El CABALLO es un mamífero
perisodáctilo domesticado de la familia de
los équidos.
Es un herbívoro solípedo de
gran porte, cuello largo y arqueado, poblado por largas crines.
A la hembra del caballo se le llama yegua y a las crías si son machos potros o potrillos,
y si son hembras potras o potrancas. La cría y utilización
del caballo por parte del hombre se conoce como ganadería equina o caballar, y
su domesticación se remonta a unos 3600 años a. C.,
en la región de Kazajistán.
El término latino utilizado para denominar al caballo era equus, mientras caballus, que derivó en la
palabra «caballo», es un término del latín tardío, posiblemente de origen
celta, que significa «caballo castrado» «Yegua» procede del femenino
de equus, «equa». A los
animales jóvenes en general se les denominaba pullus, textualmente
«pollos», que originó la palabra pulliter, pullitri que
derivaría en «potro» o «potrillo».
Linneo clasificó a los caballos domésticos en
1758 en la especie Equus caballus. Al demostrarse que
los caballos domésticos actuales y su antepasado silvestre extinto, clasificado
como Equus ferus caballo
salvaje, pertenecían a una misma especie debía asignársele un único nombre científico. Generalmente en casos como
éste se aplicaría el principio de prioridad usado en la nomenclatura
científica, que establece que debe permanecer como nombre específico el primero
en haber sido registrado, siendo caballus el más antiguo. Pero la Comisión
Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó en 2003 en la opinión 2027 que los caballos actuales, al igual
que otras 17 especies domesticadas, debían nombrarse como su variedad salvaje
extinta, Equus ferus, para
evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los silvestres, fueran
nombrados como subespecies de sus descendientes. Por lo tanto el nombre
específico que prevalece para los caballos actuales es Equus
ferus, quedando el término caballus como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica.
Los caballos se clasifican dentro del orden de
los perisodáctilos,
perteneciendo a la familia de
los équidos,
a la que también pertenecen los asnos Equus
africanus, el onagro o el kulán Equus hemionus, el kiang Equus hemionus kiang y las cebras, en la que están
estrechamente emparentados al pertenecer todos al único género superviviente, Equus
La evolución del caballo puede
seguirse a través del registro fósil hasta llegar a Hyracotherium también llamado Eohippus, un pequeño mamífero
herbívoro que vivió durante el Eoceno,
hace 55 millones de años, en América del Norte. Se supone que de él
descienden todos los équidos posteriores, incluido el género Equus.
Hyracotherium tenía un tamaño que oscilaba entre los
20 y los 40 cm de altura, con
cuatro dedos en las extremidades anteriores y tres en las posteriores
terminando cada uno en una uña no en un casco, como las especies
actuales. A primera vista era
similar a un perro pequeño.
La evolución posterior de Hyracotherium le hizo aumentar su altura hasta los
115 cm y perder sus
dedos hasta hacerse mono dáctilo, es decir,
con un solo dedo. Poco a poco, su único dedo se endurecería mediante
mutaciones, hasta desarrollar cascos que les permitían huir de los
depredadores.
En esa época aparecieron a la vez en
Norteamérica y Eurasia diversas especies y géneros
relacionados. Parece ser que las especies euroasiáticas desaparecieron; sin
embargo, las especies americanas dieron lugar durante el Oligoceno al género Mesohippus del tamaño de una gacela, que tenía
sólo 3 dedos en las patas delanteras y que ya presentaba pies con forma de casco.
Algo más tarde, en el Mioceno, a Mesohippus le sucedió al Hypohippus y Anchitherium;
se cree que ambas especies colonizaron después Eurasia desde América del Norte.
Otros descendientes de Mesohippus fueron Miohippus y Merychippus;
este último género desarrolló dientes con coronas muy altas, lo que le
permitió, a diferencia de Hyracotherium, que pastaba hierba,
ramonear las hojas y brotes de árboles y arbustos. Entre los descendientes de Merychippus estaba Hipparion,
que durante el Plioceno se desplazó y expandió desde
Norteamérica hasta Eurasia, y Pliohippus primer antepasado de un solo dedo,
antecesor de Pleshippus y de su sucesor, el caballo moderno,
es decir, el género Equus, que apareció hace 5 millones
de años.
Se cree que durante el Pleistoceno,
hace unos 15.000 años, el género Equus extendió su área de distribución desde
Norteamérica a Eurasia y África cruzando
el puente de Beringia. Hace unos 10.000 años los caballos se
extinguieron en Norteamérica, por
causas aún desconocidas, quizá por algún cataclismo climático que modificó los ecosistemas americanos. Diversos hallazgos en cuevas de Europa
indican que el caballo era un animal muy abundante durante la Edad de
Piedra en dicho continente;
se han encontrado suficientes restos de esqueletos de caballos dentro y en los
alrededores de estas cuevas como para afirmar que eran consumidos por el ser
humano. El número de caballos disminuyó en el neolítico,
cuando Europa estaba cubierta por bosques
en su mayor parte. Se han encontrado restos de la Edad del
Bronce, embocaduras y piezas de arneses, que demuestran que el
caballo ya estaba domesticado en esta época. Esta domesticación siglos más
tarde permitió, tras el descubrimiento de América, que los
caballos fueran reintroducidos por los conquistadores españoles en el
continente que los vio surgir.
Los caballos muestran una gran
variedad de colores de capa y de marcas distintivas, que dan lugar a amplio
vocabulario descriptivo especializado. A menudo un caballo se clasifica antes
por el color de su capa que por su raza o sexo.35 Los caballos del mismo color de capa
se pueden distinguir por alguna marca blanca distribuida a lo largo de sus
cuerpos, que junto a los patrones
moteados se heredan de forma independiente de color de la capa.
Se han identificado muchos genes que dan diferentes colores a la capa
de los caballos, aunque continúan las investigaciones para identificar los
demás factores que dan origen a distintos rasgos. Una de las primeras
relaciones genéticas que se entendieron fue la existente entre el color rojizo recesivo y
el dominante negro, que está controlado por el receptor de melanocortina 1.
Otros alelos controlan el moteado, el intercalado
de pelos blancos, la supresión o dilución del color, y otros efectos que crean
las docenas de posibles colores de capa de los caballos.
Las capas alazana, castaña y
negra son los colores equinos básicos. Estos colores son modificados por lo
menos diez genes que crean el resto de los colores, incluyendo diluciones como
el palomino o los patrones de manchas como los
pintos. No todos los caballos
blancos tienen una capa blanca de nacimiento, a menudo los caballos blancos de
mediana edad eran caballos grises al nacer. Los grises nacen con un tono más
oscuro y se vuelven grises con la edad, y ambos generalmente tienen la piel
negra bajo sus capas de pelo blanco con la excepción de las pieles rosa bajo
las marcas blancas. Sólo los caballos que nacen con la capa blanca tienen la
piel rosada, algo que es una característica rara.
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