La SANGRE
es un tejido conectivo
líquido, que circula por capilares, venas, y arterias de
todos los vertebrados.
Su color rojo característico es debido a la
presencia del pigmento
hemoglobínico contenido
en los glóbulos
rojos.
Es un tipo de tejido
conjuntivo especializado,
con una matriz coloidal líquida y una constitución compleja. Tiene una
fase sólida, que incluye a los eritrocitos o glóbulos rojos, los leucocitos o glóbulos blancos y las plaquetas,
y una fase líquida, representada por el plasma sanguíneo. Estas fases son también
llamadas componentes sanguíneos, los cuales se dividen en componente sérico
fase líquida y componente celular, fase sólida.
Su función principal es la logística
de distribución e integración sistémica, cuya contención en los vasos
sanguíneos espacio
vascular admite su distribución circulación sanguínea hacia prácticamente todo
el organismo.
La sangre era denominada humor
circulatorio en la antigua teoría grecorromana de los cuatro humores.
Como todos los
tejidos del organismo la sangre cumple múltiples funciones necesarias para la
vida como la defensa ante infecciones, los intercambios gaseosos y la
distribución de nutrientes. Para cumplir con todas estas funciones cuenta con
diferentes tipos de células suspendidas en el plasma. Todas las células que
componen la sangre se fabrican en la médula ósea. Ésta se encuentra en el
tejido esponjoso de los huesos planos cráneo, vértebras, esternón, crestas
ilíacas y en los canales medulares de los huesos largos fémur, húmero. La
sangre es un tejido renovable del cuerpo humano, esto quiere decir que la
médula ósea se encuentra fabricando, durante toda la vida, células sanguíneas
ya que éstas tienen un tiempo limitado de vida. Esta “fábrica”, ante
determinadas situaciones de salud, puede aumentar su producción en función de
las necesidades. Por ejemplo, ante una hemorragia aumenta hasta siete veces la
producción de glóbulos rojos y ante una infección aumenta la producción de
glóbulos blancos. Los
glóbulos rojos, hematíes o eritrocitos constituyen aproximadamente el 96 %
de los elementos figurados. Su valor normal promedio es de alrededor de
4.800.000 en la mujer, y de aproximadamente 5.400.000 en el varón, hematíes por
mm³
Estos corpúsculos carecen de núcleo y orgánulos solamente en mamíferos. Su citoplasma está constituido casi en su totalidad
por la hemoglobina,
una proteína
encargada de transportar oxígeno y contienen también algunas enzimas.
El dióxido de carbono es transportado en la sangre libre
disuelto 8 %, como compuestos carbodinámicos 27 %, y como bicarbonato,
este último regula el pH en la sangre. En la membrana plasmática de los eritrocitos están las
glucoproteínas que definen a los distintos grupos sanguíneos y otros identificadores celulares.
Los eritrocitos tienen forma de disco
bicóncavo deprimido en el centro. Esta forma particular aumenta la superficie
efectiva de la membrana. Los glóbulos rojos maduros carecen de núcleo, porque
lo expulsan en la médula ósea antes de entrar en el torrente sanguíneo
esto no ocurre en aves, anfibios y ciertos otros animales. Los
eritrocitos en humanos adultos se forman en la médula ósea.
La hemoglobina —contenida exclusivamente en los
glóbulos rojos— es un pigmento,
una proteína conjugada que contiene el grupo “hemo”. También transporta
el dióxido de carbono, la mayor parte del cual se
encuentra disuelto en el eritrocito y, en menor proporción, en el plasma.
Los niveles normales de hemoglobina
están entre los 12 y 18 g/dl de sangre, y esta cantidad es
proporcional a la cantidad y calidad de hematíes masa eritrocitaria. La
hemoglobina constituye el 90 % de los eritrocitos y, como pigmento, otorga
su color característico, rojo, aunque esto solo ocurre cuando el glóbulo rojo
está cargado de oxígeno.
Tras una vida media de 120 días, los
eritrocitos son destruidos y extraídos de la sangre por el bazo, el hígado y la médula ósea,
donde la hemoglobina se degrada en bilirrubina y el hierro es reciclado para formar nueva
hemoglobina.
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