El DENGUE es una enfermedad
infecciosa causada
por el virus del dengue, del género flavivirus que
es transmitida por mosquitos, principalmente por el Aedes aegypti. La infección causa síntomas gripales, y en ocasiones evoluciona hasta convertirse en
un cuadro potencialmente mortal, llamado dengue grave o dengue hemorrágico. Es
una infección muy extendida que se presenta en todas las regiones del clima tropical del
planeta. En los últimos años la transmisión ha aumentado de manera predominante
en zonas urbanas y se ha convertido en un importante problema de salud pública.
En la actualidad, más de la mitad de la población mundial está en riesgo de
contraer la enfermedad. La prevención y el control del dengue dependen
exclusivamente de las medidas eficaces de lucha contra el vector transmisor, el
mosquito.
La primera referencia
de un caso de Dengue, aparece en una enciclopedia médica china publicada en la dinastía Jin (265–420), formalmente editada durante la Dinastía Tang en
el año 610, y publicada nuevamente durante la Dinastía Song del norte, el año
992, que describe una especie de “agua envenenada” asociada a insectos
voladores, que tras su picadura provocaban unas fiebres muy elevadas. El Dengue, se
extendió fuera de África entre los siglos XV y XIX, debido al desarrollo de la marina mercante y
la creciente migración de personas, especialmente en los siglos XVIII y XIX, lo
que ocasionó que las ciudades portuarias crecieran y se urbanizaran, creando
condiciones ideales para el hábitat del mosquito vector, Aedes aegypti. Durante
los viajes marítimos, el mosquito se mantenía vivo en los depósitos de agua de
las bodegas. De esta forma, tanto el mosquito como el virus se expandieron a
nuevas áreas geográficas causando epidemias separadas por los intervalos dados
por los viajes marítimos 10 a 40 años. Existen
varias descripciones de epidemias durante el siglo XVII, pero el reporte más
antiguo de una posible epidemia de dengue data entre los años 1779 y 1780,
cuando una epidemia asoló Asia, África y América del norte. El primer reporte de caso definitivo
data de 1779 y es atribuido a Benjamin Rush, quien acuña el término «fiebre rompe huesos» por
los síntomas de mialgias y artralgias. En
1906, la transmisión por el mosquito Aedes fue
confirmada, y en 1907 el dengue era la segunda enfermedad después de la fiebre amarilla que se conocía, que era producida por un virus. Más investigaciones científicas de la
época, realizadas por John Burton Cleland y Joseph Franklin Siler completaron el conocimiento básico sobre la
transmisión de la enfermedad infecciosa.
La marcada expansión
del Dengue durante y posteriormente a la Segunda Guerra Mundial ha sido atribuido a la disrupción ecológica. Esto
mismo, ha permitido que diferentes serotipos del virus se hayan extendido a
nuevas áreas geográficas, y se haya convertido en una enfermedad emergente y
preocupante en nuestro tiempo, por las nuevas formas mortales de fiebre
hemorrágica. Estas formas severas de la enfermedad fueron por primera vez
reportadas en Filipinas en
1953; en los 70, se había convertido en la mayor causa de mortalidad infantil
en el Pacífico y parte de América. La
fiebre hemorrágica y el choque por dengue fueron por primera vez referidas en
América central y Sudamérica en 1981, en personas que habían contraído el
serotipo DENV-2, y que ya habían tenido contacto previo con el serotipo DENV-1. A principios de los años 2000, el
dengue se ha vuelto la segunda enfermedad más común de las transmitidas por
mosquitos, y que afectan a los seres humanos, después de la malaria.
Actualmente existen
alrededor de 40 millones de casos de dengue y varios cientos de miles de
casos de dengue hemorrágico cada año. Hubo un brote grave en Río de Janeiro en
febrero de 2002 que afectó a alrededor de un millón de personas.
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