uso de algunos tipos de nichos, llamados columbarios palomares
se ha extendido debido a la economía en espacio y a su bajo precio, llegando a
costar mucho menos que una cripta o mausoleo.
Sin embargo, existen movimientos
místicos que recomiendan la cremación para la liberación del alma, de tal forma
que pueda volver en otra generación en un menor tiempo, aunque esta afirmación
posterior varía según el movimiento al que corresponda.
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