SILVERIO PÉREZ fue el último de las grandes leyendas
de la Época de Oro del toreo mexicano. Se hizo torero dada la muerte de su
hermano, Carmelo Pérez,
que murió de una neumonía a los 22 años en Madrid, España.
Dicha neumonía fue resultado de una gravísima cogida que le diera el bravísimo
toro «Michín» de San Diego de los Padres el 17 de noviembre de 1929 en la plaza
El Toreo de La Condesa de la Ciudad de México. En esa ocasión, Carmelo
alternó con el español Antonio Márquez, quien le
cortó el rabo a una reserva de Piedras
Negras, y Pepe Ortiz.
Fermín Espinosa «Armillita» le dio su alternativa en Puebla,
el 6 de
noviembre de 1938 y
teniendo como testigo a Paco Gorráez. El 11 de
diciembre del mismo año en la plaza El Toreo recibe la confirmación de su
alternativa por parte de «Armillita» y como testigo tuvo a Fermín Rivera.
Consiguió cortar el primer
rabo en la historia de la Plaza México en la segunda corrida del serial
inaugural al toro «Barba Azul» de Torrecilla.
En esa ocasión alternaba con Manuel Rodríguez Manolete,
en interesante mano a mano.
El 1 de marzo de 1953 se
retiró en la Plaza México, toreando reses de Torrecilla.
No hubo lucimiento debido al mal juego de los astados, por lo que el periodista
taurino José Pagés Llergo le regaló la lidia de un séptimo toro,
«Malagueño», de San Diego de los Padres,
misma vacada de donde provenía «Michín», aquel que cegara la vida de su hermano
Carmelo. Su padrino, Fermín Espinosa «Armillita», quien le concediera la
alternativa quince años antes, fue el encargado de cortarle la coleta.
Murió en su hogar el 2 de
septiembre de 2006 debido a una neumonía complicada con
una insuficiencia renal.
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