Se conoce
como LIEBRE a varias especies
de la familia Leporidae caracterizadas
por la precocidad de las crías, que son capaces de correr y alimentarse por sí
mismas desde el momento del nacimiento.
Este
animal estaba consagrado a Venus, sin duda que por ser tenido por muy
voluptuoso. Lo era asimismo a Baco después que este dios hubo tomado su
forma para escapar de la persecución de Penteo,
al paso que podría habérsele dedicado también por ser naturalmente uno de los
animales que más destruyen la viña.
La carne de liebre fue una
de las que estaba prohibido comer a los hebreos y los egipcios, según lo que dice Eliano, se abstenían igualmente de ella. Los
griegos y romanos por el contrario, hacían de ella una gran comida, siendo
preferida a la de todos los otros cuadrúpedos.
Tenían
una especie de parques que llamaban leporaria era donde las criaban y engordaban.
Creían estos, sin saber en qué lo fundaban, que el que comía liebre adquiría
ciertos rasgos de hermosura que conservaba por nueve días. De aquí, salió el
proverbio: no come liebre que aplicaban al hombre feo y por esta
razón Alejandro
Severo tenía dispuesto
que todos los días se le sirviera una liebre.
Este animal era uno de los
atributos del otoño y del invierno.
Asimismo era el emblema del miedo y de la timidez. Entre los egipcios lo era
también de la vigilancia y del oído, por suponer que duerme con los ojos
abiertos y tiene un oído muy fino.
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