APOTEOSIS palabra griega que significa contarse
entre los dioses, divinizar, deificar apo:
idea de intensidad, theo:
Dios, osis; formación,
impulsión se llamaba a una ceremonia que hacían los antiguos para colocar
en el número de los dioses o héroes a los emperadores, emperatrices u otros
mortales. Por extensión, se habla de apoteosis cuando se ensalza exageradamente
a alguien con alabanzas y honores. Actualmente, en el uso ordinario, se aplica
a la escena espectacular con que concluyen algunas funciones teatrales, normalmente de
géneros ligeros; y por extensión, a toda manifestación de gran entusiasmo que
tiene lugar en algún momento de una celebración o acto colectivo.
Esta voz tiene el mismo sentido entre
los griegos, que el divusentre los latinos. El origen de
la apoteosis se remonta casi al de la idolatría -gr. eidolon: imagen, figura latreia: adoración. Esta
ceremonia, originaria de Oriente, de donde pasó a los griegos y después a los
romanos, estaba fundada en la opinión de Pitágoras tomada de los caldeos,
de que los hombres virtuosos serían colocados después de su muerte en la clase
de los dioses. La apoteosis estuvo en uso entre los asirios,
los persas,
los egipcios,
los griegos y los romanos.
En primer lugar tributaron homenaje al
astro benéfico del que recibían la luz y que con su influencia fecunda la
tierra. Luego que empezaron a vivir en sociedad, su reconocimiento distinguió
del común de los hombres a aquellos que se hallaban en estado de gobernarles,
de darles leyes, de asegurar su reposo, de aumentar su bienestar y formaron de
ellos después de su muerte otras tantas divinidades. Pero así como se abusa de
todas las cosas, así la adulación de los pueblos concedió los honores
divinos a príncipes despreciables o perversos, y los mismos príncipes, abusando
de su poder, colocaron entre los héroes y los inmortales a hombres que no
tenían ningún derecho al reconocimiento y respeto de los pueblos. Se sabe que Alejandro,
poco satisfecho de los magníficos funerales que había mandado hacer a su amigo
Hefestión, ordenó que se le rindiesen honores divinos. La locura del emperador Adriano por Antínoo su favorecido, no fue menos notable.
La primera apoteosis de que se hace
mención es la de Osiris y luego la de Belo. Todas las
divinidades de los griegos y latinos son mucho más modernas. Jenofonte asegura que Ciro fue el primero en ser adorado como un
dios aún en vida. Cicerón hace mención de la apoteosis de Erecteo y de sus hijos. Plutarco y Diodoro hablan de la de Teseo; san Agustín, de la de Codro; Orígenes,
de la de Hércules Tebano, hijo de Alcmena y de Amfiaro.
Los griegos, no contentos de hacer a
los grandes hombres magníficos funerales y de erigirles soberbias tumbas, les rendían
honores divinos, les elevaban altares y les inmolaban víctimas, instituyendo a
menudo en obsequio suyo sacrificios y fiestas o juegos anuales que
celebraban con la mayor pompa.
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