La LANGOSTA es, probablemente, el crustáceo más popular entre los
submarinistas.
Fue descrita por primera vez
en 1787 por Fabricius, que le dio el nombre de Palinurus vulgaris. En la
actualidad se la conoce como Palinurus elephas, pero se mantiene el
nombre antiguo como sinónimo.
El nombre del género Palinurus evoca
al timonel de Eneas (un príncipe de la antigua Troya) que, según cuenta la
leyenda, se quedó dormido en la barra del timón y cayó por la borda al mar.
Este crustáceo decápodo
tiene un cuerpo largo que alcanza, en algunos casos, los 50 cm de longitud y 8
Kg de peso, aunque raramente supera los 35 cm. El cuerpo se divide en dos
partes claramente diferenciadas: el cefalotórax o cabeza y el abdomen o cola.
La cabeza es espinosa y el
rostro pequeño, en él destacan dos ojos protuberantes protegidos por sendas
proyecciones espinosas. La langosta tiene el cuerpo de color violeta oscuro o
marrón con manchas amarillas, las cuales son más abundantes en el abdomen,
patas y antenas. Los animales jóvenes tienen una banda longitudinal amarilla en
la parte superior del cuerpo.
La langosta emplea sus
largas antenas para ahuyentar a sus enemigos (entre los que se incluye a los
buceadores demasiado insistentes), interponiéndolas entre ella y el intruso.
También usa las antenas que superan en longitud al propio cuerpo para conocer
su entorno inmediato mediante el tacto, una habilidad necesaria en las
condiciones de baja iluminación típicas de las grietas y agujeros en los que
vive. Las antenas también son útiles para desanimar a la competencia cuando
está comiendo, poniendo así de manifiesto su territorialidad.
A pesar de su apariencia
pesada, la langosta es capaz de nadar gracias a las potentes contracciones de
su cola, fuertemente musculada. Es precisamente esta cola, muy apreciada
gastronómicamente, la que hace que las langostas sean muy buscadas en todos
nuestros mares y como consecuencia sean escasas, y de pequeño tamaño, en las
zonas de poca profundidad
Vive en los fondos
coralígenos de las costas escarpadas, entre 20 y 70 metros de profundidad,
aunque es especialmente abundante a partir de los 40 metros, donde se
encuentran los ejemplares mayores. Entre noviembre y marzo la Palinurus
elephas suele emigrar a zonas más profundas.
Los buceadores pueden
encontrar fácilmente langostas en sus inmersiones si prestan atención al fondo,
puesto que dejan ver sus antenas en el exterior de sus guaridas, que suelen
estar en paredes o techos rocosos.
De hábitos nocturnos, la
langosta es muy voraz y se alimenta de todo lo que encuentra, aunque sus
preferencias se centran en poliquetos, crustáceos y moluscos. Destaca el hecho
de que es capaz de romper las duras conchas de los bivalvos, pese a carecer de
pinzas.
Cuando la langosta crece,
debe mudar el duro caparazón calcificado que la recubre, operación que realiza
varias veces a lo largo de su vida. Es precisamente cuando se desprende de su
vieja armadura que el animal es muy vulnerable, puesto que el nuevo caparazón
no se endurece hasta al cabo de unas horas. Este exoesqueleto es, a menudo,
devorado por el antiguo huésped para reponer así las maltrechas reservas de
calcio de su organismo.
La época de reproducción de
la Palinurus elephas va de septiembre a octubre en el Mediterráneo
occidental, mientras que en el Adriático este periodo abarca de marzo a mayo y
de agosto a septiembre. Las hembras alcanzan la madurez sexual a los 6 años de
edad. Los huevos son puestos en el agua y, de las larvas resultantes, sólo un
pequeño número llega a desarrollarse plenamente.
La distribución de este
crustáceo abarca casi todo el Mare Nostrum, excepto en algunas zonas
orientales; y el Atlántico, donde se la encuentra hasta en el Canal de la
Mancha y las costas holandesas.
En el Mediterráneo
encontramos otras dos especies similares. Por un lado, la langosta rosa (Palinurus
mauritanicus), que tiene el cuerpo de color rojizo o rosa, jaspeado de manchas,
pero que se encuentra siempre por debajo de los 200 m de profundidad, en el
norte de África y en el sur de los países europeos. Por otro lado, también
podemos encontrarnos la langosta real (Palinurus regius), que tiene color
verdoso, con una mancha transversal blanca en cada segmento del abdomen, y que
sólo se encuentra en la costa española y francesa, entre los 5 y 40 m de
profundidad.
Debemos ser conscientes de
que las poblaciones de langostas no llegan a recuperarse de una temporada a
otra por culpa de la sobrepesca, no sólo debida a las nasas de los pescadores
profesionales, sino también a la captura ilegal por parte de los buceadores
deportivos con escafandra autónoma.
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