Los TRILOBITES Trilobita, del latín,
"tres lóbulos" son una clase de artrópodos extintos,
dentro del subfilo Trilobitomorpha.
Son los fósiles más característicos de la era
Paleozoica, era primaria.
Se han descrito casi 4.000 especies.
Aparecieron en el período Cámbrico al inicio del Paleozoico,
hace unos 540 millones de años, y empezaron a diversificarse ya en el Cámbrico
inferior.
Tras la extinción masiva de finales
del Cámbrico sólo sobrevivieron las formas que habitaban ambientes pelágicos,
de aguas profundas.
Durante el Ordovícico alcanzaron su máxima diversidad y
ocuparon casi todos los nichos ecológicos marinos.
A partir del Silúrico presentaron
pocos cambios, hasta que en las crisis del Devónico medio y superior sufrieron una
importante reducción, extinguiéndose todos los órdenes excepto Proetida.
Durante el Carbonífero los
representantes del grupo son escasos y restringidos a ambientes de arrecife.
Los últimos trilobites, ya sólo habitantes de aguas someras, desaparecieron
durante la crisis del límite Permo-Triásico hace unos 250 millones de años. Por
tanto, su presencia en la Tierra se prolongó durante todo el Paleozoico, casi
300 millones de años. Los trilobites son tan abundantes y han sido tan
profundamente estudiados, que probablemente sean el grupo de animales fósiles
más conocidos.
Inicialmente se consideraron
antepasados de los crustáceos(en
especial la cochinilla de humedad terrestre, que comparte ciertas
características en común) o incluso de todos los artrópodos (ya que fueron los
primeros en aparecer en el registro fósil). Hoy se les considera como un grupo
independiente, separados de mandibulados y quelicerados.
Los trilobites tienen
el cuerpo aplanado y liso, más o menos ovalado y dividido en tres tagmas, céfalon, tórax y pigidio;
tórax y pigidio forman el tronco.
Presentan dos surcos
longitudinales que dividen el cuerpo en tres lóbulos claramente delimitados de
donde deriva su nombre: uno central llamado glabela en el céfalon y raquis en el tronco y dos laterales denominados genas o mejillas en
el céfalon y pleuras en el tronco.
El tegumento dorsal
era una gruesa cutícula impregnada de carbonato cálcico, lo que ha facilitado su fosilización.
Su tamaño varía desde
unos pocos milímetros a más 60 cm en
algunas especies gigantes.
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