En biología,
se denomina CIGOTO, cigota o huevo a la célula resultante de la unión del gameto masculino espermatozoide o anterozoide
con el gameto femenino ovocito
en la reproducción sexual de los organismos animales, plantas, hongos y algunos eucariotas unicelulares.
La fusión de los gametos va seguida de
la fusión de los núcleos,
con lo cual resulta que el núcleo del cigoto posee dos juegos completos de
determinantes genéticos cromosomas, cada uno de ellos procedente del núcleo de un
gameto. Su citoplasma y sus orgánulos son siempre de origen materno al
proceder del óvulo.
El cigoto resultante experimenta un
procesado denominado segmentación, en el cual se producen
varias mitosis consecutivas y se origina una masa de células embrionarias, los blastómeros,
que conforman la mórula,
que posteriormente evoluciona a blástula.
Todos los animales experimentan este fenómeno. El huevo y
después el cigoto, presentan una polaridad determinada, de modo que se
distingue el polo germinativo o polo animal, donde se sitúa el núcleo
y donde se desarrolla toda la actividad metabólica,
y el polo vegetativo que
es la zona donde se acumulan las sustancias de reserva o vitelo.
Unas
treinta horas después de la fecundación, el cigoto sufre una serie de divisiones
mitóticas no ecuatoriales que dan origen a un rápido incremento en el número de células que lo conforman, llamadas blastómeros. En primer lugar, el cigoto se divide en dos
blastómeros, luego en 4, en 8, y así sucesivamente durante el paso del cigoto a
lo largo de la trompa de Falopio correspondiente
hacia el útero. El cigoto aún se encuentra dentro de la zona pelúcida. Las divisiones subsecuentes a las 12 células dan
origen a la mórula.
La cantidad de vitelo y
su localización permiten clasificar los cigotos en cuatro categorías, que
coinciden plenamente con los tipos de óvulos:
Isolecíticos u
oligolecíticos. Contienen
poco vitelo, el cual se presenta en forma de finas granulaciones distribuidas
de manera uniforme por todo el citoplasma. Poseen este tipo de huevos las esponjas,
los nidarios,
los nemertinos,
la mayoría de los moluscos, los equinodermos,
los urocordados,
los cefalocordados y los mamíferos tanto
los marsupiales como
los placentarios,
incluyendo el ser humano. En este último caso, se habla a
veces de huevos alecíticos,
porque están prácticamente desprovistos de vitelo ya que, gracias a que el
desarrollo embrionario está facilitado por la placenta,
carece de utilidad. La segmentación es siempre total y en
general desigual, pero unos pocos huevos isolecíticos presentan segmentación
igual.
Heterolecíticos o
mesolecíticos. Tienen
una cantidad más abundante de vitelo que forma granulaciones más heterogéneas y
se distribuye de manera desigual; las granulaciones más gruesas se acumulan
cerca del polo vegetativo y las más pequeñas cerca del polo animal o
germinativo, cerca del núcleo.
Son huevos característicos de anélidos, moluscos excepto cefalópodos, teleósteos y anfibios.
La segmentación es siempre total y
desigual.
Telolecíticos. Contienen una gran cantidad de
vitelo que se reúne en una masa que relega al citoplasma y
al núcleo al polo germinativo, con lo que se
origina una zona bien diferenciada, el disco
germinativo o cicátrula. Los óvulos son voluminosos y son
característicos de los cefalópodos, selacios, reptiles, aves y mamíferos prototerios.
La segmentación es parcial discoidal.
Centrolecíticos. El vitelo es muy abundante y
forma una masa central rodeada por el citoplasma,
que se extiende por toda la periferia, donde también se sitúa el núcleo.
Son típicos de los artrópodos. La segmentación es parcial superficial.
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