El TAOÍSMO es un sistema
filosófico y religioso chino basado primordialmente en el Tao Te King que
la tradición atribuye
al filósofo chino Lao Tsé. Sus enseñanzas parten del concepto de unidad
absoluta y al mismo tiempo mutable denominado Tao,
que conforma la realidad suprema y el principio cosmológico y ontológico de
todas las cosas. Lleva más de cinco mil años ejerciendo su influencia en
los pueblos del Lejano Oriente.
道教 en chino simplificado y tradicional
dàojiào en pinyin
literalmente ‘enseñanza del camino’
La palabra tao 道 o dao, dependiendo de la romanización que se use, suele traducirse
por ‘vía’ o ‘camino’, aunque tiene innumerables matices en la filosofía y las
religiones populares chinas. La transcripción en pinyin es dao, cuya pronunciación más
aproximada es /tao/.
El taoísmo filosófico se
desarrolló a partir de los escritos de Lao Tsé y Zhuangzi.
Según la leyenda china, Lao Tsé vivió durante el siglo
VI a. C. y tradicionalmente se fecha en ese siglo la
redacción del Dàodéjing,
aunque según algunas investigaciones actuales es bastante posterior.
La esencia de la filosofía
taoísta se encuentra en el Daodejing, el
libro de la vía y el poder, o del camino y la virtud. El taoísmo religioso se
fundó en el siglo III a. C., pero no se
convirtió en un movimiento religioso organizado hasta el siglo II d. C.
El objetivo fundamental de los
taoístas es alcanzar la inmortalidad, si bien, a veces no se entiende esta
literalmente, sino como longevidad en plenitud. De la misma manera, se decía
que las personas que vivían en armonía con la naturaleza eran inmortales.
Lao-Tse fue deificado como dios taoísta ―un inmortal―, encabezando un enorme
panteón de héroes folclóricos, generales famosos y sabios, todos los cuales
alcanzaron la inmortalidad. Sin embargo, la antigua forma del taoísmo era la de
una corriente filosófica y no una religión, por lo que los antiguos pensadores
interpretaban por «inmortalidad» el hecho de auto superación del propio ser en
comunidad con el entorno, lo que implica buscar la superación y el progreso
personal y colectivo, de acuerdo con la mutación constante que enseña el
taoísmo.
Posteriormente, el taoísmo se
mezcló con elementos del confucianismo,
el budismo y
la religión folclórica. La forma concreta de
religión taoísta que fue llevada a Taiwán hace
unos 300 años es típica de esta tradición. La característica más
distintiva de la práctica actual es la adoración de los antepasados, junto con
las deidades taoístas, lo que muestra el claro elemento tradicionalista del
confucianismo y el culto religioso de las creencias míticas de Asia, las cuales
ambas no eran válidas para los antiguos pensadores taoístas como Chuang Tsé.
El Taoísmo establece la existencia de
tres fuerzas: una pasiva, otra activa y una tercera, conciliadora. Las dos
primeras se oponen y complementan simultáneamente entre sí, es decir que son
interdependientes de manera absoluta y funcionan como una unidad. Son el yin fuerza
pasiva/sutil, femenina, húmeda... y el yang fuerza activa/concreta, masculina,
seca.... La tercera fuerza es el tao, o fuerza superior que las
contiene.
El significado más antiguo que existe
sobre el tao dice: «Yi yin, yi yang, zhè wei tao», es
decir, "un aspecto yin, un aspecto yang, eso es el tao".
Puede ejemplificarse esta concepción a
partir del significado de las palabras: literalmente, yang significa ‘la ladera luminosa soleada
de la montaña’, y yin ‘la
ladera oscura sombría de la montaña’; entiéndase la idea de montaña como
símbolo de unidad. Así, aunque representan dos fuerzas aparentemente opuestas,
forman parte de una única naturaleza.
La igualdad entre las dos primeras
fuerzas entraña la igualdad de sus manifestaciones consideradas en abstracto.
Por ello el taoísta no considera superior la vida a la muerte, no otorga
supremacía a la construcción sobre la destrucción, ni al placer sobre el sufrimiento,
ni a lo positivo sobre lo negativo, ni a la afirmación sobre la negación.
Las cosas cotidianas e insignificantes
tienen un significado mucho más profundo del que nosotros le damos.
El tao es
algo que no puede ser alcanzado por ninguna forma de pensamiento humano.
Para este algo no existe nombre, dado
que los nombres derivan de experiencias; finalmente, y por necesidad de ser
descrito o expresado, se lo denominó tao, que significa ‘camino’ o
‘sendero recto o virtuoso’ que conduce a la meta.
Cuando Lao Tse habla del tao procura alejarlo de todo
aquello que pueda dar una idea de algo concreto. Prefiere encuadrarlo en un
plano distinto a todo lo que pertenece al mundo. Porque el tao es como el
espacio vacío para que se manifieste el todo. «Existía antes del Cielo y de la
Tierra», dice, y, efectivamente, no es posible decir de dónde proviene. Es
madre de la creación y fuente de todos los seres.
El tao tampoco es temporal o limitado;
al intentar observarlo, no se lo ve, no se lo oye ni se lo siente. Es la fuente
primaria cósmica de la que proviene la creación. Es el principio de todos, la
raíz del Cielo y
de la Tierra la madre de todas las cosas. Pero si
intentamos definirlo, mirarlo u oírlo, no sería posible: el tao regresa al
no-ser, ahí donde es insondable, inalcanzable y eterno.
Todas las cosas bajo el Cielo gozan de
lo que es, lo que es surge de lo que no es y retorna al no-ser, con el que
nunca deja de estar ligado.
El tao del no-ser es la fuerza que
mueve todo lo que hay en el mundo de los fenómenos, la función, el efecto de
todo lo que es: se basa en el no-ser.
El mundo de los seres puede ser
nombrado con el nombre de no-ser y el mundo de los fenómenos con el nombre de
ser. Las diferencias recaen en los nombres, pues el nombre de uno es ser y el
del otro, no-ser, pero aunque los nombres son distintos, se trata de un solo
hecho: el misterio desde cuyas profundidades surgen todos los prodigios.
Al encontrar el camino que conduce de
la confusión del mundo hacia lo eterno, estamos en el camino del tao.
El taoísmo excluye el concepto de ley
y lo sustituye por el de orden. Es decir, las cosas son de determinada manera
debido a que su posición en un universo en permanente movimiento les confiere
una naturaleza que las obliga a ese comportamiento. Así lo explica Dong Zhongshu,
filósofo chino del siglo II a. C.
Tao es el nombre global que se da al
orden natural. El objetivo del tao es enseñar al hombre a integrarse en la
naturaleza, enseñarle afluir, a
integrarse en sí mismo en concordancia y armonía. El tao no es un creador
porque nada en el mundo se crea ni el mundo es creado. Enseñar a compenetrarse
con esta naturaleza y armonía de tal modo que llegue a experimentar en su
propio cuerpo sus ritmos vitales. Sintonizándose el cuerpo humano mediante una
serie de ejercicios con estos ritmos, ganando así serenidad mental y energía
física.
A principios del siglo
IV a. C. los
filósofos chinos escribían sobre el yin y el yang en términos relacionados con la naturaleza.
Observando de la perspectiva del tao,
se ve cómo todas las cosas se elevan, se vuelven grandes y luego retornan a su
raíz. Vivir y morir es simplemente entrar y salir. Las fuerzas de la mente no
tienen poder sobre quien sigue el tao. El camino del no-ser lleva a la quietud
y la observación, y conduce de lo múltiple al uno. Para poder recorrer ese
camino hace falta preparación interna. Mediante la práctica espiritual, la
perseverancia, el recogimiento y el silencio se llega a un estado de relajación
que debe ser tan sereno que posibilita la contemplación del ser interior, el
alma, y así se logra ver lo invisible, escuchar lo inaudible, sentir lo
inalcanzable.
Una historia representativa del
pensamiento taoísta sería la siguiente:
El caballo de un campesino se escapó.
Ante la conmiseración de su vecino, el campesino le dijo: «¿Quién sabe si es
bueno o malo?». Y tuvo razón, porque al día siguiente el caballo regresó
acompañado de caballos salvajes con los cuales había trabado amistad. El vecino
reapareció, esta vez para felicitarlo por el regalo caído del cielo, pero el
campesino repitió: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y otra vez tuvo razón,
porque al día siguiente su hijo trató de montar uno de los caballos salvajes y
se cayó, rompiéndose una pierna. El vecino volvió a mostrar su pesar, y recibió
nuevamente la anterior pregunta: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y el
campesino tuvo razón una cuarta vez, porque al día siguiente aparecieron unos
soldados para reclutar al hijo, pero lo eximieron por encontrarse herido.
Lejos de una amoralidad o de una
moralina latitudinaria, el taoísmo preconiza la armonía, allí está el
equilibrio, un absoluto sobre las relatividades.
Esta ética se refleja en el arte.
Esta ética se refleja en el arte.
Al llegar el budismo a China, el contacto entre el budismo y el
taoísmo produjo entre otros efectos la escuela religiosa y filosófica budista Chán sinización de la palabra sánscrita dhyana, que
significa: meditación
y, esta, al pasar a Japón originó el zen.
El taoísmo influyó en numerosas áreas
del conocimiento como la medicina y ciertas escuelas de meditación,
e incluso las artes
marciales. Existe un paralelismo en ciertas concepciones del taoísmo
con el Tantra, en
especial la visión del mundo como un ecosistema,
y la consideración de una vía de iluminación dentro del acto sexual.
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