Los ESTRIBOS son piezas, generalmente metálicas, de
formas diversas que permiten que el jinete de un caballo introduzca los pies en ellas para afianzarse mientras
cabalga. Fijados a la silla de montar, permiten una mayor comodidad, tanto para la
cabalgadura como para el jinete.
Los primeros protoestribos,
consistentes en una cuerda que unía la silla y el dedo gordo del pie del jinete,
aparecieron en la India en el límite entre el siglo I y el II a. C. De allí pasaron a China en torno al año 300, donde, debido al
clima más frío de la zona, empezaron a atarse alrededor del pie calzado, y no
sólo sobre el dedo. Poco después, los chinos empezaron a fabricar estribos
metálicos, de bronce o hierro fundido.
Desde China el uso del estribo se
extendió a los nómadas turco-mongoles de Asia Central,
a Corea y a Japón.
Los hunos los introdujeron en Persia en el siglo IV y en Europa hacia el siglo V,
aunque no hay noticias de su adopción por la caballería imperial romana hasta
aproximadamente un siglo más tarde ya después de la caída de Occidente. A su vez, los árabes
lo tomarían de los persas y los bizantinos.
Por su parte, los invasores germanos del Imperio romano
adoptaron rápidamente el uso de estribos. Ello mejoró la eficacia de sus tropas
montadas hasta tal punto que facilitó la derrota en la batalla de Adrianópolis año 378, del modelo clásico de
la legión romana,
lo que causó una crisis militar sin precedentes.
El estribo, que permitía al jinete
luchar con comodidad y maximizaba el impacto de la carga, prácticamente había
derrotado a Roma, y había iniciado una nueva era en Europa: la de la caballería pesada que dominaría los campos de
batalla medievales durante
más de mil años.
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