El DARWINISMO es un término con el que se describen
las ideas de Charles
Darwin, especialmente en relación a la evolución biológica por selección natural.
El darwinismo no es sinónimo de evolucionismo,
este último es anterior a Charles
Darwin: las teorías darwinistas son evolucionistas, pero su
aportación clave es el concepto de selección natural considerado determinante para explicar
la causa de la evolución y que en
su posterior desarrollo, con numerosas aportaciones y correcciones, permitirá
la formulación de la teoría de la evolución actual o síntesis evolutiva moderna. Por tanto es
igualmente equivocado usar el término «darwinismo» para referir la actual
teoría de la evolución, ya que esta no se reduce sólo a las ideas postuladas
por Charles Darwin.
Para el biólogo evolutivo Ernst Mayr el término «darwinismo» tiene a lo largo
de la historia y desde 1859 año de publicación de la obra de Darwin El origen de las especies al menos
nueve usos distintos. Al principio el darwinismo solo significaba
anticreacionismo. Si alguien
explicaba el cambio evolutivo acudiendo a causas naturales y no divinas era tachado de «darwinista» por
ejemplo, Thomas Henry Huxley y Charles Lyell.
El uso del término variará conforme
las diversas teorías y subteorías que contenían los postulados los cuales
fueron poco a poco siendo aceptados, para después ser matizados, corregidos y
completados hasta la formulación, en la década de 1940 a 1950, de la síntesis evolutiva moderna. Desde entonces
puede decirse que el paradigma darwinista resiste frente a los
ataques sufridos y el reduccionismo, su formulación básica está vigente y
parece que puede durar: la evolución es el resultado de la variación genética y
de su ordenamiento mediante la eliminación y la selección.
Las concepciones evolucionistas
de Darwin constituyen un complejo sistema teórico, un conjunto de teorías
relacionadas, más que una teoría singular. El núcleo de esas concepciones sigue
conservando toda su validez, a pesar de su natural insuficiencia y de algún
error significativo, sobre todo en su explicación de la herencia a través de pangénesis.
En el darwinismo hay tres ejes teóricos que explican distintos aspectos de la
realidad biológica.
El transformismo, que es la noción de que las
especies van cambiando sus características a lo largo del tiempo de una manera
fundamentalmente gradual. Lo que ahora designa el término evolucionismo fue
señalado durante mucho tiempo, hasta bien entrado el siglo XX, como
transformismo.
La noción de que las especies se diversifican, por
adaptación a ambientes o modos de vida diferenciados, ramificándose; el otro
aspecto del mismo fenómeno es que todas las especies están emparentadas, aunque
en grados distintos, y en último término todas las especies tienen su origen
común en un remoto antepasado común único. De esta convicción
deriva la de que es obligado intentar clasificar las especies por su parentesco
filogenia,
criterio que debe pasar por encima de cualquier otro. Darwin desconfiaba de que
este ideal fuera alcanzable, aunque el desarrollo reciente del análisis filogenético lo está
aproximando.
La adaptación al ambiente que motiva el cambio
evolutivo, según había sido ya propuesto con anterioridad por otros autores,
como Lamarck,
debía tener su mecanismo en la selección natural, concebida como resultado de
dos factores. Estos son, por un lado, la variabilidad natural hereditaria de
los individuos de una especie y, por otro, la tasa diferencial de éxito reproductivo,
dependiente también de la tasa de supervivencia, entre las distintas variantes
genéticas presentes en la población.
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