En la mitología griega, Terpsícore o Terpsícores es la musa de la danza, de la poesía ligera
propia para acompañar en el baile a los coros de danzantes, y también se la
considera como la musa del canto coral.
Es representada como una joven
esbelta, con un aire jovial y de actitud ligera. Guirnaldas de flores forman su
corona y entre sus manos hace sonar una lira.
En algunas leyendas, Terpsícore, como
la madre, junto con Aqueloo o Forcis,
como el padre, aparecen como los progenitores de las sirenas,
divinidades marinas dotadas de una maravillosa voz que osaron competir con las
musas, quienes las derrotaron y les arrancaron las escamas.
Avergonzadas, las sirenas se retiraron
a las costas de Sicilia,
donde, con su canto, ejercían tan poderosa atracción sobre los marinos que
éstos no podían evitar que sus navíos se estrellaran contra las rocas.
Desde las culturas antiguas hasta la
representación en una mujer, que al principio era una ninfa que habitaba los
ríos y los bosques, la danza se involucra en todos los campos de la vida del
hombre y comienza a ser un sello de reconocimiento propio.
Entra a ser parte de lo sagrado, a
comunicar el sentimiento, las creencias y el tributo que se le rinde a un ser
superior y de lo profano, la diversión pública y popular del hombre y sus
relaciones con los demás como ser social que desea dar a conocer quién es y a
cuál grupo pertenecían.
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