Las LETANÍAS
LAURETANAS son las letanías
más difundidas como forma de alabanza y de súplica a María, madre de Jesús de Nazaret.
Etimológicamente la palabra letanía proviene del vocablo griego litanéia
que significa súplica, rogativa u oración de súplica.
Las letanías a los santos se originaron en el siglo VII, y las
relativas a María se multiplicaron progresivamente en distintas Iglesias cristianas.
El decreto Quoniam multi 1601 del papa Clemente VIII aprobó específicamente las letanías
lauretanas, ya testimoniadas por
un manuscrito del siglo XII, y
que deben su nombre a la advocación de
la Virgen de Loreto, cuyo santuario constituyó el ámbito en
que se desarrollaron.
Los orígenes de las letanías se
remontan a los primeros siglos de la cristiandad.
Las letanías eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y
los fieles, y se rezaban sobre todo en las procesiones. Aunque al principio
eran dirigidas sólo a Dios en súplicas se añadieron con el tiempo invocaciones
a santos y sobre todo a la Virgen María en intercesiones usadas a partir del siglo VII.
En la liturgia oriental se usaron
desde el siglo III.
La composición de letanías marianas siguió la línea de las generales y de las
de los santos. En éstas se invocaba a María de tres modos: Sancta María, Sancta Dei Genetrix y Sancta Virgo Virginum. A lo cual
siguió una serie de reflexiones y elogios de los santos padres orientales que
constituyen el germen de las futuras letanías marianas.
El germen halló ambiente en la
popularidad del Oficio de la
Virgen Santísima que se cantaba en algunos monasterios.
Este "Oficio" no era fijo y tenía variaciones según la orden
religiosa que lo cantaba; estas variaciones fueron abolidas por Pío V cuando
estableció el "Oficio Parvo de la
Virgen" reformado. Lo cierto es que entre las variantes que
existían habían ciertas letanías que se parecían a las futuras Lauretanas.
Las más antiguas letanías a María
propiamente dichas se encuentran en un códice de Maguncia del siglo XII
titulado: «Letania de Domina Nostra
Dei genenetrice Virgine Maria. Ora valde bona, cotidie pro quacumque
tribulatione dicenda est», con alabanzas largas y en cada verso
repitiendo el «Sancta Maria».
Las letanías marianas empezaron a
multiplicarse en el siglo XV y XVI.
Por el año 1500 fueron
creadas una serie de letanías en el santuario de Loreto, Italia. Hacia 1575 surgen unas
nuevas letanías lauretanas conocidas como "modernas" con alabanzas
puramente bíblicas, que se hicieron tan populares que las primeras versiones
fueron pasadas a segundo plano. Sixto V las
aprobó en 1587 e
incluso les dio indulgencias. Hacia el siglo XVII
la situación se hizo exagerada, en Loreto se tenía una letanía para cada día de
la semana y no era el único caso. En 1601, con el decreto Quoniuam multi del 6 de
septiembre, el papa Clemente VIII prohibió todas las letanías
que existían con excepción de
las incluidas en el Misal y el Breviario y
también las del santuario de Loreto, aquellas letanías ya eran llamadas como lauretanas. Paulo V,
en 1503,
ordenó que se cantasen en la basílica romana de Santa María la
Mayor en festividades de la Virgen María. Los dominicos,
en 1615 ordenaron
que se recitasen en todos sus conventos después de sus oraciones de los
sábados.
Con el tiempo se han ido
añadiendo más títulos a ellas, como:
Pío V: Auxilio
de los cristianos por su intercesión en la Batalla de Lepanto.
Clemente XIII: Madre inmaculada a petición del Felipe IV, para los dominios hispánicos el 12 de
septiembre de 1767. Fue también concedida por el papa Pío IX al
obispo de Malinas en 1846; tras la definición dogmática de 1854, Pío IX lo hizo
extensivo a toda la Iglesia.
León XIII: Reina del Santo Rosario, y Madre del Buen Consejo.
Benedicto XV: Reina de la paz.
Pío IX: Reina
concebida sin pecado original.
Pío XII en 1951 Reina asunta al cielo.
Pablo VI: Madre
de la Iglesia.
Juan Pablo II l: Reina de la Familia.
En la Iglesia católica, después del Concilio Vaticano II surgieron letanías
que reflexionaban en torno a los documentos sobre María como la Lumen Gentium o la Marialis Cultus. Un claro ejemplo es
el libro publicado en 1981 llamado: "Rito de Coronación de las imágenes de la Virgen María" que
propone letanías donde los términos "Señora" y "Reina"
abundan, dada la liturgia de tono glorioso donde se recitan.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios.
Santa María, ruega por
nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia
Madre de la Divina Gracia
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre virginal,
Madre sin mancha,
Madre Inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del Buen Consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso de honor,
Vaso insigne de devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del Cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los ángeles,
Reina de los patriarcas,
Reina de los profetas,
Reina de los apóstoles,
Reina de los mártires,
Reina de los confesores,
Reina de las vírgenes,
Reina de todos los santos,
Reina concebida sin pecado
original,
Reina asunta al cielo,
Reina del Santísimo Rosario
Reina de la familia,
Reina de la paz,
Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre
de Dios, para que seamos dignos de las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración
Te rogamos nos concedas, Señor
Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa
intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las
tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén
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