El DRAGÓN es un animal mitológico que aparece en diversas formas en
varias culturas de todo el mundo, con diferentes simbolismos asociados.
Las interpretaciones más familiares de
dragones son los dragones
europeos, derivados de la tradición popular y de la mitología de Grecia,
Escandinavia y Oriente Próximo, y también los dragones orientales. La
palabra dragón deriva del griego,
"dragón, serpiente de gran tamaño, o serpiente de agua"
En función de las diversas culturas
que lo han representado, la figura del dragón juega un papel importante como
dios o guardián, o como monstruo y poderoso enemigo. Se le atribuyen cualidades
y habilidades tales como ser poseedor de una gran sabiduría y conocimiento o
pecar de gran avaricia y codicia que le conduzca a devastar poblaciones enteras
para apilar gigantescos tesoros. Por lo tanto, la imagen y figura del dragón ha
ido variando y ha sido interpretada de muy diversas formas a lo largo de la
historia.
Las culturas occidentales y orientales
han imaginado reptiles gigantes y alados; puede ser debido al contacto con cocodrilos,
caimanes o gaviales.
Los dragones occidentales tienen por
lo general apariencia de un gran lagarto o cocodrilo, con alas, aliento de
fuego, cuernos y gran ferocidad. Los dragones orientales tienen por lo general
apariencia serpentina mezclada con características de otros animales, estos
casi nunca tienen alas.
El mito de la existencia de los
dragones se sustenta en una diversa cantidad de leyendas y representaciones,
diseminadas entre las distintas culturas que lo representan. Se ha planteado,
como explicación de este fenómeno, el descubrimiento de fósiles de dinosaurio
que llevasen a esas culturas a imaginar seres parecidos. También cabe señalar
que los dragones en cada cultura presentan aspectos y características
diferentes.
Así, en la Edad Media, se creía que
los cadáveres de cocodrilo, llevados a mercados y demás sitios de exhibición
europeos desde Egipto y Arabia durante la época de Las Cruzadas,
eran vistos como si se tratasen de cadáveres de dragón.
El simbolismo alrededor del dragón es
esencialmente el de la lucha. La
lucha entre el dragón y un héroe o un dios tiene, sin embargo, distintos
significados. En estos míticos combates el dragón asume dos papeles, el de
devorador y el de guardián, que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser
cósmico en espera, cuya acción implica la muerte –o el nacimiento– de un orden
universal.
Así, en un principio, los dragones
fueron devoradores de dioses –algunos mitos se refieren a estas criaturas como
la causa de los eclipses, por ejemplo–, o sus enemigos –caso de Apofis y Pithon, enemigos del sol–; posteriormente los
dragones fueron fuerzas a la que se les ofrecían doncellas en sacrificio y no
tardaron en concebirse como comedores de hombres. De todos modos, ese papel no
se aleja del de guardián, que implica la espera y el mantenimiento de un orden
que preludia una reinvención del universo o el descubrimiento de un lugar
sagrado. Justamente porque son guardianes de algo sagrado, es por lo que
simbolizan el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe.
Las actitudes tomadas en las culturas
del mundo frente a la figura del dragón y la lucha que supone se distancian en
ocasiones, particularmente si se compara la idea de dragón que existe en el
lejano Oriente con la predominante en Occidente. Los dragones
chinos o long, los japoneses o ryū y los coreanos son vistos generalmente
como seres benévolos, mientras que los europeos son en su mayoría malévolos.
Sin embargo, los dragones malévolos no
están restringidos a Europa: entre otras culturas, esta interpretación se
mantiene también en la mitología
persa. El tema es complejo y ha variado a lo largo de la historia.
Como ejemplo, entre los romanos,
típicos representantes del Occidente antiguo, el dragón era considerado un
símbolo de poder y sabiduría.
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