El PLATERESCO,
también llamado gótico plateresco, Protorrenacimiento, estilo Isabel, estilo Reyes Católicos estos dos
últimos en referencia a su primera fase y estilo Príncipe Felipe referido a su fase renacentista, fue
una corriente artística, especialmente arquitectónica,
tradicionalmente tenida por exclusiva de España y sus
territorios, que apareció entre el último Gótico y
el Renacimiento, a finales del siglo XV,
extendiéndose durante los dos siglos siguientes.
Resulta de una modificación del
espacio gótico y de una fusión ecléctica de componentes decorativos mudéjares,
del gótico flamígero y lombardos, así como
primerizos elementos renacentistas de origen toscano.
Ejemplos son la inclusión de escudos y
pináculos, las fachadas divididas en tres cuerpos mientras que las renacentistas
están divididas en dos y las columnas de tradición renacentista. Llegó a su
máxima expresión durante el reinado de Carlos I, especialmente en Salamanca,
aunque también floreció notablemente en otras ciudades de la península Ibérica como León y Burgos y en el territorio de Nueva España que hoy es México. Considerado a veces corriente
renacentista y otras, estilo propio, recibe a veces los nombres de
Protorrenacimiento y Primer
Renacimiento como rechazo a considerarlo un estilo en sí mismo.
El estilo se caracteriza por una
decoración prolífica que cubre las fachadas con elementos vegetales,
candelabros, festones,
criaturas fantásticas y todo tipo de figuraciones. La configuración espacial, sin
embargo, seguía más claramente un referente gótico. Esta fijación por partes
concretas, sin modificaciones estructurales respecto del gótico y apenas
espaciales, hacen que sea clasificado muchas veces como variación y no como
estilo. En Nueva España el Plateresco adquirió una
configuración propia, aferrado fuertemente a su herencia mudéjar y mezclándose
con influencias indígenas. También
puede hablarse de un estilo plateresco en las primeras décadas del siglo XVI del sur de Francia,
de Portugal y de Italia.
En el siglo XIX,
con el auge de los historicismos, la arquitectura plateresca
revivió bajo los nombres de estilo Monterrey y estilo español.
El nombre
Plateresco hace referencia al oficio de platero. El historiador sevillano Diego Ortiz de
Zúñiga lo
utilizó por primera vez en el siglo XVII, aplicándolo a la descripción de la
Sacristía de la catedral de Sevilla en el 3º volumen de sus Anales, algunos autores erróneamente han vinculado tal
calificativo con la Capilla Real, que Ortiz de Zúñiga menciona en su obra más
tarde, en el 4º volumen. También
usado en muchos lugares de España
Tradicionalmente se ha considerado un
estilo o corriente exclusivamente español, entendiendo por españoles los
territorios que estaban en poder de la Corona entre los siglos XV y XVII.
Sin embargo a mediados del siglo XX esta acotación geográfica quedó en
tela de juicio bajo los argumentos de diversos autores, en especial de Camón Aznar en 1945 y Rosenthal en 1958, quienes al definir
el plateresco genéricamente como una amalgama unitaria de elementos encontrados
góticos, musulmanes, renacentistas, deja de considerarlo un estilo el primero
para incluirlo en el Renacimiento, y advierte el segundo su asociación con
ciertas edificaciones de otros países europeos, fundamentalmente Francia y
Portugal, pero también en Alemania y otros.
Esta problemática realza la
improcedencia del nombre Plateresco y la catalogación como estilo, inclinándose
a considerarlo un periodo de confusión y transición entre estilos,
caracterizado por la profusión decorativa al no ser capaces los arquitectos de
desarrollar nuevas tendencias espaciales ni estructurales. En ocasiones,
incluso, esto se reduce incluso a tratar el Plateresco como la sustitución de
la decoración gótica por los grutescos italianos de inspiración ser liana.
Cualesquiera la tesis, sin embargo, se
admite el Plateresco o Protorrenacimiento como un arte que respondió a las
exigencias de España,
país que acababa de concluir la Reconquista y de llegar a América, empezando a
percibir sus riquezas, y entraba en una espiral de grandes construcciones que
hoy consideramos monumentos.
Fueron
típicas las fachadas-retablo, realizadas como si de cuidadosas obras de orfebrería se
tratara, prolíficamente decoradas. La decoración, si bien obtuvo diversas
inspiraciones, fue fundamentalmente vegetal, aunque también tuvo profusión de
medallones, elementos heráldicos y figuraciones animales, entre otros. Se
produce también una riqueza en los materiales: chapas doradas en cresterías y
remates, jarrones, etc. Al concluir el primer tercio del siglo XVI se
observan mayores policromías y
aparecen cresterías de base histórica y las balaustradas, amén de una
decoración más prolija.
La extensión de la decoración por
todas las superficies arquitectónicas redunda en la creación de nuevas
superficies y subespacios, fundamentalmente decorativos del lugar donde se haya,
que a su vez se ornamentan profusamente, tales como hornacinas, nichos y edículos.
Así mismo fueron incluyéndose
progresivamente elementos italianos como decoración: almohadillados,
capiteles clásicos, arcos romanos y
sobre todo grutescos.
La decoración empleada tenía
significados concretos, no pudiéndose leer tan sólo descriptivamente. Así, los
laureles, los motivos bélicos y la abundancia de cuernos se colocaban en las
viviendas de militares destacados. Por lo mismo la escenificación de fábulas
griegas y romanas abstraía ideales humanistas, con lo que la lógica decorativa
se convertía en un medio para expresar y difundir ideas renacentistas.
También se implementaron y prefirieron
ciertos aspectos espaciales. De este modo se construyeron escaleras claustrales
de caja abierta. No obstante,
apenas hubo modificaciones espaciales con respecto al gótico.
En América, especialmente en el actual México, ciertas culturas autóctonas estaban en fases artísticas que
pueden considerarse barrocas cuando los españoles llevaron con ellos el
Plateresco. Éste se mezcló simbióticamente con las tradiciones locales, de modo
que la arquitectura gótica no
llegó a América propiamente dicha, sino a través de un Plateresco que
rápidamente mudó primero con las influencias indígenas y después con las
africanas, evolucionando en lo que dio en llamarse un Barroco americano.
El plateresco sigue la línea del Estilo Isabel, donde los elementos decorativos
de tradiciones ibéricas e italianizantes forman complejos ornamentos que se
superponen a las estructuras góticas. Posteriormente se puede hablar de un
Plateresco que conserva las formas góticas como base hasta 1530. Después de esa
fecha, aunque continúan utilizándose y evolucionando los ornamentos
platerescos, éstos pasan a formar parte de una arquitectura que ya comienza a
asumir las ideas renacentistas. En 1563, con el comienzo de
la construcción del monasterio de San Lorenzo de El
Escorial, la arquitectura renacentista se depura gracias a las
intervenciones de Juan de
Herrera, dando fin al esplendor y la extensión del Plateresco en la
península Ibérica. En México sin
embargo no se olvidó, dando lugar a un Neo plateresco en el siglo XVIII.
En cualquier caso el Plateresco,
considerado o no como estilo y exclusivamente español o por otro lado europeo,
representa la transición entre los estilos gótico y renacentista.
En el siglo XV comienza a desarrollarse en la Corona de Castilla una tendencia a decorar con motivos
flamígeros, procedentes de Flandes, e islámicos la arquitectura castellana, que
recibió el nombre de estilo Isabelino porque la mayor parte de los encargos
procedían de Isabel la Católica. Estos ornamentos, que se
fueron complejizando progresivamente, no influyeron en la estructura interna de
las construcciones.
Algo similar sucedió por la misma
época en Portugal,
en lo que se dio en llamar estilo
Manuelino.
A finales del siglo XV comienzan a enmascararse los edificios
góticos, en especial con grutescos,
sin que éstos cambien en principio sus espacios ni sus estructuras. Este
proceso comenzó al llegar a España los elementos renacentistas, que se
aplican copiándolos, figurativamente, pero sin entenderlos; es decir, sin
desprenderse de las ideas y las formas medievales.
Incluso, muchos de los edificios
platerescos ya estaban construidos, con lo que sólo se les añadieron capas de
ornamentación renacentista, en especial en torno a los huecos, ventanas y
puertas, y en general, con excepciones, a todo elemento no tectónico.
Aunque se suele aplicar el apelativo
plateresco a la arquitectura,
el acto de superponer elementos renacentistas nuevos sobre formas regidas por
parámetros medievales también es visible en la pintura y la escultura
españolas de la época.
Periodo en que el Renacimiento ya
había sido plenamente asumido en la península Ibérica, si bien aún no había llegado
a su máxima expresión. Ésta será la de las modificaciones de Juan de
Herrera y Felipe II en
los planos del monasterio de El Escorial, cuya
construcción comenzó en 1563.
En estas fechas la decoración, aunque
profusa, sigue parámetros totalmente italianizantes y se aplica sobre
construcciones diseñadas según la lógica renacentista.
En el siglo XIX apareció el estilo Monterrey -nombre
dado por el palacio de Monterrey, Salamanca,
estilo Español o Neo plateresco, un historicismo centrado en el Plateresco, entendiendo
éste como un estilo nacional.
El estilo sobrevivió hasta las
primeras décadas del siglo XX,
inmerso en los revivals nacionales y regionales, enormemente
propagado aunque difícilmente aceptado, pudiéndose encontrar algunos ejemplos
en la Gran Vía de Madrid.
En México también se produjo una nueva
expresión del Plateresco, cuyo éxito se extendió hasta el suroeste de Estados
Unidos, y que se inició en la primera mitad del siglo XVIII. No hay que confundir este Neo
plateresco con el de la España de finales del XIX y principios del XX, el
llamado estilo Monterrey.
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