El ACNÉ,
también conocido como acné común o acné vulgar, es una
enfermedad crónica inflamatoria de
la piel que
involucra las unidades pilo sebáceas folículo piloso y
glándulas sebáceas,
caracterizada por la formación de pápulas, pústulas, nódulos y cicatrices, que aparecen principalmente en la cara y parte
superior del tronco.
Originalmente, de acuerdo con Aristóteles,
los médicos griegos antiguos ocupaban el término Ionthoi
para refererirse al acné. Hipócrates también utilizaba el término, aunque
no explica su origen. La palabra se relacionaba con el concepto de «pubertad»,
puesto que el significado del singular es
«primer crecimiento de la barba».
Los antiguos médicos romanos llamaban varus al acné, mencionado por Plinio el
Viejo y Celso.
Hasta el siglo
II d. C., la palabra griega άκμή (acmé), significaba la «magnitud de una enfermedad» o una «crisis
febril». En ese siglo el concepto se aplicó al momento de «culminar el
crecimiento», es decir a la pubertad, por lo que su significado se asociaba al
de Ίονθοι, de acuerdo con los estudios de Julio Pólux.
En el siglo
III d. C., Cassius explica que debido a la ocurrencia de
la enfermedad en la pubertad, esto es en el άκμή, la gente la llamaba άκμάς.
El acné es
una enfermedad extendida por todo el mundo, que afecta principalmente a
individuos entre 12 y 24 años, siendo la enfermedad más común entre la gente
joven. El 85% de los
adolescentes se ve afectado por esta condición, algunos manteniéndola durante
su vida adulta. En los mayores de 20 años, la enfermedad es más prevalente en
el grupo de mujeres. Un
análisis más exhaustivo de la epidemiología general de la enfermedad, demuestra
que la incidencia de la enfermedad predomina en edades más tempranas entre el
nacimiento y los 11 años, de tal forma que sólo un 36,5% de los casos comienza
en la adolescencia.
Tradicionalmente,
la atención se ha centrado en la sobreproducción de seborrea por influjo hormonal como el principal factor contribuyente. Recientemente,
se ha prestado más atención al estrechamiento del canal folicular como segundo
factor contribuyente. El derramamiento anormal de las células del folículo,
células vinculadas anormales entre el folículo y la retención de agua en la
piel (tragándose a la piel y presionando el cierre de los folículos), han sido
remarcados como mecanismos importantes.
A menudo, el acné grave deja
cicatrices por donde la piel crece de una forma volcánica. Estas cicatrices son
difíciles de tratar y además no es usual que consigan quitarse por completo con
éxito. En esos casos puede recurrir al conocido como tratamiento
de cicatrices.
Para las manchas rojas, y algunas
veces posteriormente oscuras, se suele tratar mediante exfoliantes químicos que
logran descamar la piel renovando las capas exteriores de la dermis y epidermis que al regenerarse lo hará de color
uniforme. Un paciente con secuelas marcadas suele eliminar estas manchas casi por completo, mientras que las
cicatrices no se eliminan tan exitosamente. Un método de tratamiento adecuado
para este fin es la terapia con la hipertermia de contacto, que permite
introducir productos cosméticos regeneradores y activar la mitosis cutánea,
para eliminar las secuelas del acné.
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