Los SERAFINES son, de acuerdo a teología cristiana,
los primeros de los nueve coros o tipos de "espíritus
bienaventurados" de la angelología cristiana.
Pertenecen
al orden más alto de la jerarquía más elevada.
Rodean el trono de Dios y
están en constante alabanza cantando el trisagio hebreo «Kadosh, Kadosh, Kadosh»
(«Santo, Santo, Santo es el Señor de los Ejércitos, la tierra está llena
de su Gloria»).
En
la creencia Bahá'í, los serafines, son ángeles del conocimiento y la sabiduría.
En la creencia cristiana,
los serafines se caracterizan por el ardor y la pureza con que aman las cosas
divinas y por elevar a Dios a los espíritus de menor jerarquía. Se les conoce
como "las flameantes llamas del rayo", "rayos de fuego del
amor" o "llamas ardientes". Cantan sin cesar la música de las esferas,
regulan el movimiento de los cielos y son la vibración primordial del amor.
Los serafines son seres que
pueden ser vistos solo por quienes son “elevados” a una dimensión superior, es
decir, un estado en el que el cielo “se abre para ellos” (Ezequiel 1:1; Ap
4:1,2; 19:11).
En los contados casos en
que eso ocurre, la descripción zoomórfica que se hace de esos “ministros” de
Dios [serafines (semejantes a animales con seis alas —Isaías 6:2—), querubines (semejantes a animales con cuatro alas
—Ez 1:6—), o arcángeles (seres en forma de antorchas —Ap 1:4;
4:5—)] es representativa de las diferentes funciones que esos seres
celestiales cumplen ante el Creador.
Los gnósticos refieren que fueron los serafines en
su forma de elohines o llamas quienes destruyeron Sodoma y Gomorra,
bombardeando la ciudad con bolas de fuego, y son mencionados por primera vez en Hebreos,
uno de los libros más antiguos del Nuevo
Testamento.
La iconografía cristiana
representa a los serafines como seres alados, pero con la peculiaridad de
poseer tres pares de alas, el primero de los cuales tapa su rostro ya que, al
ser los seres más bellos del universo, sólo Dios tiene derecho a contemplarlos. Con el
segundo par de alas vuelan y el tercero cubre sus pies, pues simbolizan así la
eterna humildad y amor debidos sólo a Dios. En el judaísmo se presentan como serpientes doradas
con seis alas que tienen el poder de sanar, acorde a la etimología de la
palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario