Los QUERUBINES
son ángeles que, dentro de los denominados coros angélicos, componen
el segundo coro (el primero está formado por los serafines) de
acuerdo al catolicismo. Representados como niños alados, los querubines
protegen la gloria divina.
La teología indica que quienes ven a los querubines son
aquellos que se encuentran en un estado de elevación, con el cielo a su
alcance. De acuerdo a lo que se desprende de la Biblia,
los querubines tienen la finalidad de alabar a Dios y
de recordar a la humanidad la gloria divina.
Los querubines también pueden agruparse y servir como
medio de desplazamiento ya que se movilizan como “relámpagos”, según las Sagradas
Escrituras.
Muchas son las pinturas y obras de arte que han
representado a la figura de los querubines de una manera más o menos
protagonista. Así, por ejemplo, ejemplos son los siguientes:
-Detalle de “Los Querubines” en lo que es la Capilla
Sixtina.
-“Ángel cantando”, de Jan van Eyck.
-“María y el niño”, de Rosso Fiorentino.
-“Última sentencia”, de Hans Memling.
-“El violo de Europa”, de François Boucher.
-“Baco y Ariadna”, de Jacopo Amigoni.
De entre todos los artistas que, a lo largo de sus
carreras, tomaron la decisión de pintar querubines, el que ha conseguido mayor
reconocimiento es el pintor italian Rafael Sanzio (1483 – 1520). Hoy sus
trabajos de este tipo, que realizó en su momento para algunas de las estancias
de las Capillas Vaticanas, podemos verlos en un sinfín de estancias y objetos
de decoración.
A la hora de pintar querubines, existen diversas reglas
que ayudan a conseguir el mejor resultado. Así, por ejemplo, se establece que
lo primero que tiene que dibujarse es su contorno, haciendo uso de formas
geométricas: el triángulo para lo que sería el vestido y un círculo para la
cabeza. Además se establece que el pelo debe tener apariencia drapeada, que sus
mejillas tienen que ir en un color rosado y que debe delimitarse muy bien lo
que sería la parte superior de las mejillas o mofletes.
En el lenguaje coloquial, se utiliza la noción de
querubín para nombrar a un individuo joven y de gran belleza. Por ejemplo: “La
mujer, orgullosa, se paseaba con su querubín para presumir ante las vecinas”, “El
querubín robaba suspiros a todas las jóvenes del pueblo, que soñaban con su compañía”.
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