Contemplar
un PEJELAGARTO es un poco como
volver la vista hacia un pasado muy lejano. No ha experimentado prácticamente
ningún cambio en los últimos 100 millones de años, por lo que se le suele
considerar un fósil viviente.
El
pejelagarto es un pez predominantemente de agua dulce, que sólo se encuentra en
América del Norte y Central; entre Montana, el sur de Quebec y Costa Rica. Su hábitat
solía estar mucho más extendido, como prueban los fósiles hallados en Europa,
África, sur de Asia y América del Sur.
Su
nombre en inglés, gar o garpike proviene de una palabra sajona que
significa lanza. Tiene forma alargada y tubular, con un hocico
desproporcionadamente grande y generalmente alargado, aunque en algunos de sus
parientes lepisósteos es corto, ancho y con forma de pala. Su piel está recubierta
por una capa de escamas duras con forma de diamante que crean una especie de
armadura protectora.
Tiene
un aspecto feroz y puede llegar a ser enorme; algunas especies alcanzan casi 3
metros de longitud y pesan más de 130 kilogramos. Depredador voraz y eficiente,
el pejelagarto tiene una gran boca equipada con dientes cortantes y
puntiagudos. Aunque acostumbra a ser un pez lento, también es capaz de acelerar
bruscamente y nadar a una velocidad asombrosa. Por lo general permanece inmóvil
cerca de la superficie, dejándose llevar por la corriente y esperando a que se
acerque algún pez más pequeño. Cuando la presa se acerca, el pejelagarto vuelve
súbitamente la cabeza y atrapa a su víctima, a menudo por el costado, para a
continuación voltearla y tragársela por la cabeza.
Una
de las razones por las que el pejelagarto ha sido capaz de sobrevivir durante
tanto tiempo es su capacidad para prosperar incluso en las aguas más
inhóspitas. Está provisto de una vejiga que puede rellenar tragando aire, y que
utiliza para proporcionar a sus branquias oxígeno suplementario en entornos en
los que este elemento escasea.
Existen
siete especies de pejelagarto conocidas, y todas ellas son abundantes en sus
hábitats. En los estados del sudeste de los Estados Unidos,
donde habita, es una pieza cotizada por los pescadores por la dura resistencia
que ofrece cuando muerde el anzuelo. La carne del pejelagarto es comestible,
pero apenas se consume por la gran cantidad de espinas que contiene. Sus huevos
son altamente tóxicos para el ser humano.
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