VAMPIRESA: es el término con el cual se designa en España a la mujer
fatal o mujer que aprovecha su capacidad de seducción amorosa para lucrarse a
costa de aquellos a quienes seduce. y
es traducción de "vamp" en inglés que se usó en la película A Fool There Was /1915, protagonizada por Theda Bara, quien se convirtió
así en el icono de ese arquetipo en el cine. La película estaba basada en una
obra de teatro inspirada a su vez en el poema "El Vampiro" de Rudyard Kipling. En filmes subsiguientes, en la
literatura y en la cultura popular el término se usa mayormente para
personajes, reales o ficticios, no fantásticos o diferenciados del vampiro femenino y
con las características definidas por la RAE.
Una mujer fatal —de la
expresión francesa femme fatale— es un personaje tipo, normalmente una villana que usa la sexualidad para
atrapar al desventurado héroe. Se la suele
representar como sexualmente insaciable. Aunque suele ser malvada, también hay
mujeres fatales que en algunas historias hacen de anti heroínas e incluso
de heroínas. En la actualidad,
el arquetipo suele ser visto como un personaje que constantemente cruza la
línea entre la bondad y la maldad, actuando sin escrúpulos sea cual sea su
voluntad.
Las
mujeres fatales han existido, en una u otra forma, en la mitología y el folclor en prácticamente todas las culturas.
Entre los primeros ejemplos están la diosa sumeria Ishtar y la bíblica Dalila.
La mujer fatal se hizo omnipresente en la cultura occidental a finales del siglo XIX y principios del XX,
y aparece en las obras de Oscar Wilde, Edvard Munch y Gustav Klimt,
entre otros. Algunos consideran esta popularización como una reacción a los movimientos
feministas y al cambio
de roles de la mujer en el tiempo. Con la introducción del cine negro en los años 1940,
la mujer fatal empezó a florecer en la cultura pop,
apareciendo en thrillers de espionaje e historietas como The Spirit de Will Eisner,
o Terry y los piratas de Milton Caniff.
En el mundo anglosajón,
la mujer fatal es con frecuencia de origen extranjero. Con frecuencia se la
retrata como una especie de vampiro sexual, cuyos oscuros apetitos se
creía que eran capaces de arrebatar la virilidad y la independencia de sus
amantes, convirtiéndolos en una máscara vacía de sí mismos. Solo escapando de
sus abrazos podía rescatarse al héroe. En este sentido, en la jerga estadounidense antigua se solía llamar a las mujeres
fatales vamps, una palabra asociada con las modas de los años 1920.
El término vamp era un apócope de vampire, ‘vampiro’,
llamado así porque los personajes extraían la vida de sus víctimas no
necesariamente bebiendo su sangre sino mediante explotación sexual y económica.
Un retrato clásico de mujer fatal fue el personaje de Justine en El cuarteto de Alejandría de Lawrence
Durrell.
En la ópera y el teatro
musical, la mujer fatal suele ser interpretada por una mezzosoprano dramática y es a veces contraste o la enemiga de
la ingenua o la dama en
apuros.
La imagen arquetípica de la dominatrix sadomasoquista enfundada en cuero
negro que se genera en Europa hacia los años 30 del siglo XX constituye otra
derivada del mito de la mujer fatal.
Algunos argumentan que este
personaje tiene su contrapartida masculina. Algunos ejemplos podrían ser
Heathcliff de Cumbres Borrascosas o muchos de los héroes de los libros
de Lord Byron.
Las ninjas femeninas, llamadas Kunoichi,
representadas en incontables ocasiones, son famosas y legendarias por ser
entrenadas con métodos propios de las mujeres fatales, usando su sexualidad con
la misma fluidez que sus mortíferas habilidades para asesinar.
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