En la mitología griega, CÉFIRO era el dios del viento del
oeste, hijo de Astreo y de Eos. Céfiro era el más
suave de todos y se le conocía como el viento fructificador, mensajero de la primavera.
Se creía que vivía en una cueva de Tracia.
En diferentes historias se narraba que
Céfiro tenía varias esposas. Se decía que era el marido de su hermana Iris, la diosa del arco iris.
Raptó a otra de sus hermanas, la diosa Cloris, a la que dio el dominio de las flores.
Con Cloris fue padre de Carpo, ‘fruta’.
Se decía que había competido por el
amor de Cloris con
su hermano Bóreas,
a quien terminó ganando. También se cuenta de él que con otra de sus hermanas y
amantes, la arpía Podarge,
fue padre de Balio y Janto,
los caballos de Aquiles.
Uno de los mitos conservados en los
que Céfiro aparece más prominentemente es el de Jacinto, un hermoso y atlético príncipe espartano.
Céfiro se enamoró de él y lo cortejó,
al igual que Apolo. Ambos compitieron por
el amor del muchacho, éste eligió a Apolo, y Céfiro enloqueció de celos. Más
tarde, al sorprenderlos practicando el lanzamiento de disco,
Céfiro les mandó una ráfaga de viento,
y el disco, al caer, golpeó en la cabeza a Jacinto que murió. Con la sangre del
muchacho muerto, Apolo haría la flor homónima.
En la historia de Cupido y
Psique, fue Céfiro quien sirvió a Eros transportando a Psique hasta
su cueva.
Se le representa como un hombre joven,
con alas de mariposa o hada, sin barba, semidesnudo y descalzo, cubierto en
parte por un manto sostenido entre sus manos, del cual lleva y va esparciendo
una gran cantidad de flores.
Su equivalente en la mitología romana era Favonio, ‘favorable’, quien ostentaba
el dominio sobre las plantas y flores. Su nombre era muy común en la Antigua Roma.
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