DULCINEA
DEL TOBOSO, mujer imaginaria y perfecta inspirada
en la vulgar lugareña Aldonza Lorenzo, nunca aparece "en persona"
en la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, escrita
por Miguel de Cervantes. Sin
embargo, su nombre aparece tantas veces en la obra, se la discute tanto, que a
veces se habla de ella como si fuera un personaje.
Don Quijote, personaje principal, es un hidalgo caballero que
decide salir en busca de aventuras. La tradición manda, según su confuso
entender, que todo noble caballero tenga una dama en su corazón a quien
dedicarle sus victorias.
Es decir, Aldonza Lorenzo es un
personaje "verdadero" dentro del mundo ficticio de la novela.
Dulcinea del Toboso es una mujer imaginaria, nacida de las lecturas y manías
del protagonista, muy vagamente basada en la mujer "histórica".
Además, para aumentar el humor y dejar
en ridículo en cuanto se pueda al protagonista, Aldonza no sólo está lejos,
sino todo lo contrario de lo que la señora de un caballero debe ser. Es una
labradora, fuerte, nada modesta ni limpia, de vida lasciva, y por más señas, morisca.
Contrapuesta a la imagen idealizada que Don Quijote tenía de ella, se dice más
adelante «dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de
toda la Mancha».
A lo largo
de la obra Don Quijote describirá a Dulcinea como una joven «virtuosa, emperatriz
de La Mancha, de sin par y sin igual belleza»... que, por lo
demás, sólo existe en su imaginación. Cuando habla de ella a Sancho Panza, éste
la identifica bien pronto ya que la conoce -- la conoce bien, y tiene más
interés en ella que en su propia mujer. Sabe que es hija de Lorenzo Corchuelo y
Aldonza Nogales. En la
acción de la obra cervantina nunca aparece la verdadera Aldonza Lorenzo, aunque
la figura de Dulcinea del Toboso es fundamental para la vida caballeresca de
Don Quijote.
En la
Segunda Parte de la obra, bastante diferente de la Primera, Dulcinea es tema
central. Don Quijote, aunque sabe que no existe, va a El Toboso para
visitarle. Está loco. Sancho Panza, que ya se ha dado cuenta de este hecho, y no
quiere que sus carnes sufran más a causa de su señor, toma un papel más activo
que en la Primera Parte. Dice que ha encontrado a Dulcinea, pero cuando Don
Quijote llega a ver a esta dos veces imaginaria Dulcinea inventada por Sancho,
lo que percibe es una labradora maloliente y hombruna. Se atribuye a un
supuesto "encantamiento". Por toda la Segunda Parte, Don Quijote
busca cómo desencantar a su amada. No lo consigue nunca.
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